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Cuando Diego Cerón (casado, 31 años) fue a un asado a la casa de un amigo, al frente del Parque Mahuida en La Reina, descubrió un mundo de diversión inexplorada. Por las risas y los gritos que venían del parque supo que allí estaba Rodelbahn, un centro de entretenimiento único en Sudamérica, gracias a su atracción estrella: una pista de un kilómetro de acero inoxidable en la precordillera, donde se deslizan carros entre la floresta con uno o dos pasajeros y a toda velocidad. Esto, si el usuario así lo quiere, pues él controla este trineo que no necesita nieve.
Diego no dudó en compartir el hallazgo con su familia. Se organizó con su señora, su hijo de 14 años y tres matrimonios amigos para pasar una tarde de sábado llena de emociones.
"Los carros son fenomenales, es increíble la velocidad que se logra, y rozando arbolitos. Lo mejor es estar con la familia, en medio de la naturaleza, sin esmog y cerca de casa", cuenta el mimso Diego.
Esa cercanía es la mayor ventaja que tienen los centros de entretención capitalinos, que casi no han sentido una baja de clientes por la crisis. "Lo hemos tomado con mucha calma. Se nota en ciertas áreas pero hay que ver los próximos meses. No tengo temor porque la gente igual sale a pasear, lo disfruta", dice Silvia Farías, dueña de Rodelbahn.
La misma opinión comparte Marissa Mauri, administradora del Club Náutico Piedra Roja. Allí, además de cursos de navegación a vela en la laguna artificial de Chicureo -donde está emplazado-, se ofrece la posibilidad de arrendar embarcaciones a vela o a remo, para pasear o hacer deporte en un entorno natural. Los precios van desde $4.500 a $10.000, dependiendo del tipo de embarcación, entre las que se encuentran windsurfs, walker bays, laser, kayaks, canoas y botes. Ella asegura que estos valores son accesibles tanto para los adeptos al mundo náutico, como para cualquier familia. "Es un lugar único en Santiago donde se puede practicar deportes náuticos y la gente que es un poco fanática y que le gustan las actividades al aire libre, se las arregla para seguir viniendo", asegura.
Así, con atracciones novedosas y descuentos especiales, los centros recreativos capitalinos esperan anticiparse a la caída de visitas y explotar su principal ventaja: proximidad y entretención a bajo precio, pues las entradas parten desde $3.000.
Animales de la granja, pan amasado y pesca en Lonquén
Una laguna artificial, pero a 35 km de la capital, está en la Granja Educativa de Lonquén, que cuenta además con tours donde los niños pueden alimentar a los animales, ordeñar vacas, hacer figuras de greda y hasta pan amasado. La granja tiene además pisciculturas, para entretener a los padres amantes de la pesca. "Hay muchos papás que vienen. Las mamás y los niños se van a recorrer la granja y ellos quedan pescando", cuenta Roberto Illanes, administrador. También presta el servicio de arriendos de botes y canoas y el de camping por el día, con instalaciones aptas para pasar un día de campo, hacer un asado y hasta jugar partidos de fútbol. Durante el verano, también tienen allí toboganes y piscinas. Pero ahora que pasó la temporada alta, ponen el camping al servicio de los visitantes en forma gratuita, para incentivar que los visiten. Así, sólo se paga la entrada a la granja, que cuesta $3 mil los adultos y $2 mil los niños, y se pueden visitar todas las instalaciones.
Juegos extremos en La Reina
En este punto de entretención, la adrenalina es la tónica. El complejo cuenta con juegos y deportes extremos como el canopy, donde el participante, que puede ir acompañado de un instructor, se desliza rápido por un cable de 1.600 m, instalado en una pendiente a través de las copas de los árboles, por un valor de $12.000. Además, tiene un columpio gigante llamado swing, que suspende a los más arriesgados a 30 m de altura, acostados boca abajo en un arnés tipo alas-delta, y luego los suelta en caída libre que se transforma en un sobrevuelo. Eso sí, sólo pueden subir quienes midan más de 1,2 m. Para los niños y directamente traídos desde los laboratorios de la NASA, hay giroscopios, el sistema de entrenamiento de los astronautas que pone al cuerpo a dar vueltas en 360 grados.
Carreras de autos en Movicenter
Este año, además de organizar las clásicas y vertiginosas carreras de autitos donde compiten grandes y chicos, Christopher Henry, dueño de Prokart, la pista ubicada en Movicenter, está pensando crear desde el próximo mes un club de karting Vip, con karts que vienen llegando desde Europa para los clientes frecuentes y los corredores más asiduos.
Las carreras costarán lo mismo que valen para todo el público -$8.000 los adultos y $5.000 los niños-, pero el pago de la membresía les dará derecho a usar los nuevos autos.
Además, el empresario está pensando implementar un nuevo juego: un simulador virtual de carreras, una especie de videojuego pero más sofisticado. Aún no tiene fecha definida, pero está evaluando los distintos prototipos para habilitarlo durante el año.