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Días de cambios para las economías latinoamericanas. Asumiendo que el "desacople" del que se habló en la génesis de la actual crisis económica ya es palabra obsoleta, tanto Brasil como Perú decidieron lanzar sendos planes anticrisis.
Fue el lunes cuando el presidente peruano Alan García terminó con lo que se llamó el "blindaje" peruano, dando a conocer un millonario programa de apoyo financiero.Tras los constantes reclamos de empresarios peruanos que se quejaban de que la crisis ya se había instalado, pero que nadie había actuado, el gobierno presentó un plan de inversiones por US$ 13 mil 200 millones, el que incluye un importante aumento del gasto público por unos US$ 3 mil 200 millones, además de un endeudamiento por hasta US$ 7 mil millones y otros US$ 3 mil millones en líneas de crédito.
Al respecto, Carlos Saavedra, economista de Apoyo -consultora peruana-, comentó que, en términos generales, las medidas del plan peruano van en la dirección correcta, de atender los efectos de la crisis en esa economía.
"Se busca compensar la demanda privada con demanda pública y evitar una desaceleración fuerte, sosteniendo un ritmo de crecimiento del empleo que impacte en el consumo", explica el economista.
Una inyección de confianza, dotando al gobierno de recursos por parte de organismos internacionales a través de líneas de crédito, es otra de las aristas.
"Aquí hay un mensaje de tranquilidad de que no va a haber grandes problemas de apreciación", explica Saavedra, agregando que aún hay optimismo, pero un "optimismo cauto".
Ayer Brasil también anunció un importante paquete de apoyo a su economía: exenciones fiscales, aumento del crédito y estímulo al consumo son parte de las medidas que utilizará ese país para impulsar la economía y evitar una profundización de los efectos de la crisis mundial.
El Banco Central anunció que se permitirá el uso de parte de las reservas internacionales para financiar a empresas brasileñas que recurren a financiamiento externo, lo que podría alcanzar los US$ 10 mil millones.
Además, para apoyar a la golpeada industria automotriz local, el impuesto para la compra de vehículos de precios más bajos y de hasta 1.000 cc se redujo a cero, mientras que el establecido para los vehículos entre 1.000 cc y 2.000 cc se recortó a la mitad.