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Carlos Celle, el empresario que le vendió el terreno a Paulmann frente al Alto Las Condes

sábado, 26 de junio de 2010

A.G. y J.T.
Economía y Negocios

Siempre vinculado al sector energético, también fue uno de los pioneros en el cultivo de ostiones en Chile. Hoy maneja negocios vinculados a los sectores minero y petrolero.

"Creo que los operadores maniobraron mal la válvula. Fue demasiada confianza en lo que el equipo podía hacer. Esas válvulas vienen súper probadas, armadas y bien hechas". La frase es del empresario Carlos Celle Cafferata, al comentar qué pudo ocurrir con el bullado caso del derrame de petróleo en el Golfo de México.

El tema lo conoce de cerca: "Yo estuve a cargo en su momento de la fabricación de la válvula, en su versión en los años en que yo trabajaba allí", dice este reservado empresario, vinculado por décadas al sector energético, pero que hace unos días hizo noticia tras conocerse un acuerdo con Cencosud por un negocio muy diferente: el codiciado paño frente a Alto Las Condes (en Avenida Kennedy con Padre Hurtado Norte), que vendió al holding de Horst Paulmann. Convenio que Celle abrochó a fines del año pasado en su casa, sin abogados (salvo el que estudió los títulos), y cuya escritura se firmó el 12 de febrero.

Hijo de un inmigrante italiano que se avecindó en Valparaíso, Carlos Celle estudió en la Scuola Italiana.

Se decidió luego por ingeniería civil en la Universidad de Chile; partió a Estados Unidos becado, para cursar un MBA en Indiana, y tras ello se quedó trabajando por 10 años para Cameron, compañía que se dedicaba a la producción de equipos para perforaciones para la industria petrolera (válvulas de seguridad, cabezas de pozo).

En dicha compañía -a la que ingresó como asistente y en que se familiarizó con las citadas válvulas que ahora hacen noticia por el derrame- llegó a ser gerente general para América Latina en 1978, cargo con sede en Buenos Aires. Y tras emigrar a similar cargo a la firma Weatherford -también asentada en la capital trasandina-, optó por la independencia y gestó su primer emprendimiento en el mismo rubro de servicios para la industria petrolera.

Con socios americanos dio servicios costa afuera a Enap en Magallanes, en Argentina a YPF, e incluso a Petrobras en Brasil, en la zona de Campos, a mediados de los 90.

Luego se diversificó hacia México, también con socios norteamericanos, con la firma Compañía de Servicios Técnicos, para proveer servicios de fluidos de perforación a Pemex. Y junto a una firma británica inició un proyecto desde cero de cultivo de ostiones en Bahía Inglesa. Con Cultivos Marinos Internacionales, Celle -quien luego le compró a la inglesa su parte- llegó a ser el mayor productor de ostiones, negocio que hace casi cuatro años vendió a Camanchaca, firma que se interesó en el área de concesión de mil hectáreas, pero para cultivar abalones.

Celle enfatiza que no es un empresario inmobiliario, a pesar de que ha desarrollado negocios en el sector -un proyecto en La Serena para el segmento medio, Solar de Peñuelas, y algunos paños industriales en la Panamericana Norte.

Según recuerda, el codiciado paño de Kennedy lo adquirió al banco Bci a mediados de los "80, "con la finalidad de hacer una inversión. Lo veía como futuro", rememora.

"Trabajamos para Vitacura"
En su origen eran 50 mil metros cuadrados que, en sociedad con Moller y Pérez Cotapos, desarrolló con proyectos de casas en parte del terreno. Hasta quedar los 22.500 metros cuadrados que ahora transfirió. Para agregarle valor, Celle promovió y obtuvo permisos de construcción hace unos siete años, de acuerdo a la norma que en ese momento regía en Vitacura, para unos 260 mil metros cuadrados de edificación. Contemplaba torres de departamentos, un hotel, oficinas y un mix comercial.

En el intertanto, en dicho paño se instaló una feria de artesanía, un restaurante y hasta un circo, los que Celle explica como iniciativas transitorias, con permisos temporales, para generar ingresos para las contribuciones. Eran $100 millones al año los que tenía que pagar por este concepto. "Trabajábamos para la Municipalidad de Vitacura", dice.

Hace unos días, Cencosud confirmó el precio que pagó por el terreno: 1,43 millones de UF (unos US$56 millones).

Celle explica que con Paulmann conversaron por años del negocio. "Estuvo siempre interesado. Desde el día que hizo el Alto Las Condes que está en contacto conmigo. Nos conocemos mucho", manifiesta.

Es que el paño era de sobra atractivo para Cencosud, pues le brinda una forma de complementar Alto Las Condes.

Ahora Paulmann deberá trabajar con el arquitecto que diseñó la iniciativa sobre la que se otorgaron los permisos a Carlos Celle, José Ramón Ugarte, para tener la misma constructibilidad en el terreno que compró.

Aunque el empresario se tomará un tiempo para ver las oportunidades de inversión que se presenten con los recursos que obtuvo, se inclina por los servicios de alta tecnología en el área minera. Hoy, con su holding CMI Inversiones, gestiona dos compañías: Consorcio Aciducto, con la que transporta por tubería el ácido sulfúrico desde Chuquicamata a Radomiro Tomic, como socio estratégico de Codelco. Y Consorcio Ril Light, con la que hacen tratamiento en Ventanas, en vez de que la refinería vierta los residuos al mar.

"He tratado de consolidar tanta cosa distinta y focalizar", dice.

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