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La historia del emprendedor que quiere que todo se pague con huella electrónica

domingo, 17 de abril de 2011

María José Gutiérrez
Economía y Negocios

Lemontech partió cuando Ignacio Canals era alumno de ingeniería civil en la PUC. En tres años, la empresa ha crecido 413% y pretende facturar US$2 millones este año.

Papeles post-it pegados en todas las paredes ordenados en columnas. Verdes, amarillos, morados. Empleados trabajando en ropa informal, con polerones con gorro. Y decenas de computadores y notebooks . En una oficina, Ignacio Canals (30).

Esta es una historia que comenzó en 2003 cuando cuatro amigos "computines" de ingeniería civil de la Pontificia Universidad Católica (Andrés Barriga, Juan Pablo Cuevas, Daniel Undurraga e Ignacio Canals) decidieron emprender.

Sin un proyecto definido partieron desde sus casas creando portales web a pedido, bajo el nombre de "Lemontech".

Sólo una vez egresados, se definieron como una empresa desarrolladora de software . Crearon entonces un programa similar a Colegium (que permite a los apoderados seguir el rendimiento y conducta de sus hijos), que alcanzó a operar en el Newland School, pero luego no tuvo éxito. "Fue la primera lección. No resultó porque no lo hicimos en serio, éramos chicos", dice Canals.

El gran salto
Entre diferentes portales y desarrollos específicos recibieron la llamada de Pablo Izquierdo (gerente general de I-Med). Les pedía que desarrollaran las licencias médicas electrónicas.

"Tuvimos que participar en mesas con el Gobierno y las isapres. Teníamos que entender cómo funcionaba la industria, conocer a los diferentes actores. Incluso tuvo que salir un decreto de ley basado en nuestro software para que se pudieran aplicar estas licencias", cuenta orgulloso.

Fue el primer gran proyecto. Y les removió el piso.

Era 2007 y los cuatro amigos se replantearon su futuro. Uno de ellos optó por emplearse en el mundo privado, otros dos continuaron por su parte -y luego dieron vida a Clandescuento, que fue vendido el año pasado a Groupon- y Canals se quedó como único socio de Lemontech. Para hacerlo tuvo que comprarles a sus socios la empresa en unos $60 millones. Y partió de cero.

"Me di cuenta de que teníamos que armar dos áreas, una de desarrollo -proyectos que generan un alto impacto- y otra de producto: crear productos propios y venderlos como servicio.

En la primera, además de las licencias médicas electrónicas (que están integrando a Fonasa actualmente), crearon otros proyectos, como un sistema de bonos electrónicos para las patologías GES y certificados zoosanitarios de exportación, que integra al SAG y las empresas exportadoras y les permite obtener certificados electrónicos. Además, desarrollaron el "Notario electrónico", que permite firmar contratos a través de la biometría, tecnología que adoptaron Cruz Blanca y Dijon. "Queremos eliminar el papel y que, por ejemplo, para el contrato de teléfono, puedas hacerlo poniendo el dedo desde tu casa", asegura.

En el área de productos crearon un software que utilizan hoy 220 locales de Cencosud que se emplea para controlar el "robo hormiga", conectando a la gente de seguridad con los abogados de la empresa, quienes pueden ver online la persona detenida, registrarla en una base de datos y revisar si tiene un prontuario.

Desarrollaron también un sistema para administrar las salas de venta de las inmobiliarias. Pero, sin duda, el producto más exitoso que han desarrollado es el "Time Billing", que permite a los abogados ingresar sus horas, facturar y hacer reportes de gestión. Estudios como Bofill, Álvarez, Hinzpeter & Jana; Morales & Besa; Cruz & Allende; Noguera, Larraín & Dulanto; Estudio Jurídico Otero, son algunos de los más de 60 bufetes que tienen el servicio.

Desde fines del año pasado incorporaron clientes en Perú, Colombia, Uruguay, Costa Rica y Argentina.

"Estamos sumando seis o siete nuevos clientes al mes", cuenta.

A futuro
Lemontech -en tres años ha crecido 413%- tuvo utilidades en 2010 por US$ 800 mil y espera facturar US$2 millones este año.

A las dos áreas existentes acaban de incorporar una tercera: de innovación. Esta área busca proyectos de muy alto potencial asociado a un alto riesgo. Un Facebook.

"Creo que la diferencia que tuve con mis socios es que ellos se la jugaron por un gran proyecto, con bajas posibilidades de que resultara, pero si funciona, era un éxito. En ese lado cuesta mucho tener una segunda oportunidad. A ellos les resultó. Yo fui paso a paso. Me puedo demorar 10 años en encontrar un proyecto explosivo, pero se sustenta en las otras dos áreas", reflexiona Canals.

Ya hizo su primer invento: Cuponix.cl, un portal que agrupa todas las páginas de descuento (incluido Groupon), donde las ofertas se clasifican por categoría. Lo desarrolló en dos meses y lo vendió.

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