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Casona colonial de O'Higgins vive su primera restauración

martes, 30 de abril de 2019

IÑIGO DÍAZ
Cultura
El Mercurio

La recuperación de la fachada de este testigo del siglo XVIII en calle Santo Domingo marca el inicio de un proyecto mayor de rescate arquitectónico. El inmueble pertenece al Instituto de Caridad Hermandad de Dolores.



Vivía en esa casa de calle Santo Domingo, en el entonces pudiente barrio capitalino. Se llamaba María del Rosario Melchora Puga y Vidaurre, pero llegó a ser más conocida en ciertos círculos de la sociedad como "La punta de diamante". Con envidia, desde luego, debido a que la joven era dueña de un busto destacado a la vez que de una reducida cintura.

"Rosario fue la figura principal dentro de la larga historia de esa casa. Es uno de los ejemplos que quedan en Santiago de la arquitectura del siglo XVIII, levantado en adobe y con grandes dimensiones, tres patios y 18 habitaciones", dice Silvana García, licenciada en Historia y especialista en patrimonio.

Parte del equipo de EnTerreno, García ha investigado los abundantes capítulos de la llamada Casona de Santo Domingo. "Era 'la querida' de O'Higgins, quien le compró la casa a ella y a su familia. Tenían casi 20 años de diferencia, él la visitaba de noche. Rosario fue la madre de su hijo Demetrio, y vivió allí hasta su muerte en 1854", agrega la investigadora.

Desde 1917 perteneciente al bicentenario Instituto de Caridad Hermandad de Dolores, el inmueble es Monumento Histórico desde 1981. Los investigadores no han dado con el documento que precise su data, pero por las características arquitectónicas se cree que fue construido hacia 1750.

Después de 270 años y unos 15 terremotos encima, la casona concluyó este mes el primer proceso de restauración protocolar de toda su historia, lo que le permitirá proyectar una nueva vida como edificio patrimonial.

"Estamos hablando del valioso testigo de una época. La restauración, financiada de manera privada, nos da pie para seguir trabajando en la recuperación completa de esta casona. Apenas hemos intervenido el 15 por ciento de sus 800 m {+2} construidos", señala la historiadora María Jesús Guridi, directora del Grupo Praedio, oficina de arquitectura que dirigió el proyecto.

Y se refiere a la recuperación de unos 150 m {+2} de fachada continua que da a la calle y otros 150 por el interior. Después de años de discontinuas alteraciones en su estructura y forma, los especialistas de Praedio lograron reintegrar las características fundamentales de la casa y su época. "Su construcción en el adobe original es espectacular, pero la falta de mantención y sostenibilidad en Chile casi no existe. La casa nunca ha colapsado por ese mismo sistema constructivo: la apertura de los vanos y el grosor de 70 cm de sus muros, lo que la hace muy sólida", dice la arquitecta Daniela González.

Grietas y socavones

Filtraciones acumuladas por años generaron daños en muros y sus uniones, con abundantes grietas, socavones y en algunos casos hasta la desintegración, como ocurre en el sector surponiente, donde la estructura debió reforzarse mediante escuadras. El resto del muro de fachada se consolidó con la instalación de una geomalla.

"Quitamos todos los elementos anómalos y que no correspondían a los materiales originales de la casa. Y además investigamos el adobe en los estratos de los muros. Con esas muestras pudimos construir nuevos ladrillos de adobe para incorporar al edifico donde era necesario. La materialidad original es protagonista en este tipo de restauraciones", explica González, agregando el rescate de todos los ornamentos de maderas originales y fierro que lucen en la fachada, hoy pintada. Y a dos semanas de su finalización sorprendentemente incólume al apetito del "artista urbano".

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