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La mamá del nuevo milenio

martes, 07 de mayo de 2019

Por Sergio Caro. Ilustraciones Francisco Javier Olea.
Ya
El Mercurio

Tiene menos hijos y se demora más en ser madre, ante las dificultades para compatibilizar maternidad y desarrollo laboral. Trata de hacerlas todas, aunque la ayuda escasea, pero ya sin la exigencia de ser perfecta, como el ideal de madre abnegada de mediados del siglo XX, que no tenía más vida. Hoy quiere darse espacio para ser mujer y pareja, sin por eso ser mala madre.



L os tiempos han cambiado: Hoy las chilenas de 30 años no tienen como prioridad el compromiso de pareja y tampoco sienten presión para convertirse en madre. Es más, según el estudio Chile 3D 2019 de Gfk Adimark, para la mujer millennial (de 23 a 35 años), lo ideal sería tener su primer hijo a los 32 años. Pero aunque ser mamá dejó de ser el único objetivo en la vida para las mujeres, tener un hijo cambia sus prioridades y para 9 de cada 10 se convierte en el desafío más importante de su vida. El retraso de la maternidad junto con el descenso sostenido en la tasa de natalidad caracterizan a la actual generación de madres chilenas, y así lo confirma el Instituto Nacional de Estadísticas, que en su último informe de Estadísticas Vitales (abril 2019), señala que en 2017 se registraron 219.186 nacimientos, 12.563 menos que en 2016, mientras que el grupo etario que tiene mayor participación (59.403 nacimientos, que equivale al 27,1 por ciento del total) son las mujeres de 25 a 29 años, seguidas de las de 30 a 34 años (con el 24,6 por ciento, que son 53.919 nacimientos).

Chile 3D establece (a partir de una muestra de 4.800 casos de mayores de 18 años, de todo el país) que en promedio, las chilenas tienen su primer hijo a los 23 años (en los estratos socioeconómicos altos, a los 26), y solo después de los 30 conciben un segundo, las que lo hacen. La directora de Marketing y Comunicaciones de GfK Adimark, Catalina Correia, señala que mientras el Censo 2002 determinó que las familias chilenas tenían un promedio de 1,6 hijos, el de 2017 registró que "hoy estamos en 1,3, lo que es una caída significativa. Hay cada vez menos niños y lo que está pasando es que la maternidad hoy pasa a ser una opción, la mujer se está dando cuenta de que tiene otras alternativas antes de formar familia, como el desarrollo profesional, viajar, usar su tiempo en otras cosas. No es como para las baby boomers (de 53 a 72 años), que la maternidad era algo que ocurría: la mujer tenía que ser mamá".

Familia

Según Catalina Correia, la mayoría de las mujeres sigue decidiendo ser madre, pero posterga la decisión, junto con tener menos hijos. Al mismo tiempo, en Chile ha cambiado el concepto de familia. Hace tiempo quedó atrás el modelo de familia numerosa porque, según la académica del Instituto de Sociología UC y experta en temas de demografía, Viviana Salinas, antiguamente había una justificación económica para tener muchos hijos: eran mano de obra, particularmente en zonas de campo, además la mortalidad infantil era alta, entonces "iban a trabajar para el hogar, ahora (los hijos) son vistos como gasto" y no tiene sentido una prole extensa. Hoy la familia extendida es cuando conviven abuelos, tíos, sobrinos, situación que las mamás chilenas viven en uno de cada cinco hogares.

Para la antropóloga Carolina Franch, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, en nuestro país siempre ha habido pluralidad de familias. Aparte de las extendidas (que hoy ya no lo son por tener muchos hijos) y la nuclear tradicional (padre-madre-hijos), hoy hay una alta prevalencia de la familia monoparental (Chile 3D calcula la cifra en casi la mitad, las académicas entrevistadas la estiman en un tercio), "que no es solamente la de padre ausente, también hay mujeres que deciden tener hijos solas. (Por otra parte) hoy hay familias que apuestan por la diversidad sexual, padres del mismo sexo; (así como) han cambiado los patrones de crianza: los niños no son entes pasivos, tienen voz y mayor ingerencia en las decisiones que se toman en su núcleo doméstico". La socióloga Viviana Salinas considera que con el mayor acceso a la información, las madres tienden a teorizar la crianza, "hoy se preocupan del tiempo de pantalla, qué implicancias tienen las prácticas de crianza. Antes no estaban tan preocupadas, la gente hacía las cosas por tradición, así se criaban los hijos". No obstante, la principal fuente de consulta para dudas y consejos de crianza para la mamá chilena actual es su propia madre, en un 47 por ciento de los casos. Un 24 por ciento recurre a sus hermanas y el 14 por ciento al pediatra, al igual que a la web. Las abuelas además son el principal apoyo en la crianza ya que una de cada 10 cuida a sus nietos.

Un fenómeno nuevo es el de los padres que asumen la crianza de los hijos, que aún es incipiente: en las madres de 15 a 35 años, solamente entre un uno y dos por ciento no viven con sus hijos. El porcentaje aumenta cuando los hijos son mayores: nueve por ciento, en mujeres de 36 a 52 años.

Trabajo

Para Christine Angerstein, directora de Planificación Estratégica de McCann Santiago, "si bien hay segmentos socioeconómicos más bajos que tienen hijos de manera más temprana, el gran segmento medio está eligiendo tener menos hijos y más tarde porque también son parte de una generación que saben el esfuerzo que significa para los padres tenerlos y quieren lograr lo mejor posible para ellos". Menciona también la realización personal, "y también pasa mucho que como el mundo laboral todavía está al debe con las mujeres, muchas veces ellas postergan la maternidad porque tienen miedo de no volver a las mismas condiciones de trabajo, van a perder posibilidades porque se las van a ganar los hombres, y ellas al estar fuera (por el posnatal) no se sienten tan seguras".

En cifras de Gfk Adimark, antes de ser madres, las metas de las chilenas son tener un buen trabajo y desarrollo profesional (44 por ciento), acceder a la educación superior para tener un título (31 por ciento) y seguir estudiando (29 por ciento). Pero al tener hijos, se ven obligadas a renunciar a estas aspiraciones: el 44 por ciento de las mamás chilenas no tiene trabajo remunerado. En el estrato D, esta cifra sube a 60 por ciento. Solo en el ABC1 se da la situación inversa, donde siete de cada 10 mujeres tiene empleo de tiempo completo.

La socióloga de la UC Viviana Salinas explica que la inserción de la mujer en el mundo del trabajo, particularmente en la segunda mitad del siglo XX, es el mayor cambio estructural al interior de la familia, ya que la mujer deja de estar disponible las 24 horas para las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. En la perspectiva de la denominada revolución de género (concepto acuñado en 2015 por tres teóricas nórdicas), en una primera etapa la mujer gana protagonismo en el espacio público y autonomía económica, pero "tal como se observa en la sociedad chilena, baja la fecundidad y aumenta la edad de matrimonio, como respuesta lógica a las múltiples demandas de la mujer", que cumple "doble jornada, trabaja y cuida la casa". En una segunda etapa (en la que estarían algunos países desarrollados), en la medida que el hombre aumente su participación en el espacio privado, esto es, la crianza de los hijos y las labores domésticas, aliviando la carga de la mujer, se recuperarían las tasas de natalidad.

En Chile, donde la participación de la mujer en el mercado laboral llega al 48 por ciento, solo una de cada 10 mujeres puede contratar servicio doméstico para el cuidado de los hijos (un tres por ciento le paga a algún pariente). Catalina Correia, de Gfk Adimark, observa que las redes de apoyo (vecinas, amigas, familiares) también escasean, y considerando que si una mujer gana un sueldo de 600 mil pesos y una ayuda formal de lunes a viernes cuesta 400 mil, "no compensa. Entonces cuando la mujer tiene hijos, muchas tienen que decidir entre seguir trabajando o quedarse en sus casas". Se entiende así que solo las de mayores ingresos mantienen una alta empleabilidad. Viviana Salinas puntualiza que estas "invirtieron en educación, y quieren ver los resultados de esa inversión", más allá del rol que culturalmente se atribuye a la mujer.

Al respecto, la antropóloga Carolina Franch explica que "la identidad de la mujer está asociada a la maternidad (...) más allá de la dimensión biológica, está considerada culturalmente como un sujeto cuya función es el cuidado de otro", que no son solamente los propios hijos, pueden ser los padres o algún familiar enfermo, por ejemplo. Este esquema, a la vez, subsidia el rol de proveedor del hombre. Al mismo tiempo, la estructura básica de la familia es la díada madre-hijo (a).

Catalina Correia señala que las mamás en Chile emprenden el doble que las que no tienen hijos, ante la necesidad de generar ingresos para sacar adelante su familia. Asimismo, observa que se relacionan de manera distinta con el trabajo. De partida, mientras un hombre se preocupa del sueldo, la mujer tiene que ver la compatibilidad con la familia, incluyendo hasta la ubicación del trabajo. Coincide Christine Angerstein: "Tenemos que negociar cosas como flexibilidad horaria (...) todavía falta una cultura que tiene que ver con entender que si hacemos bien el trabajo, no importa dónde lo hagamos. No tienes por qué estar encerrado en un lugar para hacer las cosas bien. Obviamente, depende del tipo de trabajo, hay algunos que sí tienen que ser presenciales".

¿Sin compromisos?

El estudio Chile 3D de Gfk Adimark hace una comparación entre mujeres con y sin hijos. Un 46 por ciento de las madres se declaran estresadas, versus un 31 por ciento de las que no tienen hijos. Pero en ambos casos alcanzan niveles similares de satisfacción con su vida: 64 por ciento de las mamás y 68 por ciento de las sin hijos se consideran felices. Las principales diferencias están en cómo ocupan su tiempo.

La madre chilena, en comparación a la mujer sin hijos, realiza con más frecuencia tareas asociadas al cuidado de la familia y el hogar, como lavar la ropa, limpiar el baño o sacar la basura (sobre 90 por ciento, versus 75 por ciento). En el tiempo libre, las mujeres sin hijos salen a vitrinear, a bailar o a conciertos y recitales en una proporción que llega al doble de lo que lo hacen las mamás. Estas en cambio tienen entre sus pasatiempos tareas domésticas como cocinar o hacer arreglos en la casa, pese a que el trabajo doméstico las cansa y manifiestan su anhelo de tener tiempo para sí mismas (44 por ciento) o compartir a solas con su pareja (47 por ciento). En cambio, tienen que buscar distracciones que pueden hacer con sus hijos, como salir a caminar de paseo. Solo un 24 por ciento hace deporte, siendo el baile entretenido o zumba su principal actividad. El 38 por ciento de las que no tienen hijos hace running , bicicleta o va al gimnasio, dos y hasta tres veces más que sus congéneres.

Un cambio que observan las entrevistadas es que al convertirse en madres, las mujeres se vuelven más conservadoras en lo valórico. Es así como se muestran menos partidarias del aborto (52 por ciento, versus un 59 por ciento de las mujeres sin hijos), de la legalización de la marihuana (48 por ciento contra 56 por ciento), del matrimonio homosexual (42 por ciento comparado con 60 por ciento de las que no tienen hijos) y de la adopción homoparental (25 por ciento, frente al 45 por ciento de las sin hijos).

Viviana Salinas sostiene que aunque los hijos son una fuente de preocupación y estrés, generan felicidad, "la gente los valora como fuente de significado, le dan sentido a la vida", lo que tiene que ver con el instinto maternal, que es muy fuerte en la mujer latinoamericana en general: "El amor materno es incondicional, el paterno no necesariamente. Si el hijo la embarra, el papá se enoja, hasta lo echa de la casa, pero la mamá va a estar ahí para su hijo".

El estudio establece que la principal aspiración de las mamás chilenas es que sus hijos sean felices. Aunque perciben que hoy es más difícil la maternidad porque hay más inseguridad. "Sienten que los niños están más expuestos a riesgos que ellas cuando eran chicas", explica Catalina Correia, refiriéndose a factores como el acceso a drogas, exposición a violencia, situaciones de bullying , acoso y abuso. Esta percepción es mayor en los segmentos más bajos, y ante ello procuran "que su casa sea lo más entretenida posible, para evitar que sus hijos salgan a jugar afuera, prefieren invertir en internet, TV cable para que se queden más protegidos".

Las entrevistadas coinciden en que la presión social por ser madres está en retirada, tal como la aceptación social de la convivencia ha disminuido la premura por contraer matrimonio. No obstante, en la práctica el hecho de que la mujer postergue la maternidad para avanzados los 30 o incluso los 40 años conlleva otro tipo de dificultad asociado a la capacidad reproductiva.

Algo que puede ser considerado un avance es que, con todas las dificultades asociadas a compatibilizar los roles, la mamá millennial no aspira a desempeñar el rol de madre perfecta, como el estereotipo de la ficción y la publicidad de mediados del siglo XX: la mamá de collar de perlas, con una casa impecable y niños bien portados. Christine Angerstein señala que de acuerdo a un estudio realizado por Truth Central, McCann Worldgroup, más del 50 por ciento de las millennials no se sienten representadas, y hasta caricaturizadas por esa imagen:

-En los años 60 la mujer quería ser perfecta, hoy no, hoy abraza su imperfección, y hace lo mejor que puede; una madre dice hoy 'mira, tal vez no logro hacer todas las cosas que quisiera, tal vez me enojo, y soy capaz de conversar con mi hijo, decir disculpa me enojé'. La imperfección se volvió algo valorable, que construye familia (...) Está la muerte de la madre abnegada que no tiene más vida que ser madre, hoy hay un espacio para decir soy madre, pero también soy mujer, quiero ser pareja, quiero realizarme y esto no significa ser mala madre.

No obstante, agrega que más allá de que el tema de la culpa aún es fuerte, el cambio cultural necesita que también parta de las mismas mujeres: "Tienen que ser más bondadosas entre ellas, la que trabaja critica a la que no trabaja, o la que trabaja medio tiempo critica a la que trabaja tiempo completo, necesitamos desarrollar eso también".

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