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CEO de BlackRock, Larry Fink: "Washington y Wall Street han decepcionado a mucha gente"

lunes, 19 de diciembre de 2011

Marcela Vélez A.
Economía y Negocios

Algún día fue un patito feo del mundo financiero. Pero hoy dirige la principal administradora de fondos del mundo. Quizás eso, sumado a su fama de buen consejero, explica su cercanía al poder.

Es fácil imaginarse a Larry Fink en una escena de El Padrino. Con su hablar pausado, pero directo. Su anillo de oro y una mirada frontal.

Pero no hay que equivocarse. No es El Padrino, es el consigliere (consejero). Un hombre capaz de decir a los poderosos lo que nadie se atreve a decir, con una influencia privilegiada entre quienes toman las decisiones. Muchos lo llaman "el poder tras las sombras".

Fink no lo afirma ni lo niega. "Paso mucho tiempo hablando con gente", responde cuando "El Mercurio" le pregunta directamente si él es el poder entre Washington y Wall Street.

Laurence "Larry" Fink, de 62 años y graduado de UCLA, es el presidente y CEO de BlackRock. Una de las firmas ganadoras tras la crisis financiera de 2008. Mientras los grandes bancos de inversión de Wall Street recurrían a fondos estatales para sobrevivir, BlackRock ganaba contratos como el manejo de los activos de Bear Stearns en poder del gobierno estadounidense, la asesoría para la Reserva Federal de Nueva York o la supervisión de las agencias hipotecarias federales Fannie Mae y Freddie Mac.

Hoy la firma supervisa un total de US$ 12 billones (millones de millones), de este monto un total de US$ 3,3 billones son manejados directamente por la firma, incluyendo parte de la cartera de los Fondos de Reserva de Pensiones chilenos. La cifra es más del doble de los US$ 1,4 billones que tenía en su portafolio a junio de 2009.

BlackRock es hoy la administradora de fondos más grande del mundo y Fink el hombre de Wall Street más cercano al poder político.

Como un buen consejero, no deja que su cercanía le impida hacer duras críticas: "El problema de Estados Unidos es que la gente está sentada sobre el dinero, en efectivo y bonos. Las empresas están sentadas sobre US$ 3 billones en caja. ¿Por qué? Porque están asustadas por el futuro. El gobierno de Estados Unidos ha mostrado una total falta de capacidad de liderazgo para inspirar y generar confianza".

En este punto de la entrevista, el tono de voz de Fink exuda pasión patriótica. Es un firme creyente de que la economía estadounidense sigue siendo la más dinámica del mundo y la más innovadora. Es la economía de Apple, de Google, afirma mientras sostiene un café de Starbucks que mandó a comprar especialmente para sentirse en casa. "Cada día nuestra vida está más cruzada por la innovación estadounidense", sostiene.

En el último mes la economía estadounidense ha dado señales sorprendentes de resiliencia, como la sorpresiva reducción de la tasa de desempleo del 9% a 8,6%. Por eso, Fink cree que el problema no está en la economía, sino en los políticos.

Y aunque cree que la Canciller alemana, Angela Merkel, ha hecho un gran trabajo enfrentando la crisis, reconoce que el problema del liderazgo político no es exclusividad de Washington.

-¿Está de acuerdo con la tesis de que podemos estar frente a una década perdida en los países desarrollados por la falta de liderazgo político?
"Creo que los gobiernos en Japón, Europa y Estados Unidos han fallado en comunicar a la gente los problemas que tenemos y los remedios que se necesitan".

Para Fink el escenario político actual le recuerda a los 70, la década de Nixon y Watergate. Por eso -reclama- lo que el mundo necesita hoy es algo como lo vivido en la década siguiente: "En los 80 tenías a (Ronald) Reagan en los Estados Unidos y a (Margaret) Thatcher en Reino Unido, mandatarios que ayudaron a mantener a la gente esperanzada y la convencieron de creer en sí mismos y en su país".

La crisis financiera descubrió grandes falencias, no sólo en el balance de las economías europeas, sino también fallas en la relación entre Washington y Wall Street: "Se supone que los gobiernos deben crear leyes y regulaciones y las empresas impulsar la vitalidad económica. Pero las empresas comenzaron a vender cosas que no debían. Crearon hipotecas sin buen respaldo y el gobierno estaba ahí. No lo hicieron a escondidas. Los reguladores lo sabían y no lo detuvieron. Por eso cuando sucede la crisis de 2007 (2008 y 2009), millones de personas con justa razón reclaman que Washington y Nueva York le fallaron al país. Se supone que ellos debían mantener al país vivo y dinámico... Necesitan reconocer que hubo errores y llegar a un acuerdo sobre cómo resolverlos. La verdad es que Washington y Wall Street han decepcionado a mucha gente".

Fink entiende el enojo de la gente y justifica la aparición de movimientos a la manera de Occupy Wall Street como parte de las consecuencias del descalabro provocado por la crisis. "Necesitamos una nueva clase política, capaz de dar esperanza, de inspirar, pero al mismo tiempo capaz de hablar con claridad sobre los problemas", sentencia.

Por lo pronto Fink no ve salida, pues ninguno de los candidatos a ocupar la Casa Blanca el próximo año parece reunir las condiciones necesarias.
¿Y Europa? Ni qué hablar.

El Rey Midas dice dónde invertir
Para Lawrence Fink el mayor riesgo que enfrenta el mundo hoy no está en las abultadas deudas soberanas europeas o en el lento crecimiento estadounidense. Lo que le preocupa es la volatilidad. Y no porque el Dow Jones pueda perder 2% en un solo día, y a veces sin mayores razones, sino por el efecto que está provocando en los inversionistas: "¿Cuánto logrará la volatilidad asustar a los inversionistas? Los inversionistas están poniendo cada vez más dinero en bonos, en efectivo, en depósitos. Pero no puedes obtener suficiente rentabilidad invirtiendo en bonos. Es una mala decisión de largo plazo".

Contrario a lo que sugieren la mayoría de asesores financieros, Fink no recomienda invertir los ahorros, especialmente los previsionales, en renta fija. Si por él fuera -asegura- tendría todo su patrimonio (sólo el año pasado ganó US$ 23 millones) en acciones. Algo llamativo, para el CEO de una firma con un negocio millonario en bonos.

"Si destinas suficiente de tus ingresos mensuales cada año y lo pones en un bono con tasa baja, éste te dará cierta rentabilidad para cuando tengas 60 o 65 años. Pero la mayoría de la gente no ahorra lo suficiente y al ponerlos en bonos lo único que hace es empeorar todo, porque no obtendrá la rentabilidad necesaria al momento de jubilarse", alerta.

Según Fink, nunca ha sido tan fácil invertir en acciones con un riesgo tan acotado, gracias a la variedad de instrumentos. Por ejemplo -explica- se puede armar un portafolio de acciones ligadas al crecimiento local y que paguen dividendos de un 4%. Incluso si el mundo creciera a un 3%, por debajo de su potencial, la rentabilidad sería de un 7%, y al tratarse de acciones, la inversión estaría protegida contra la inflación.

A eso hay que sumarle la oportunidad. Fink asegura que los ratios de Precio/utilidad de la acciones en Estados Unidos son los más bajo desde 1980. "Pero la volatilidad está haciendo que la gente huya de las acciones y se refugie en los bonos, precisamente en el momento en que no debe hacerlo".

Vuelta al futuro
Este californiano comenzó su carrera a los 23 años en 1976, cuando Wall Street apenas manejaba US$ 250 millones, recuerda. Ahora, Larry Fink está convencido de que se vivirá una "vuelta al futuro" y que tras la pérdida de confianza en el sistema, la industria financiera será más pequeña (en términos del número de firmas) y bajo una mayor influencia de los reguladores.

Por su propia experiencia, está acostumbrado a las transformaciones. Larry Fink no siempre fue poderoso. Su primer trabajo lo realizó en First Boston, donde surgió rápidamente al formar parte del equipo que desarrolló el negocio, en ese entonces desconocido, de los bonos securitizados (considerados hoy como la causa de la crisis subprime).

Fink se volvió una sensación. La fama duró hasta que su unidad perdió US$ 100 millones. Dejó First Boston (hasta hoy asegura no haber sido despedido) y dos años después fundó BlackRock junto a varios socios en 1988 y bajo el paraguas de Blackstone Group. En 1993, BlackRock se independizó.

La empresa se hizo pública en 1999 y hoy forma parte del S&P 500 con una capitalización bursátil de US$ 30 mil millones. Ya sea por el tamaño de ésta, su afición personal (estudió Ciencias Políticas) o su reputación como asesor, también se acercó al poder político. Una cercanía que muchos atribuyen a una ambición desmedida.

-¿Es usted ambicioso?
"Sí, creo que sí".

-¿Es tremendamente ambicioso como dicen?
"Sólo diré que hago mi trabajo".

-¿Es el hombre más poderoso de Wall Street?
"No sé qué significa eso".

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