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Jorge Matetic hijo, el viñatero que apuesta por la desconocida biodinámica

domingo, 18 de enero de 2009

María José Gutiérrez
Economía y Negocios, El Mercurio

Como su padre Jorge Matetic, un actor relevante en el mundo agrícola y ganadero, lleva el emprendimiento en las venas. Fue pionero con el Syrah en un clima frío, en una viña que en vez de fertilizantes artificiales, utiliza plantas y animales.




Hace 15 años Jorge Matetic sólo distinguía entre tinto y blanco. Proveniente de una familia de empresarios ganaderos, lo suyo era el campo. Ex alumno del Santiago College, congeló sus estudios de Ingeniería Comercial en la UC y se trasladó al Valle del Rosario, en San Antonio, donde su familia es propietaria de nueve mil hectáreas, destinadas hasta entonces a la ganadería y forestación. Paralelamente, a fines de los 90, comenzaron a desarrollarse distintos vinos en la zona de Casablanca. Y Jorge Matetic decidió arriesgarse.

Se asesoró por la consultora vitícola norteamericana Ann Kraemer y el enólogo Ken Bernards. "Yo no entendía nada de vinos, así que tuve que aprender: viajando harto, concentrándome en plantaciones, distancia y riego", comenta. Se decidió a plantar 33 hectáreas. Hoy son 180.

La novedad fue el Syrah. Era la primera vez que en Chile se plantaba esta cepa en zonas de clima frío. Y el riesgo que corrió fue alto: un tercio de las parras. "Este vino fue una cosa que nadie entendió. En su primera vendimia sacó 93 puntos", cuenta orgulloso Matetic y agrega que desde entonces el Syrah se ha cultivado en todo el valle de Casablanca. Los reconocimientos no han sido pocos: puntajes superiores a 90 en revistas especializadas, top 100 según Wine, mejor Syrah de Chile en Descorchados 2008 y mejor bodega del año en Wine & Spirits Magazine 2008.

Para Jorge Matetic la viña es como un hijo al que vio nacer y crecer. "Conozco el corazón y las venas de esto", dice. Se involucra en cada detalle; qué barrica comprar, dónde, cómo construirla. "Soy meticuloso, me gusta que todo funcione perfecto. No puedo ver una parra fea y no arreglarla".

Cultivos sin químicos
Asesorado por el consultor biodinámico Alan York, Jorge Matetic optó por hacer una viña que fuera autosuficiente. "Teníamos la tierra, los animales, todo para que fuera biodinámica", agrega. Las ovejas y alpacas desmalezan, las gallinas eliminan bichos, el guano de vaca actúa como fertilizante, y a esto se suman diversas flores y semillas y cráneos bovinos.

"Fui a una viña donde todo era biodinámico, el tractor usaba ecodiésel y los carros eran eléctricos. Eso es lo que queremos desarrollar", explica.

El certificado biodinámico de la viña aún está en proceso. Sin embargo, Matetic cree que "después no va a haber mercados en los que se pueda entrar sin ser al menos orgánico".

Otra de sus pasiones: el turismo
A Jorge Matetic le encanta viajar, donde sea, desde Chiloé hasta una playa del Caribe, visitar la feria de Londres -donde va dos veces al año- o París, su destino preferido cuando de comida se trata. Por eso inauguró un hotel boutique en la viña y está a cargo de dos complejos turísticos en la zona de Torres del Paine-Patagonia Camp y Cerro Guido. Aquí también se involucra en los detalles más mínimos. "He aprendido a tocar la sábana y decir si está bien de hilos", explica Matetic y reconoce que por este tipo de detalles la gente paga más caro.

Cuestión de familia
Jorge Matetic dice que heredó de su padre las ganas de aprender, generar y hacer las cosas bien. Le enseñó a no ser flojo. "Cuando a uno le gusta su trabajo no se da ni cuenta de que está trabajando, y esto es entretenido porque se palpan los resultados", cuenta. Aunque trabajan bien como familia e incluso viajan juntos a las ferias "porque dos Matetic hacen más que uno", el gerente general de la viña aclara que la clave del éxito está en que las "pegas" estén bien distribuidas porque "en las cosas familiares no hay que toparse".




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