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Los errores de la Crisis Asiática que la dupla De Gregorio-Velasco busca evitar a toda costa

domingo, 15 de febrero de 2009

Alejandro Sáez Rojas
Economía y Negocios Domingo

El diálogo actual entre el ministro de Hacienda y el presidente del Banco Central ha sido mucho más fluido que a fines de los noventa, confiesan quienes vivieron ese período.







En una conferencia en Buenos Aires en noviembre de 1999, uno de los economistas norteamericanos más destacados tachó la crisis que afectó a Chile ese año como la "recesión Massad".

Rudiger Dornbusch, hoy ya fallecido, creyó que el brusco freno de la actividad en esa época se debió al alza sustantiva de las tasas de interés que el instituto emisor aplicó al comienzo de la crisis. El resultado: un año con el Producto Interno Bruto cayendo y otros dos con muy poco dinamismo. El calificativo: bautizar con el apellido del entonces presidente del Banco Central a la crisis que vivió Chile.

Para una economía sólida, como se veía la chilena desde el exterior, fue como autoinfligirse una herida, pensaba el académico del MIT.

Parece que José De Gregorio -doctor en Economía del MIT, la misma universidad donde enseñó Dornbusch- entendió la lección y está empeñado a toda costa en aminorar los impactos de la crisis sobre la economía real. Pero en su batalla, el presidente del Banco Central no ha estado solo. Ahora, y a diferencia de lo que ocurrió en los noventa, ha estado fuertemente coordinado con el ministro de Hacienda, Andrés Velasco.

"Hoy claramente se observa una mejor coordinación que en el pasado", comenta un testigo privilegiado de los años de la Crisis Asiática.

Por eso es que las experiencias de esa crisis resuenan, según conocidos, en los pensamientos de José De Gregorio. Desde que los problemas afectaron al sistema financiero -a través de una fuerte restricción de préstamos que se traspasaría a las empresas privadas- el consejo del instituto emisor tomó todas las medidas de resguardo para evitar que las tasas de interés de mercado se fueran a las nubes.

En la Crisis Asiática, la tasa de crédito diaria llegó a sobrepasar el 50%. .

Como explican algunos economistas, es claro que un escenario de ese tipo -aunque sólo fuera por unas pocas semanas-dejaría muy descapitalizadas a varias empresas y abriría una puerta para que esta vez nos encontráramos con una "recesión De Gregorio". Y es probable que el actual presidente haya estado consciente de los riesgos de no actuar con diligencia.

Distinto contexto

A fines de los noventa, la realidad era diferente. La economía estaba sobrecalentada, lo que se notaba en que sus gastos eran muy superiores a sus ingresos, lo que se reflejaba en la cuenta corriente del país. "El déficit proyectado era de 7% del PIB", una cifra demasiado alta y que debía ser atacada por varios frentes: el cambiario, el monetario y el fiscal.

"Quizá nos equivocamos en encontrar la combinación correcta entre tasa de interés y tipo de cambio", confiesa hoy uno de los actores del instituto emisor de esos años. "Pero además era importante que recibiéramos la colaboración del fisco de esa época, para ayudar al ajuste", comenta.

Hasta junio de 1998, recuerda, la crisis para las autoridades de Hacienda, que encabezaba Eduardo Aninat, prácticamente no existía: "casi ni escuchaban nuestros argumentos", rememoran.

Más aún, en el Banco Central tuvo un fuerte eco las palabras de Eduardo Frei, en ese momento Presidente de la República -que coincidentemente también en Argentina- dijo en julio de 1998 que la "crisis no se ha presentado ni está en nuestros países". Muy diferente al realismo que mostró Michelle Bachelet, que dijo claramente: "se nos viene el vendaval".

El problema es que junto con esas declaraciones, el gasto público corriente del cuarto trimestre de 1998 creció a la friolera de 10%. Por ninguna parte parecía ser una economía en ajuste y sólo después de que los efectos ya eran visibles, el Ejecutivo se comprometió a elevar el gasto sólo 2,8% en 1999.

Gran parte del diferente escenario que se vive hoy día está dado por la regla de balance estructural y en el tipo de cambio libre. El Gobierno, desde la época de Nicolás Eyzaguirre, cuenta con un marco claro de navegación y el dólar no tiene que ser sostenido por bandas cambiarias que determinan el máximo y el mínimo al cual se transa la divisa.

Las empresas ya no están sobreendeudadas en dólares, que fue en parte una de las razones que tuvo el instituto emisor para evitar que el peso se depreciara aún más rápido, lo que además aumentaría la inflación.

Con Hacienda y el Banco Central en la misma línea, después del paquete económico multimillonario de Velasco, De Gregorio lidera en menos de dos meses una baja de 350 puntos base en la tasa de interés. Una apuesta por evitar que Chile salga de este episodio nuevamente trasquilado.

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