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La inquietud y la desazón que provocaron los resultados de la primera vuelta se disiparon rápidamente la tarde de ayer.
- Las primeras medidas que tomará
- La noche triste de Guillier y el impacto en el oficialismo por un resultado que no esperaba
- Una región más pragmática y orientada al mercado acompañará gobierno Piñera


El triunfo de Piñera: De la agonía al éxtasis, con cita de Khalil Gibran

lunes, 18 de diciembre de 2017

Juan Antonio Muñoz H.
Política
El Mercurio




Es todo muy curioso. ¿Qué tenía que hacer una cita del poeta Khalil Gibran en la misa del tercer domingo de Adviento? La misma misa a la que asistieron ayer miles de católicos y también Sebastián Piñera y su señora, Cecilia Morel, en la parroquia Santa María de Las Condes.

Puede ser que los astros comenzaran a alinearse o simplemente es que el destino mueve sus hilos de manera misteriosa. El hecho es que el semanario litúrgico tenía un título que debió regocijar al candidato: "Viene una aurora sonriente, ¿es que no la sientes?". Luego citaba al bardo libanés: "Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes".

El texto estaba dirigido a este tiempo previo a Navidad y no a la contienda política, pero para los partidarios de Chile Vamos y sus líderes fue también un signo de esperanza. Algo les soplaba al oído que la decepción -cierta y profunda- producida tras la primera vuelta en pocas horas solo sería un mal recuerdo. El escrito continuaba de manera aún más exultante: "Una esperanza segura que en este domingo nos pone en el sendero de una esperanza que despierta la más profunda de nuestras alegrías".

Ya en su casa, temprano, al desayuno, Sebastián Piñera había invocado una cábala: "Es la séptima elección en que participo y el número 7 me trae buena suerte".

Indudablemente, inquietud había. Y no cejó tan fácilmente. El propio Sebastián Piñera, tras votar, dijo que enfrentaría el día "con humildad, que es una gran compañera en la vida y en la política". Una humildad curiosa, unida a un anhelo que más parecía certeza: "Vamos a ganar; vendrán tiempos mejores para todos los chilenos".

La sobreestimación del voto favorable a Piñera antes de la primera vuelta fue un fantasma que rondó hasta las cinco de la tarde de ayer. Los resultados del 19 de noviembre atormentaron durante casi un mes, llevando a sus partidarios al punto de la agonía. Pero los temores desaparecieron rápido.

Las conversaciones en las salas del comando habilitadas en el Hotel Crowne Plaza se referían a la complacencia y el triunfalismo con que se enfrentó esta elección en un inicio. "Esa misma complacencia hizo que muchos no fueran a votar; esperemos que ahora lo hagan", decía Gonzalo Echeverría, que se definía como "reflexivo partidario". "Tuvimos culpa también porque andábamos ganadores, como si todo estuviera listo, y eso hizo cundir la rabia en la izquierda y ellos partieron todos a votar", replicó otro, Josemaría Canales, que lamentaba que el error de las encuestas haya hecho parecer que la candidatura de Piñera estuviera en descenso: "Muchos pensaron que la derrota era una realidad, y nada más falso. La primera vuelta la ganó Chile Vamos".

Mientras, el diputado Francisco Undurraga (Evópoli), a las 16:45 horas, se declaraba "con susto, pero un susto normal. De 1 a 10, mi susto es cuatro a cinco. Y es lógico. Este es un país de centroizquierda, no de centroderecha. Lo natural es que seamos oposición, pero los astros pueden alinearse y puede que seamos gobierno. Es algo circunstancial, sin embargo: lo bueno es que esto va a ser breve; a las siete de la tarde vamos a saber".

No se equivocó. Los resultados dieron cuenta pronto de los más de nueve puntos de diferencia entre Sebastián Piñera y Alejandro Guillier. Y en el instante se liberó la dopamina en el Crowne Plaza, y vinieron el relajo, la alegría, el éxtasis.

Andrés Chadwick (UDI), coordinador de la campaña de Sebastián Piñera, recordaba ayer que el candidato tuvo que dedicarse a demostrar que el porcentaje obtenido era un triunfo, pero "tras las dificultades creo que ahora estamos más preparados para gobernar. El resultado es contundente".

El fervor de los partidarios anónimos se mezcló con el de los rostros. "Tenemos un tremendo Presidente", dijo Felipe Kast; Alberto Espina bailaba al ritmo del jingle "Agárrense de las manos", cantado por el "Negro" Piñera; Karla Rubilar voceaba feliz "¡Vienen tiempos mejoooores!"; "Tronquito, ganamos", le decían al alcalde de Vitacura; Marcela Cubillos se abrazaba de Andrés Allamand arriba de una silla; Sebastián Piñera Morel era recibido como una estrella de Hollywood por las mujeres del bloque.

Cecilia Morel hizo su entrada en medio de una euforia total, pero, como siempre sucede con ella, hizo un llamado a la cordura y a la prudencia, a no celebrar antes de tiempo. No le hicieron caso. Ya los dados estaban tirados.

Duró poco el silencio cuando por las pantallas se mostró al contendor asumiendo el fracaso. "Hemos sufrido una dura derrota", dijo Alejandro Guillier y empezó a bullir la burla en la sala, pero Francisco Chahuán, de pie sobre una silla y con una bandera en sus manos, llamó al respeto. Fue atendido. Y aquí, nuevamente, se impuso la oración universal de la mañana: "Por la nueva autoridad presidencial, para que Dios le inspire gobernar velando por todos los ciudadanos, con respeto por los valores trascendentales de la persona humana, en especial los de los más desposeídos".

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