Dólar Obs: $ 953,75 | -0,27% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.227,29
IPC: 0,40%
El senador confiaba en un triunfo estrecho cuando inició la jornada en Antofagasta, pero las esperanzas se diluyeron rápido y la jornada terminó en Peñalolén, a solas con su familia.

La noche triste de Guillier y el impacto en el oficialismo por un resultado que no esperaba

lunes, 18 de diciembre de 2017

SERGIO ESPINOSA y CLAUDIO CERDA
Política
El Mercurio




Los seis minutos que duró el discurso de Alejandro Guillier reconociendo su derrota fueron, para no pocos presentes en el salón habilitado en el Hotel Plaza San Francisco, de los mejores que se le escucharon en toda la campaña. No leyó. Con una impecable oratoria, amalgamó la dosis justa de aceptación de un resultado adverso con el necesario llamado a las huestes a rearmarse para defender las conquistas logradas.

"Hemos tenido un año duro, pero maravilloso. Servir a Chile siempre es maravilloso", cerraba su última intervención como abanderado. Escoltado por su mujer, sus hijos y algunos pocos dirigentes políticos, como el presidente del PS, Álvaro Elizalde, y la senadora DC Yasna Provoste, el senador ponía fin a su carrera a La Moneda y bajaba del estrado a las 19:45 horas para dirigirse a saludar a Sebastián Piñera, con quien ya había conversado por teléfono.

Los gritos "Guillier, amigo, el pueblo está contigo" de unos pocos entusiastas contrastaban con las caras tensas -en algunos casos desencajadas- de los pocos dirigentes políticos que habían circulado durante la tarde por el lugar. La mayoría había optado por analizar en un salón contiguo el lapidario veredicto que arrojaban las mesas de votación.

Desayuno en el norte

La jornada había comenzado temprano para Alejandro Guillier. La noche anterior había viajado a Antofagasta para emitir su voto. Al llegar, cenó con sus familiares en casa de su hermana Raquel, donde, más que la contingencia electoral, primaron las anécdotas familiares, mientras daban cuenta de un fettuccini al pesto y carne a la cacerola. "Se habló cero de política. Sí hubo mucha talla, ha servido para que nos juntemos como familia", relataba Francisco Guillier, hermano del candidato, quien recordó que su hermana mayor Ilse, a quien no veían hace tres años, había viajado desde EE.UU. para acompañarlos.

El domingo, el reloj marcaba las 08.05 cuando la escolta del senador pasó a recogerlo al departamento que comparte con su hermano Francisco para llevarlo a un desayuno con su ex profesora en el Liceo de Hombres de Antofagasta. Ahí debió escuchar las protestas de adherentes de Piñera apostados afuera. Hasta huevos hubo.

En Santiago, el temor que ganaba terreno en el oficialismo era el de una abstención electoral que superara a la de la primera vuelta. De ahí que el propio Guillier graba un video a bordo del avión que lo traería de vuelta a Santiago, llamando a la gente a sufragar.

Cuando llega al hotel ubicado en la Alameda, a eso de las 17:00 horas, se concentra en una sala del segundo piso junto a su familia y miembros del comando. En el salón donde deberá dar su discurso hay más periodistas que rostros políticos. Allí, la gran duda sigue siendo cuánta gente ha ido a votar. La expectación crece cuando a las 18:00 horas comienza el conteo en las primeras mesas. "Hay tranquilidad de haber hecho todo lo posible", dice el presidente del Partido Radical, Ernesto Velasco. "Estamos tranquilos, confiados, vamos a ganar estrechamente", promete la senadora socialista Isabel Allende, quien se sienta a ver el conteo de votos en la pantalla gigante junto al dirigente del PS Arturo Barrios. El diputado DC Gabriel Silber admite que esperaban 100 mil votantes más de los que llegaron. Calcula que sufragaron 6,4 millones de electores.

Media hora después, el nerviosismo es total. La proyección de radio Bío-Bío da por ganador a Piñera por nueve puntos de ventaja. Una diferencia que nadie esperaba.

Isabel Allende no lo puede creer. Los periodistas comienzan a pedirle reacciones. También a Barrios, cuya cara desencajada habla por él. Ambos repiten que hay que esperar más tiempo y que no son voceros oficiales del comando. Pero los voceros no aparecen, la presión mediática es fuerte y comienzan a asumir la derrota. "A nuestra gente le cuesta más ir a votar", murmura la reelecta parlamentaria.

La consigna que se repite al oído es que el comando no reconocerá nada antes de tener el 50% de los votos escrutados. Pero al mismo tiempo comienzan a aparecer más figuras en el lugar. El ex vocero Marcelo Díaz llega con su guagua en brazos. "Diez puntos es mucho más de lo que esperaba", declara, calificando la diferencia como "irremontable". Una palabra que Silber también hace suya, admitiendo que "al final no fue tan cerrado como pensábamos que iba a ser".

A las 19:22, el podio donde hablará Guillier comienza a ser preparado. El ambiente es sombrío. En algunos, el asombro ha dado paso a la molestia. El senador PS Carlos Montes es uno de ellos. Con el 91% de los votos escrutados, la diferencia de nueve puntos se mantiene. "Esto es lamentable para el país", dice frente a los micrófonos. Ocho minutos después ingresa el abanderado con su familia. "Es una noche triste...", confiesa a los presentes. Una noche que, tras saludar personalmente a su contendor, terminó privadamente en su hogar en la parcela 14 de la Comunidad Ecológica de Peñalolén, solo con los suyos, digiriendo la abultada derrota.

En la entrada del condominio, un contingente policial se encargaría de que así fuera.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia