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"Estábamos en una vorágine de reformas que no íbamos a ser capaces ni de diseñar ni de tramitar sin excesivos conflictos"

domingo, 06 de septiembre de 2015

Pilar Vergara y M. Soledad Vial
El Mercurio

La autocrítica del ministro Eyzaguirre:
- Dichos de Eyzaguirre abren debate por incorporar a la oposición al trabajo prelegislativo

Un análisis político de máxima honestidad es la opción que decidió tomar el ministro Eyzaguirre, al salir en público por primera vez en esta entrevista, desde que hace dos meses llegó a La Moneda. No es el Nicolás de las cuñas y de las salidas ingeniosas el que está hoy sentado frente a nosotros en el Ministerio Secretaría General de la Presidencia. Es uno "humilde, que no ha sido una de mis características habituales", según él mismo confiesa, que mide sus palabras porque sabe que la pasión lo ha traicionado antes.

"Hagamos algo bien en profundis ", nos invita.

Y advierte: "voy a ser muy abierto con ustedes, en términos de lo que estoy pensando y lo que estoy sintiendo".

A partir de ese momento, lo que siguió fue una reflexión profunda, pensada por meses, un diagnóstico autocrítico, crítico y propositivo, con mirada larga. Compartido, advierte, con el equipo político; muy conversado con la Presidenta.

A ningún tema le hace el quite. Con apertura total comentaría cómo ve a Michelle Bachelet, de quien es tan cercano, hoy golpeada por las encuestas y los casos familiares investigados por la justicia. También sus visitas al ex Presidente Lagos y esa relación tan particular que lo une con el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés. Con franqueza dio su opinión sobre las leyes más polémicas en barbecho: la de aborto y la laboral. Y su propia versión sobre su año y cuatro meses en Educación.

Pero su relato en profundis parte mucho antes... desde los tiempos de la "revolución pingüina" de 2006, que reveló -a su juicio- que estaba llegando al país la enfermedad de la " malaise " -el malestar-, pese a estar viviendo Chile años de prosperidad como la que no se veía desde la " belle epoque ".


Su testimonio:
"Era imposible hacer las cosas bien a ese ritmo"


-¿Por qué usted, siempre extrovertido, ha estado tan ausente desde que cambió de ministerio? Es como si hubiera pasado a la clandestinidad...

-Me demoré en hablar, porque me tenía que empapar de las cuestiones propias de este cargo, donde pasa toda la agenda del Gobierno. Pero también porque concibo el trabajo de este ministerio muy hacia adentro; no me parece que tenga que estar comunicando, como sí lo deben hacer el vocero y los ministros del Interior y de Hacienda.

-Niega, entonces, que esté un poco lejano de la "dupla"...

-Los cuatro ministros políticos trabajamos muy cercanamente; nos juntamos rigurosamente los lunes en la mañana con la Presidenta; el martes tomamos desayuno, y el viernes almorzamos. Aparte de eso siempre hay alguna reunión más para coordinarnos. Ponemos sobre la mesa todos los temas para ir tratándoles con una inteligencia colectiva. Con Rodrigo, además -muy, muy amigo- hablamos dos veces al día o más.

-La disyuntiva de estas semanas es la del "realismo sin renuncia". Usted no ha dicho qué entiende por ese postulado de la Presidenta que todavía no está tan claro... ¿Está usted en el lado del realismo o de la no renuncia?

Era la pregunta que este ministro de rasgos tan peculiares -estudioso y vividor; serio y guitarrista; chileno y ciudadano del mundo-, parecía estar esperando.

El "realismo sin renuncia" no es contradictorio sino clarísimo para él, y resume su visión de las cosas, tal como las ha venido pensando por meses, "conversándolas con la Presidenta" y socializándolas con sus colegas del gabinete...

Fue el punto de partida para su reflexión y su testimonio desde la sinceridad.

" Desde el año pasado, comenzamos con la Presidenta a hablar de las reformas. Había síntomas de que las cosas no estaban bien. Yo tenía una visión crítica, no respecto de los contenidos, sino del ritmo. Cada una es un mundo, en cuanto a que siempre va a tener ganadores y perdedores. Los beneficios tienen que ser más que los costos siempre, pero unos y otros no se distribuyen por igual ".

A partir de este minuto, el análisis toma rumbo hacia la autocrítica.

"En cada política pública hay tres cosas que considerar: primero, la oportunidad, y que sea una reforma relevante; segundo, que sea técnicamente bien hecha, que minimice los efectos colaterales que van en el sentido contrario a lo que persigues, y eso no es simple. El tercer requisito es la dinámica política que permita que los apoyos sean mayores que los disensos. Muchas tienen sus beneficios a mediano plazo y los costos se pagan de inmediato. Esas pueden autoderrotarse".

"Hacer muchas reformas de manera simultánea, tiende a tropezar con el segundo y el tercer factor. Porque no alcanzas a diseñarlas bien técnicamente, o porque no calculas la cantidad de enemigos que te vas a ganar al mover los flancos".

"Yo en Educación lo sentí de manera dramática. El Presidente Lagos, cuando fue ministro, se demoró tres años en el Estatuto Docente. En un año dos meses, yo tenía que hacer una nueva carrera docente, reorganizar la educación particular subvencionada, reestructurar la educación pública, y hacer el cambio del financiamiento de la educación superior. Era imposible hacer las cosas bien a ese ritmo" .

"Pero eso lo percibía también para el conjunto del Gobierno. Vi que claramente estábamos metidos en una vorágine de reformas que no íbamos a ser capaces ni de diseñar apropiadamente, ni de tramitar políticamente, sin provocar excesivos conflictos".

La desaceleración económica fue, en su análisis, solo la cereza de la torta. El "realismo sin renuncia", dice, debiera haberse hecho igual, aunque el precio del cobre estuviera en 3 dólares 50.

-Esa fue una advertencia que muchos hicieron a Bachelet desde que mostró su programa en campaña, pero eran inmediatamente descalificados.

-No quiero deslindar responsabilidades, pero no participé en la campaña, estaba en Estados Unidos. Y es distinto cuando estás más alejado, que cuando te comienzas a meter en la implementación.

-La gente lo percibió también muy rápido y ya en septiembre comenzó la caída de la adhesión al Gobierno y el creciente rechazo a las reformas.

-Esa es una interpretación posible, pero no es la que yo tengo.

Nos pide seguir con su análisis, su interpretación de lo que gritan las encuestas

"Decidí hablar (hoy), porque el país está pasando por un momento muy delicado. Y la expresión más palmaria es que si tú sumas la adhesión que la gente expresa en las encuestas por la coalición y por la oposición, está, en su conjunto, en un nivel más bajo que nunca. La tentación de decir que las reformas tienen impacto sobre la economía, y la economía se cayó, y con ello el apoyo al Gobierno, y por eso estamos como estamos, no la comparto. Ha habido períodos de desaceleración, como el estallido de la burbuja punto com en tiempos de Lagos, y no pasó. Además no creo -como economista que he sido toda una vida- que las reformas sean responsables de la desaceleración. No digo que hayan estado bien hechas, pero tampoco que la "malaise" que nos recorre sea producto de ellas. Si fuera así, el apoyo que pierde el Gobierno, debiera capturarlo la oposición".

La exposición que el ministro nos tenía preparada para hacer su redebut público toma, a partir de este momento, los argumentos que apoyan el "sin renuncia".

"La crisis de confianza con la élite es transversal y abarca lo político, lo empresarial, lo eclesial. Lo que está pasando es propio de los países con estructuras muy inequitativas. Como nosotros, Brasil, Egipto, Sudáfrica. Las redes sociales dieron capacidad de coordinación a las personas, para congregarse y protestar. Y cambió completamente su condición ciudadana".

"Caval, el caso más grave"

-¿En qué minuto sitúa el comienzo de la crisis de confianza y qué importancia tienen los casos de política y corrupción que reventaron este año?

-A mi juicio, esto parte con el movimiento de los pingüinos de 2006.

"Ahí comenzó a generarse este malaise de falta de credibilidad. Estamos hablando de tiempos, los más prósperos que haya vivido el país desde la belle époque en 1870. La gente tiene condiciones, proyectos de vida y de consumo que eran impensados. Pero la insatisfacción creció todavía más rápido. Esa es la paradoja. Y lo que termina generando la crisis en la que estamos actualmente es Penta, Soquimich y, lo más grave de todo, Caval".

-¿Por qué Caval es lo más grave?

-La Presidenta era la líder incombustible. Frente a los políticos, frente a los empresarios que habían cometido abusos, había una persona distinta, que era ella. Lo de Caval es devastador, porque a pesar de que ella es completamente proba, aparece su hijo disfrutando de los privilegios que se trataba de desmontar. El país entonces se queda sin fe. Eso no puede ser más trágico. Yo conozco a la Presidenta de toda una vida. Y sé que se podrá decir lo que se quiera de ella, pero nunca ha usado atajos. Ella sigue y va a seguir adelante, porque es una persona genuina, pero no hay muchas figuras capaces de retomar la fe de la ciudadanía.

-A estas alturas, ¿tiene usted alguna idea de cómo recuperar la fe?

-Lo primero es darnos cuenta de que estamos metidos todos en un mismo bote: gobierno y oposición, en el sentido de que nuestro problema es común: la gente no nos cree. Pero en vez de entender que lo que falta es un common ground -un espacio en común- para mejorar la calidad de la política y hacerse cargo de los problemas de la gente, lo que ha comenzado es una guerrilla de quién tiene la culpa. Dentro de la Nueva Mayoría se atacan unos a otros; y de manera brutal, el Gobierno y la oposición.

-¿No es el pecado original la forma como se rayó la cancha al partir este gobierno?

-No, partió mucho antes. En vez de valorarse los veintitantos años de prosperidad, todo el mundo comenzó a decir que era poco profundo, que estaba mal hecho. Ni desde la Concertación ni desde la oposición hubo valoración por lo logrado.

El ministro retoma el análisis y se juega por la igualdad de oportunidades.

"La revolución pingüina fue reveladora del egoísmo de nuestra sociedad. En ese momento ya podía decirse que existía la capacidad económica como para haber dado una educación digna y de calidad para todos. Yo soy muy liberal en lo económico, por lo tanto no creo en la igualdad a la llegada, pero creo que el mérito tiene que ser lo fundamental. Si en una sociedad hay personas que no tienen posibilidad de movilidad social, porque cayeron en la parte incorrecta de la cancha, y no van a poder nunca meter un gol, eso va generando un resentimiento brutal. Y mucha tensión social, el agrio ambiente en que estamos viviendo. ¿Y qué hacen las élites? Se sobreideologizan; la derecha partió a sus postulados más básicos y la izquierda partió a comprarse atajos que no son realistas".

-¿Es lo que pasó al comienzo de este gobierno?

-Es un poco lo que pasó, se ideologizó excesivamente la discusión sobre la desigualdad. Ni Superman puede diseñar técnica y políticamente bien una cantidad de reformas que son complejas y, al mismo tiempo, gestionar bien. Entonces comienzas a descuidar cuestiones del diario vivir que a la gente le producen mucho más malestar y desconfianza. Ese es el realismo sin renuncia. Estados Unidos es un país relativamente desigual pero con movilidad. Si alguien se esfuerza conseguirá mejorar, independientemente de donde nació. They make it , como dicen. Chile no tiene esa movilidad.

Definiciones en reforma laboral:
"Hay que buscar una fórmula que ponga proporcionalidad"


-La reforma laboral será la primera prueba para la "amistad cívica" que quiere instalar. ¿Cómo pretende imponer este espíritu si las posiciones aquí son tan divergentes?

-Mi posición es que así como creo que el sindicalismo de los 60 no es adecuado para una economía moderna que debe ser flexible, creo absolutamente en la titularidad sindical respecto de los beneficios obtenidos en sus negociaciones.

"También creo en las relaciones laborales como un espacio en que compartan y no luchen trabajadores y empresarios".

-El Gobierno se ha tomado más tiempo para las indicaciones. ¿Cómo conseguirá el apoyo de la CUT y de la DC, si sus posiciones están hoy tan distantes?

-Hasta ahora en Chile hemos tenido una legislación laboral decimonónica que perjudica a los trabajadores. Pensar que un grupo de la empresa que no está en el sindicato pueda negociar por igual, o que el empleador pacte beneficios con el sindicato y se los extienda al resto según su gusto, son reglas que no existen en ninguna parte del mundo. En esas condiciones, el sindicato no tiene ningún poder real. El sindicato debe tener más poder, pero no al punto de generar riesgos severos a la viabilidad de la empresa o que el empresario termine mecanizando todas las faenas. Hay que buscar una fórmula que ponga proporcionalidad entre el daño potencial que produce una huelga y las justas demandas de los sindicatos.

-¿Podemos entender que dándole más fuerza al sindicato garantizarán servicios mínimos o reacomodos internos en caso de huelga?

-El reemplazo interno puede ser completamente abusivo, y en la práctica podría significar que se contrate gente poco antes del período de negociación.

"La empresa debería, antes de las negociaciones, establecer con los trabajadores ciertos niveles de operación mínimos, no para que la huelga sea inocua, sino para darle una cierta proporcionalidad entre los daños que puede producir y lo que se está debatiendo. Entre más grandes sean los sindicatos, mejor, y con extensión automática de beneficios y grupos negociadores, nunca van a ser grandes".

-¿Y cree que la CUT acceda a introducir "proporcionalidad"? Ya anticipó manifestaciones si la reforma no es la que espera.

-Si dejara completamente felices a los empresarios o a la CUT, no sería una buena reforma.

Acuerdos vs. retroexcavadora:
"Recuperar amistad cívica, pero no la de los acuerdos cupulares"


-Así como hay una disyuntiva en el realismo sin renuncia, hay otra entre acuerdos amplios, al modo de la antigua Concertación, versus "aplanadora" de la Nueva Mayoría. ¿Por cuál se juega usted?

-Cuando uno ha tenido 28 años tan buenos y empieza a sentir que la gente está enrabiada, que no te cree; de repente también te confundes y te subes a ciertos cantos de sirena. Mi afán es recuperar la amistad cívica, pero no la de los acuerdos cupulares como antes; una transparente, de cara a la ciudadanía. Eso significa que la gente esté bien informada, que pueda participar, que haya alguna forma de democracia directa.

"Es tan falso decir que los males de este país son porque la centroderecha defiende a los poderosos, como pensar que todos eran felices hasta que llegaron "los locos" de la Nueva Mayoría fomentando la anarquía social. Nosotros tenemos algunas buenas ideas, la derecha también, y ninguno de los dos ha clavado la rueda de la fortuna. Cuando teníamos a los profesores en las calles, se produjo un consenso transversal en la comisión de Educación de la Cámara, y agradezco a los de oposición que se plegaron, porque es un buen proyecto que les pondrá mucha más plata a los profesores, por mérito y esfuerzo, no por antigüedad o presión sindical".

-¿Y los secundará la Nueva Mayoría en este "entierro" de la retroexcavadora? Algunos ya han dicho que no comparten este nuevo rumbo.

-Poco a poco. Me encantaría que los nuestros entendieran que las reformas que estamos proponiendo son perfectibles, que hay que dialogarlas con la oposición. Es cierto que gradualizar les genera desconfianza a algunos, porque piensan que es el envoltorio de la renuncia, de la renuncia a la utopía que planteamos.

Aborto:
"Si una hija mía..."


-Otra discusión del minuto es la Ley del Aborto. ¿Le parece a usted oportuno entrar en un tema que divide a la Nueva Mayoría desde lo más profundo de sus sentimientos?

-Estamos poniendo en discusión el tema, como dice el programa de gobierno. El principal problema está en el caso de violación, y la sociedad tendrá que hacer una discusión honesta sobre ese tema.

"No es una decisión fácil, es un dilema moral súper difícil. En lo personal, si una hija mía -que no tengo- quedara embarazada producto de una violación, trataría de apoyarla para que no aborte. Yo soy católico y entiendo a quienes tienen objeciones de conciencia y quieren privilegiar la vida del niño que está por nacer, también a la mujer que ha sido violada. Me parece medio brutal que la sociedad vuelva a castigarla cuando ya ha sido víctima de un delito, sobre todo si terminará en un aborto clandestino".

La Presidenta:
"Ha delegado bastante en el comité político"


-Usted siempre ha tenido una relación privilegiada con la Presidenta. ¿Sigue siendo tan cercano en lo personal?

-He sido históricamente muy cercano, pero ahora soy su ministro y ella es muy ecuánime; la relación que tiene con sus ministros y particularmente con el comité es extraordinariamente pareja. Trato de separar los planos y no estar buscando algún tipo de privilegio".

-O sea que se acabaron los guitarreos, las reuniones de amigos...

-Ya no hemos tenido tiempo para eso; antes lo hacíamos, así como fui a verla a Nueva York. Supongo que tiene confianza humana en mí porque me conoce como ser humano, pero no me trata con el más mínimo privilegio".

-¿Y cómo la ha visto en estos meses que han sido tan duros para ella en lo político y en lo humano?

-En política, no hay nada más duro que verse tocado por cuestiones familiares. Vi cómo lo pasó de mal el Presidente Lagos con su yerno en el caso Inverlink. Para ella fue durísimo, pero la Presidenta es una persona admirablemente resiliente. Con todos los golpes, uno la ve entusiasta, trabajando de la mañana a la noche, comprometida con el país.

-Y a propósito de Lagos, ¿cómo ve una candidatura suya?

-La verdad, no lo he conversado con él, aunque lo veo, lo voy a visitar y lo encuentro una persona muy lúcida. Me encantó cuando dijo que hay que pensar en el país que queremos en 30 años más".

"Los problemas que tenemos en salud y en seguridad ciudadana son inaceptables"

-¿Qué debiera hacer la Presidenta para recuperar confianzas y nuevamente cercanía con la gente?

-La Presidenta tiene una ventaja grande; no es candidata. No es un enemigo potencial para los otros que se intentan poner la banda. Eso ayuda. Contrariamente a lo que se dice, ha delegado bastante la gestión, la administración, en el comité político, nos empodera bastante y está muy preocupada de restituir el clima de confianza y de mejorar la gestión del Gobierno. La gestión del Gobierno no ha sido buena, los problemas que tenemos en salud y en seguridad ciudadana son inaceptables. Inaceptables. Hay que mejorarlos sí o sí.

Mea culpa en educación:
"No tuve la conciencia de cómo las cosas se estaban crispando"


"¿Puedo hacer un mea culpa?". Nos toma por sorpresa el ministro con la inesperada pregunta, nada más decirle que hablaremos de su año y meses al mando de Educación.

Aquí su confesión: "Cuando terminó el gobierno del Presidente Lagos viví 5 años en Estados Unidos. Cuando llegué, me llamaron la atención todas estas protestas sociales, pero no me di cuenta de cómo se había agriado el ambiente. Por familia soy dado a decir cosas altisonantes, un poco pachoteras, y si me hubiera dado cuenta de cómo se estaba descomponiendo el ambiente habría sido más cuidadoso con lo que decía".

-¿Lo dice por "los patines"?

-Por ejemplo, aunque los patines fueron una tergiversación. Lo único que dije es que el sector público y el sector particular subvencionado competían en completa desigualdad de condiciones, y no me refería a los niños. Pero es más de fondo que eso. No tuve la conciencia que hoy tengo de cómo las cosas se estaban crispando. Si pudiera hacerlo distinto, habría sido súper cuidadoso en siempre buscar el consenso.

-¿No le dejó una herencia complicada a la ministra Delpiano, que ahora debe solucionar el enredo en que se convirtió la gratuidad, el nuevo diseño de la educación superior y reconquistar al 75% de gente que rechaza la gestión del Gobierno en educación?

-No sé si se la dejé yo. Recuerden que el programa establecía cambios rápidos y profundos, y cada proyecto de ley es tan extraordinariamente complejo que tenerlos listos, bien armados y consensuados en el corto plazo, era un imposible. El programa educacional padeció de exceso de ambición.

-¿Sería el caso de hacer todo más paulatino y no obligarse a sacar la ley de gratuidad de las universidades?

-Lo que se ha planteado es que en el Presupuesto 2016, solamente por un año, les demos gratuidad a las universidades del Consejo de Rectores más otras tres que cumplen con los requisitos. Se podrían haber bajado los requisitos para ampliar el número de alumnos vulnerables y darles un porcentaje inferior de gratuidad. Sé que esto es opinable, pero creo que es preferible que la mitad pase a pagar 0 el primer año, y luego sumar a la otra mitad. Ahora, visto en perspectiva, pienso que lo obvio e ideal habría sido definir el marco regulatorio de las instituciones de educación superior y después avanzar en la gratuidad, para haber consensuado los criterios. Pero desgraciadamente sacar tantos proyectos de ley, ¡saqué 10 proyectos!, era imposible.

"En Educación es donde mueren los valientes"

-En Hacienda fue uno de los ministros más populares de Lagos. ¿Cómo vivió el rechazo ciudadano como ministro de Educación?

"A Educación le llaman la silla eléctrica", se ríe. "Es un ministerio tan complejo y polémico que hay que ir al sacrificio. ¿Se han fijado que mi pobre "Nanita", a quien quiero tanto, Adriana Delpiano, ya es una de las personas más conocidas y peor evaluadas en dos encuestas Adimark?".

-Bueno, y usted es el ministro más conocido de todos, pero con solo 35% de aprobación y 56% de rechazo.

-La pasada por educación me va a acompañar para el resto de la vida. Educación es donde mueren los valientes- y se ríe de nuevo.

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