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Microclima local favorece desarrollo de cinco especies:

En Chile Chico crecen los cactus más australes y amenazados del país

domingo, 28 de abril de 2019

Richard García
Vida Ciencia Tecnología
El Mercurio

La urbanización, junto con el desarrollo agrícola y ganadero han marginado estas plantas a lugares remotos de la comuna, por lo que es difícil encontrarlas. Sin embargo, se trabaja en su reinserción.



La zona de Chile Chico, a orillas del lago General Carrera, en Aysén, es famosa por tener un microclima que la diferencia del resto de la Patagonia.

Es tan singular que existen áreas con clima seco y estepárico, el único lugar donde crecen cactus silvestres al sur de la Región del Biobío. Las cinco especies presentes son endémicas de la zona y con una distribución muy limitada, por lo que están clasificadas como en peligro de extinción.

Su existencia está condicionada por la mantención del microclima en el futuro, lo que podría cambiar de acuerdo con las proyecciones del cambio climático. Además, se desarrollan de una manera muy singular. "La mayoría crece debajo de arbustos. Es una forma de protegerse de la alta radiación solar en verano y también del frío y la nieve durante el invierno", dice el botánico indio Mahendr Kumar, exprofesor de la U. Arturo Prat y actualmente consultor en el estudio de conservación de estas cactáceas que impulsa el Ministerio del Medio Ambiente desde 2010.

Su altura es bastante modesta, ya que pocas veces superan los 20 centímetros, pero pueden extenderse a nivel de suelo. La Maihuenia patagonica , por ejemplo, a veces alcanza a cubrir hasta dos metros de la superficie. Crece en forma de cojines en terrenos abiertos, ya que es más resistente que las otras.

Las flores de todos estos cactus son bellas y llamativas; es parte de su estrategia para atraer a las abejas, que se encargan de polinizarlos.

La urbanización y el desarrollo de la agricultura llevaron a que muchos fueran arrancados. "Hace tiempo que ya gran parte de su población fue destruida. Quedaron unos pocos en los cerros y en forma aislada. Son muy difíciles de encontrar, hay que caminar mucho", asegura Kumar.

Según sus estimaciones, la población remanente es muy pequeña, y con suerte se cuentan por cientos. "En una salida el año pasado, apenas encontramos un ejemplar de una de las especies, el Pterocactus australis , lo que significa que está en extremo peligro. Es posible que haya más, pero hay que explorar otros sitios".

Hace dos años, Kumar comenzó a trabajar con su reproducción en cautiverio en un vivero ubicado en las instalaciones locales de Conaf. "Los resultados han sido muy buenos, hemos logrado floración en varios ejemplares, pero todavía no hay producción de semillas", dice el botánico, que se ha especializado en las plantas del desierto.

En el sector del aeródromo también se ha trabajado con los cactus desde 2018. "Se replantaron 162 individuos y 94% prendieron", cuenta Mónica Saldías, seremi del Medio Ambiente en Aysén. "Allí se están evaluando cuáles son los períodos de polinización y por cuánto tiempo se prolongan", complementa.

En forma paralela, se han monitoreado los predios donde crecen para saber si la actividad de sus dueños podría afectar el desarrollo de los cactus y si hay voluntad para contribuir a su preservación. Igualmente ha habido actividades de divulgación en establecimientos educacionales. "Es importante que los estudiantes los conozcan, cuiden y protejan para que estas especies sigan existiendo en nuestro medio", dice Marcela Gutiérrez, profesora de educación básica de la escuela de Chile Chico y presidenta del Consejo Ambiental local.

Nacida en la zona, admite que en el pasado no les daban mucha relevancia a estas plantas. "Nosotros las veíamos como flores naturales que había en el campo, no sabíamos la importancia que tenían".

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