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Mujeres ocupan ocho de cada diez empleos de emergencia

martes, 03 de febrero de 2009

PABLO OBREGÓN CASTRO
Economía y Negocios

En sólo dos años, la participación de mujeres se elevó de 76 a 80,4%, según las cifras entregadas por el Ministerio del Trabajo.

Los planes de empleo de acción directa tienen dos características esenciales: operan entre personas que se encuentran fuera de la fuerza de trabajo -no trabajan ni buscan empleo- y tienen un sesgo eminentemente femenino.

El Estado tiene dos formas para fomentar el trabajo: los planes de acción directa, que son aquellos contratos para tareas poco calificadas, como limpieza y mantención de caminos, y los planes de acción indirecta, que consisten en bonificar la contratación de personas por parte de empresas privadas. En el primer caso, la participación femenina supera el 80%, mientras que en el segundo no llega al 45%.

¿A qué se puede atribuir esta diferencia de género? Según el investigador del Instituto Libertad y Desarrollo, Tomás Flores, estos programas son tan poco exigentes en términos de contratación que, en realidad, operan como un mecanismo de transferencia de dinero y no como un catalizador de trabajo real. "Como son programas en los que no piden nada, empieza a ingresar gente que, en realidad, está fuera de la fuerza de trabajo por años y que, si estos planes no existieran, no buscaría trabajo. Por esto mismo, no contribuyen con reducir las tasas de desempleo. Estas herramientas deberían haber sido eliminadas cuando el país superó los efectos de la crisis asiática, porque si el objetivo es transferir dinero, el instrumento es otro", dice.

La investigadora de la OIT, María Elena Valenzuela, no coincide. "El número de mujeres que buscan trabajo aumenta en la medida en que hay mayor disponibilidad de empleo. Los planes de acción directa son una salida al mercado laboral para muchas mujeres de sectores socioeconómicos bajos, porque muchas de ellas quisieran trabajar, pero no tienen las redes de acceso. Además, una proporción alta de las mujeres que ingresan a los planes de empleo se quedan en la fuerza de trabajo".

Durante los últimos tres años, los planes de empleo directo han ido acentuando su sesgo femenino. Según cifras del Ministerio del Trabajo, la participación de las mujeres en estos programas era de 76% en 2006, cifra que se eleva hasta 80,4% en 2008. Este incremento es consistente con el aumento que experimenta el número de mujeres jefas de hogar. En 1990, sólo 20% de los hogares del país eran liderados por una mujer, cifra que hoy supera el 30%. Incluso, en los hogares que se encuentran en situación de indigencia las jefaturas femeninas se han duplicado en los últimos diecisiete años y, prácticamente, uno de cada dos hogares pobres depende de una mujer.

Estos planes no contribuyen a reducir las tasas de desempleo, ya que emplean personas que están fuera de la fuerza de trabajo por años y que, si estos programas no existieran, no buscarían trabajo, afirma Tomás Flores.

Reducción de cupos indirectos
Hacia finales de 2007, el Estado ofrecía 28 mil empleos directos. Paralelamente, fomentaba la inserción real de 24 mil personas, ya sea bonificando su contratación por parte de empresas privadas o apoyando el microemprendimiento.

Pero los énfasis cambiaron y hacia el tercer trimestre de 2008 el Estado ofrecía casi 26 mil empleos directos y sólo 10 mil cupos indirectos, que son justamente los que exhiben mayores grados de productividad.

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