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Nueva caída del grupo Cruzat lo obliga a desprenderse de su activo más valioso: Curauma

domingo, 15 de abril de 2012

Valeria Ibarra
Economía y Negocios

Grupo evalúa cerrar CB Corredora tras la suspensión de siete meses decretada por la autoridad.

En 1983. 1996. 2002. Y ahora, en 2012. Con tres crisis en el cuerpo, a Manuel Cruzat Infante esta cuarta caída no lo alteró, cuentan cercanos al grupo. Quien fuera el artífice de uno de los grupos empresariales más relevantes del país -con empresas como CCU, el Banco de Santiago o Provida- sigue entero y animoso, pese a que puede perder importantes activos, como la corredora y Curauma, su emblemático proyecto inmobiliario.

Esta semana cayó CB Corredoras, la intermediaria online . La Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) suspendió la corredora y además la acusó de entregar información falsa, lo que abre la opción de una ofensiva en lo penal. El caso se arrastra desde 2010, cuando la SVS comienza a pedirle al grupo Cruzat información adicional para sus tres sociedades abiertas -CB Corredores, Capitales y Curauma-, básicamente para aclarar su real nivel de liquidez, solvencia y valor de sus activos.

En el conglomerado creen que la SVS no se detendrá y que esto pesará sobre Curauma. Ya lo está haciendo: hace una semana el grupo inició la búsqueda de socios para esta empresa inmobiliaria, proceso a cargo de SW Business, lo que podría culminar en estos días. "Esta decisión se precipitó tras la resolución de la SVS de suspender las acciones de Curauma y Capitales, hace dos semanas", señala un colaborador del empresario. Luego de una segunda suspensión el viernes, los títulos Curauma fueron reestablecidos.

En el grupo y su entorno complica lo bochornoso del episodio. En sus pesquisas, la SVS pedía pruebas de que la empresa tenía liquidez suficiente y en este cálculo para CB Corredores, el conglomerado incluyó depósitos por $1.000 millones que no estaban en la corredora cuando personal de la SVS la fiscalizó in situ. Al consultársele, su gerente general Eduardo Romo dijo que los tenían en custodia los bancos, pero luego rectificó y señaló que estaban en otras firmas del grupo. Esa contradicción fue fatal. "En ese preciso instante se detectó que hubo una entrega de información falsa", dijo al respecto Coloma.

Así las cosas, la SVS determinó que la empresa sólo podrá volver a operar una vez que finalice el proceso sancionatorio contra la firma y su gerente general, en un plazo de siete meses. "Eso implica, en la práctica, cerrar la corredora. Probablemente, Manuel Cruzat esperará a que termine la investigación para vender la acción que la corredora tiene en la Bolsa y así bajar la cortina", dice un cercano al empresario.

A este problema se agrega que los respaldos de los depósitos por $1.000 millones faltantes de CB Corredores estarían como garantía para Curauma, señalan conocedores del proceso.

En todo caso, ya está a la venta el control de Curauma vía aumento de capital, con un precio referencial de US$ 50 millones. "Hay tres interesados, dos inversionistas locales y un fondo internacional. Pero hay otros dos actores mirando", reseña Paul Fontaine, socio SW Business. Según un directivo del grupo CB, hay avanzadas negociaciones con una compañía inmobiliaria local que podrían concluir a inicios de la semana.

El sueño de Cruzat
Cruzat, dicen colaboradores, fue siempre un gran comprador de tierras. Tenía grandes paños en La Dehesa, La Florida y San Carlos de Apoquindo. Cuando estalló la crisis del 80 y tuvo que soltar sus empresas, empezó a vender los inmuebles más líquidos. Pero se quedó con dos bases de sus negocios actuales: Minera Lo Aguirre y Forestal Valparaíso. Del primero salió el proyecto inmobiliario Lo Aguirre y del segundo, Curauma.

Este es un proyecto inmobiliario que viene desarrollando el empresario desde 1996. Son 3.100 hectáreas que colindan con Viña del Mar y Valparaíso y, como el Valle Lo Aguirre, está pensada para alcanzar su plenitud en 20 años más. Curauma se divide en dos extensas propiedades: el sector Las Cenizas y el área La Luz. Pero este patrimonio de tierras no está en manos de Cruzat, sino entregado como garantía a compañías de seguros. Una parte fue entregada bajo la modalidad de leasing en 2004 a la aseguradora EuroAmerica, lo que permitió al empresario pagar sus deudas con el Banco Santander Santiago.

En julio de 2006 Curauma se transformó en su nueva matriz. Pero tal como dice un colaborador del grupo, siendo la principal empresa de Manuel Cruzat Infante, la SVS dirigió hacia ella su ofensiva.

En concreto, la fiscalización se centró en la valorización de los fundos La Luz, de 1.026 hectáreas, y Las Cenizas, de 2.014 hectáreas. Esto desencadenó una avalancha de oficios de la superintendencia dirigida por Fernando Coloma porque la autoridad discrepaba de cómo Cruzat valoraba los terrenos. En el caso del fundo La Luz -que es la parte hoy urbanizada- pidió tasaciones independientes y también solicitó rebajar a 80% el valor de los terrenos, lo que hizo bajar el valor de los activos de Curauma.

En el fundo Las Cenizas, la situación fue más compleja porque EuroAmérica valoró a esta propiedad como un bosque, a 0,09 UF el metro cuadrado, mientras que Cruzat lo tasó en 0,35 UF, como área urbana. La SVS le dio la razón al primero, lo que hizo bajar la tasación de US$150 millones a US$50 millones, dicen en el grupo. Estas dos rebajas hicieron bajar el patrimonio de Curauma.

Deudas desde hace décadas
Otro foco de la fiscalización a Curauma son sus deudas. La SVS se ha enfocado en las acreencias tributarias que datan desde hace varias décadas -algunas vienen de la época de Cruz Blanca- y muchas de ellas con municipalidades, por pago atrasado o no pago de patentes. Según el grupo Cruzat, las acreencias de este tipo suman unos US$20 millones, casi lo mismo que las deudas bancarias.

En ese punto, la SVS también ha pedido los alcances de un pacto con los bancos que podría reducir los pasivos bancarios en 34%, tras el compromiso de pago de US$ 8 millones por parte de la sociedad de origen norteamericano Genesee y Wyoming. Esta operación la lleva el Bci y la transacción se atrasó a mayo.

La relación de Curauma con otras sociedades ligadas a Manuel Cruzat Infante, también ha sido un ítem. Esto porque en su momento de gloria, el empresario llegó a tener más de 700 sociedades -hoy tiene más de 60 firmas- y éstas se prestaban o constituían garantías entre sí en una compleja trama financiera.

En el grupo señalan que hay poco riesgo de contagio sistémico porque tiene deudas bancarias de sólo US$18 millones. Tiene el crédito bancario cortado desde 1996, cuando se hizo pública su falta de liquidez y eso lo llevó a enajenar varios activos valiosos. Según comenta un colaborador del grupo, "siempre que están a punto de prestarle, los bancos detectan algún desorden y los bancos son alérgicos a eso y se cierran las puertas".

Esta situación, agrega Paul Fontaine, ha hecho que Curauma no despegue como debiera. "Un proyecto inmobiliario es muy intensivo en capital y si un controlador (como Manuel Cruzat Infante) no tiene acceso al financiamiento bancario, es muy difícil que le vaya bien", explica.

El grupo que llegó a representar el 5% del PIB A comienzos de los años 80, el grupo que lideraba Manuel Cruzat Infante con su cuñado Fernando Larraín Peña era el mayor del país, con más de 100 compañías, como el Banco de Santiago, Copec, CCU, Ladeco, y Provida, entre otras, que representaban cerca del 5% del PIB del país.

La crisis del 82 hizo mella en ellas y por el elevado nivel de endeudamiento el conglomerado no pudo sobrevivir. Las empresas fueron intervenidas y vendidas.

El grupo Luksic se hizo así de la cervecera CCU y de parte del Banco de Santiago, mientras Anacleto Angelini compró Copec y su principal activo, Celulosa Arauco. Hoy estas empresas son las bases de sus respectivos imperios económicos. Provida fue adquirida por Bankers Trust y con los acreedores y cambios con los años sería parte del hispano BBVA.

Pese a estas vicisitudes, Manuel Cruzat Infante resurgió gracias a algunas inversiones forestales y mineras. En 1992 separó aguas con Fernando Larraín y arremetió en el negocio financiero y de salud, creando la isapre Cruz Blanca. La mala fortuna tocó a su puerta una vez más y en 1996 entró en una crisis por falta de liquidez, que lo obligó a vender sus negocios de a poco, como la isapre a Juan Hurtado -que luego la vendió al triple-, y al ABN Amro el emblemático edificio de Apoquindo, donde hoy tiene varios pisos.

Los problemas se alargaron al punto que en 2002 Minera Cascada y Minera Pudahuel entraron en un convenio preventivo. Luego vendió el ferrocarril Fepasa y selló el pacto con los Hurtado en Lo Aguirre. Pero nunca logró la confianza de la banca y desde hace 18 años vive en un verdadero ostracismo financiero.


La vuelta de los hijos La formulación de cargos de parte de la SVS cayó como un balde de agua fría a los hijos de Manuel Cruzat Infante. Si bien casi todos pasaron en algún momento de sus carreras por el grupo CB, hoy estaban navegando en sus propias aguas. "Nos estamos metiendo de nuevo en los negocios del papá, para ver qué podemos hacer para ayudar", confidencia uno de sus hijos.

José Luis, de 44 años, es uno de los más involucrados, ya que preside Capitales desde enero de este año, pese a estar dedicado a sus propios negocios. Manuel ya estaba fuera del grupo desde hace dos años, cuando optó por dedicarse a los salmones y a la energía generada por biomasa e importación de casas desde EE.UU.

Gonzalo, tras estar cinco años en la fiscalía de la matriz CB, optó por formar su propia oficina. Este es quizás el más conocido de los Cruzat, porque alegó contra la fusión de LAN con TAM, pero sobre todo porque cuando era niño fue secuestrado por el FPMR y su padre tuvo que pagar un millonario rescate. Años más tarde intentó, sin éxito, que su caso fuera considerado en la Comisión Valech.

Nicolás, que creó los negocios de internet, hace ya cuatro años que vive en Chicago, EE.UU. A ese país también se fueron los mellizos Francisco y Antonio. Rodrigo es periodista y también estuvo en CB. De las hijas, trabajaron en CB Delia, que ya no está, y Alejandra, a cargo de Atacam. Paula es parte de la Fundación Nocedal, mientras Rosario se tituló hace pocos años.

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