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Desempleo: la batalla perdida

miércoles, 13 de mayo de 2009

Hernán Cheyre V., Economista


De acuerdo con los cálculos de Libertad y Desarrollo, se obtiene para el mes de marzo una tasa de desempleo corregida de 11,2%, equivalente a 780 mil personas sin trabajo.




Las "cifras duras" que entregan las encuestas sobre ocupación y desempleo muestran con absoluta nitidez una realidad que es indesmentible: el Gobierno perdió la batalla contra el desempleo. Si a las cifras oficiales de desocupación se suma el número de puestos de trabajo creados a través de los programas de empleo con apoyo fiscal -151 mil personas en el primer trimestre-, de acuerdo con los cálculos de Libertad y Desarrollo se obtiene para el mes de marzo una tasa de desempleo corregida de 11,2%, equivalente a 780 mil personas sin trabajo. Y para los meses venideros, por el solo efecto estacional, lo que cabe esperar es un agravamiento del problema.

¿Por qué hemos llegado hasta este punto? Es innegable que el entorno internacional más desfavorable que enmarca la actual coyuntura ha dificultado el cuadro global, pero sería miope no reconocer que la enfermedad laboral que afecta a Chile es de más larga data. ¿Y cuál es el origen del problema? Principalmente, la pérdida en la capacidad de crecimiento que se arrastra desde los tiempos de la Crisis Asiática, unida a un poco fluido funcionamiento del mercado del trabajo, en el cual subsisten restricciones que son especialmente desfavorables para los trabajadores más jóvenes y con menor calificación. De hecho, mientras la tasa de desempleo a nivel nacional alcanzó, de acuerdo con el INE, un promedio anual de 7% en el período 1990-2008, entre los años 2000 y 2008 subió a 9%. Este aumento de dos puntos porcentuales en la tasa de desocupación "estructural", aplicada al volumen actual de la fuerza de trabajo, significa que se generó un "bolsón" de 140 mil desempleados adicionales, que no ha podido eliminarse. No deja de llamar la atención que esta cifra sea bastante similar a los puestos de trabajo que se están manteniendo artificialmente a través de los programas con apoyo fiscal, como paliativo de corto plazo. Así, lo que se está sosteniendo a través de programas de emergencia es prácticamente equivalente al volumen de desempleados que se acumuló como consecuencia de la pérdida de dinamismo económico de la última década, y por tanto el problema no se va a resolver una vez normalizada la economía chilena luego de esta coyuntura internacional adversa. El desafío, pues, será doble: crear fuentes de trabajo para este gran número de desempleados que se ha acumulado, y también para todos aquellos que se incorporarán a la fuerza laboral en los próximos años.

Desde esta perspectiva, el Acuerdo Nacional por el Empleo contiene medidas que -más allá del juicio técnico que se pueda emitir respecto de ellas- apuntan a contener el problema desde una perspectiva eminentemente "defensiva": proteger el empleo de quienes actualmente tienen un trabajo. Sin embargo, lo que sigue haciendo falta es un enfoque que actúe más a la "ofensiva", en el sentido de preparar el terreno para facilitar la creación de nuevos puestos de trabajo, y, de esa manera, resolver con un carácter más permanente un problema que hoy aqueja a 780 mil chilenos. Este es el verdadero desafío.


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