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¿Llegó ya la recesión a Chile?

martes, 02 de diciembre de 2008

FELIPE MORANDÉ, Decano Facultad de Economía U. De Chile


Técnicamente aún no, pero estamos en algo muy parecido, y se sentirá con más fuerza durante el primer semestre de 2009.




El Banco Central entregó hace unos días la información de cuentas nacionales para el tercer trimestre del presente año. Hubo un grado importante de conformidad ante las cifras de crecimiento del PIB, el que, respecto del mismo trimestre de 2007, fue de un 4,8%. Con esto nos encaminamos a crecer algo por arriba de 4% en el año en su conjunto. Como para pensar que los efectos del tsunami financiero internacional todavía no se sienten a plenitud en las costas chilenas. Sin embargo, una lectura distinta a los mismos datos nos dicen otra cosa: si medimos la velocidad trimestre a trimestre que traía la economía chilena al tercer cuarto del año (es decir, el tercer trimestre vs. el segundo, ajustando por días hábiles y estacionalidad), resulta que el crecimiento fue negativo a una tasa de -0,23% anualizada. Y si hacemos el mismo ejercicio, pero proyectando el cuarto trimestre, es muy posible que la cifra anualizada se mueva apenas entre 0,5 y 1%. Claro, no nos va dar todavía para declararnos en recesión técnica y los números son mejores que los de EE.UU. (que tuvo una caída de 0,5% en el tercer trimestre y esperan una reducción de 4% para el cuarto) o de Europa (-0,8% en el segundo, igual número el tercer trimestre), pero vamos cerca. Es cierto que medir los cambios en la actividad económica de esta manera arroja cifras más volátiles que hacerlo en términos de variaciones anuales, pero es la forma en que se hace en los países desarrollados para determinar la fase del ciclo económico.

Las cifras más recientes de algunos indicadores dan cuenta, por lo demás, que los números rojos y las desaceleraciones se están dejando ver cada vez más. En octubre, la producción industrial desestacionalizada cayó en 1,8% en doces meses, en tanto las ventas lo hicieron en 4,7%. La minería decreció 8,2% en relación a octubre del año pasado (aunque ha estado floja todo el año), las ventas de automóviles se redujeron en 13,7% y las de viviendas en Santiago lo hicieron casi 20% en el mismo período. Por su parte, las importaciones de bienes de consumo crecieron 7,2% en doce meses (desestacionalizadas), en circunstancias que venían creciendo hasta septiembre a tasas por arriba de 20% anual. Es más, es muy posible que muestren una variación negativa en noviembre a juzgar por los datos de la primera quincena de ese mes entregados ayer por el Banco Central. Algo similar ocurre con las importaciones de bienes de capital, aunque en este caso la situación es menos violenta. Las ventas minoristas, según el INE, crecieron en octubre 3,6% respecto del mismo mes de 2007, pero el año pasado a la fecha lo hacían casi a un 9%. Suma y sigue. La reducción en la venta de materiales de construcción está siendo bastante severa en meses recientes y en el caso del empleo, si bien los datos del INE muestran una baja en la tasa de desempleo en octubre, como se trata de un trimestre móvil (agosto-septiembre-octubre) se esconde el hecho que octubre fue peor que septiembre y agosto en cuanto a generación de puestos de trabajo. Por último, la información más casual que se escucha de boca de empresarios y ejecutivos tampoco es mejor. Se da el caso de una empresa del área metalmecánica que exporta piezas automotrices a diversos puntos del globo que ya redujo su producción a la mitad y que ha dispuesto vacaciones obligatorias a su personal por varias semanas, comenzando en diciembre.

En síntesis, algo muy parecido a una recesión ya está entre nosotros. Y se sentirá con más fuerza durante el primer semestre de 2009, para que en su conjunto el próximo año muestre con suerte un crecimiento de 1 a 1,5%, una caída absoluta de la inversión, una expansión mínima del consumo privado y tasas de desempleo que se pueden empinar hasta los dos dígitos.

Frente a este panorama, la respuesta de política económica debe ser contundente. En el caso del instrumental fiscal, me inclino por la aplicación de un esquema agresivo de depreciación acelerada para remontar la entonces alicaída inversión privada, de subsidios a la contratación de mano de obra, para enfrentar el aumento del desempleo, y de bonos compensatorios por caídas de ingresos reales a las familias de los dos o tres primeros quintiles de ingreso, para estimular el consumo. Estas dos últimas medidas pueden ser abordadas por la flexibilidad en el manejo del gasto que contempla el Presupuesto 2009, en tanto el impacto fiscal de la depreciación acelerada se manifestará más bien en 2010. Simpatizo menos con una rebaja del IVA, por ser muy "cara" desde un punto de vista fiscal y de un efecto en el gasto privado que puede ser muy diluido.

Finalmente, ante una perspectiva de una inflación que cae a menos de 4% a fines de 2009 y posiblemente a menos de 3% a dos años plazo, el Banco Central tiene espacio para bajar su tasa de política monetaria desde ahora mismo. No hay que olvidar que el costo del crédito al sector privado ha crecido bastante más que la tasa de política monetaria, simplemente por el sustancial mayor riesgo que impera en los mercados financieros en la actualidad. Si sumamos restricciones de acceso a crédito más altas, lo cierto es que el Banco Central puede no sólo comenzar pronto a bajar su tasa, sino que además puede hacerlo en forma rápida y agresiva.

No sería imprudente que dicha tasa alcanzara a mediados del próximo año niveles inferiores a 6%.


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