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La publicidad se convierte en una buena aliada para revivir la industria musical

viernes, 09 de abril de 2010

Pablo Tirado Henríquez
Economía y Negocios

Artistas ofrecen música gratuita para comerciales a cambio de difusión en los medios.

A finales de los años noventa, Moby era un músico conocido más que nada en el ambiente electrónico e indie y resultaba bastante improbable que alcanzara los niveles de masividad de Backstreet Boys o Britney Spears, los artistas que dominaban los charts.

Pero con la llegada del siglo XXI, el panorama cambió radicalmente y Richard Melville Hall -el verdadero nombre del cantante- se transformó en uno de los autores más escuchados de la historia. La hazaña la logró de la mano de la publicidad, ya que en 1999, cuando lanzó su álbum "Play", tuvo la idea de liberar todas las canciones del disco para que fueran utilizadas en TV, cine y publicidad. El resultado fue abrumador. Además de que sus singles aparecieron en más de 420 avisos publicitarios sólo en el año 2000, las ventas de su disco "Play" se fueron a las nubes, alcanzando las 10 millones de copias y transformándola hasta el día de hoy, en la placa de música electrónica más vendida de la historia.

Criticado por los músicos más ortodoxos, el artista -que se presenta en Chile el próximo 27 de abril- se defiende diciendo que toda la publicidad está presente en todas partes y que, cada cual, se enfrenta a ella como quiere: "Mi posición sobre eso es que prefiero tomar dinero de las malignas corporaciones, que dárselo", ha comentado.

Pero más allá de la controversia que puede causar, su formato de negocios está comenzando a encontrar adeptos en Chile. Uno de los precursores es el abogado y músico Rodrigo Velasco quien, a través de Trapananda Publishing, ofrece un catálogo de música gratuita o a precios muy bajos, para distintas producciones audiovisuales.

Por su trabajo como socio de Alessandri y Cía. conoce a cabalidad cómo funciona la legislación chilena en temas de derechos de autor. Por eso su modelo de negocios se basa en que el artista no recibe un gran pago por ceder sus derechos, sino que debe esperar por los pagos periódicos que hace la SCD a los autores cuyas obras son transmitidas en medios de comunicación. "Las ganancias son variables. Dependen de la cantidad de veces que rote una canción y también del medio en el que lo haga. Es más rentable que aparezca en un medio grande", comenta.

Por la cortina de un programa de TV, por ejemplo, el artista puede recibir desde $500 mil hasta $1,5 millones. "Como se trabaja con artistas nuevos, más allá del dinero, lo que se busca es hacerlos conocidos", concluye.

Carlos Salazar, gerente de producción de los sellos locales Oveja Negra y Sello Azul, comparte la idea de que esta estrategia beneficia más que nada a los artistas emergentes. "Cuando se trata de artistas consagrados es más difícil no cobrar los derechos de autor", dice. Además aprovecha de recalcar que, aunque existe el mito de que conseguir una canción chilena es engorroso, el trámite es tan simple como con los artistas internacionales (ver nota relacionada). Hoy, el ejecutivo, está afinando un catálogo con distintas tarifas para la música de chilenos.

Entre los artistas locales que han conseguido notoriedad gracias a la publicidad se encuentran Javiera Mena, cuyo single "Esquemas juveniles" aparecía en la publicidad de Falabella y la agrupación CHC, que, cada cierto tiempo, negocia con Entel el uso de su tema "Gente". En el mundo, conocido es el caso de la canción "La flaca" que fue creada por un publicista para un comercial de cigarrillos. El éxito fue tal que el creador dejó su trabajo y formó la banda "Jarabe de Palo".

Estrellas internacionales son las más utilizadas
Son por lejos la debilidad de los publicistas. Un rápido recorrido por la pantalla local basta para notar como la canción que acompaña a la publicidad de Lider es una adaptación del tema "Dressed for Success" de Roxette o que Santa Isabel basa su comunicación televisiva en temas conocidos con letras especialmente modificadas ("Don" de Miranda y "Hey Mickey" de Toni Basil, entre otras).

Aunque existe el mito de que estas empresas realizan "modificaciones" para no pagar los derechos de autor, lo cierto es que en la mayoría de los casos sí se paga.

Luis Garay, de Sony Publishing, explica que las canciones tienen dos derechos: el fonográfico -que considera a la canción y al artista que la interpreta- y el de autor, que se refiere a los creadores. "Cuando se trata de canciones de artistas famosos, las marcas piden la autorización para utilizar un cover o para regrabar el tema, porque es más barato", dice. Dependiendo del artista, el proceso puede llevar varias semanas y, si se opta por solicitar la versión original, el costo puede llegar hasta los US$ 100 mil.

Algunos de los que tienen más restricciones son Abba, Queen y Los Beatles. En el caso del cuarteto de Liverpool, por ejemplo, el fonograma original no está disponible para publicidad y sólo se autorizan covers . Es el caso de la canción "Drive my car" que aparece en los comerciales de Paris y Hugo Boss.

Chilenos consagrados también se suman a la tendencia
Sus voces y sus estilos son más reconocibles por el público y, por lo mismo, los artistas nacionales también son requeridos para la publicidad. Javiera Parra, por ejemplo, ha grabado canciones para Agrosuper y además cantó el tema central y fue el rostro de la campaña de Metro el año pasado. "Aunque siempre hay interesados, nunca he llegado a acuerdo para ceder los derechos de un tema mío para un comercial", aclara. Pero si de canciones para publicidad se trata, el que tiene más experiencia en el área es Albero Plaza. Durante los 80, el intérprete de "Que cante la vida" fue un prolífico creador de jingles como el de Clos de Pirque, Pizza Nostra y Apumanque. Nicole y Los Tres han cedido los derechos de sus canciones a comerciales.


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