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Coordinadora Residente del Sistema de las Naciones Unidas en Chile

Silvia Rucks

martes, 30 de abril de 2019

Por Marcela Saavedra A.
Oficina con vista
El Mercurio

"Veo a las jóvenes de hoy y no dejo de admirarlas"



1 Mis padres fueron la principal influencia en mis primeros años de vida; siendo una niña salimos de Uruguay y vivimos en diferentes países. Si tuviera que elegir sus mayores influencias, escogería el saber enfrentarse a los desafíos, la resiliencia en situaciones nada confortables y el aprender a descubrir lo mejor de cada país y cada comunidad.

2 La ingeniería me permitió ingresar al mundo de los derechos humanos, los asuntos humanitarios y el desarrollo en general. En 1989 se abrió una vacante en la oficina de Naciones Unidas en El Salvador para diseñar sistemas informáticos en un programa especial de apoyo a la paz en Centroamérica. Yo era un poco junior para un cargo así, pero la propuesta me encantó, me permitía combinar mi pasión por los números y las computadoras con mi interés personal en materia de derechos humanos.

3 Conseguí mi primer trabajo gracias a Katica Cekalovic, una gran chilena que era representante adjunta del PNUD en Guatemala en los años 80. Esta mujer, que era una adelantada para su época, una visionaria, estaba instalando las primeras computadoras personales en la oficina de la ONU y diseñando los primeros sistemas informáticos, y necesitaba contratar un/a ingeniero/a.

4 El mayor desafío para lograr el balance entre el trabajo y mi vida personal ha sido durante la maternidad, especialmente haber decidido con niños pequeños ser una madre presente. Recuerdo hacer todo tipo de malabares para estar en cada acto del colegio, o tener listos los disfraces de ratón y tortuga a tiempo, estar al lado de mi hija cuando se lastimó el mentón o de mi hijo tras su primera ruptura amorosa. La relación de pareja es fundamental para que la familia funcione y eso requiere mucha comunicación franca, directa, acordar la división de roles y funciones según los intereses y mejores habilidades de cada uno. Por suerte a mi marido le encanta cocinar y me libera de esa responsabilidad.

5 Lamentablemente el machismo sigue muy presente en nuestras sociedades latinoamericanas . Los hombres persisten en "darnos clases", en interrumpir nuestras exposiciones, en tomar decisiones por nosotras, aun en los casos en que tenemos más autoridad, más experiencia o más conocimiento sobre un tema. A esta altura de mi vida no me enojo más, pero tampoco se lo dejo pasar como hacía antes. No acepto el paternalismo y lo hago saber.

6 A mí me gusta mucho trabajar con mujeres, me parecen más auténticas, trabajadoras, comprometidas. Todavía tenemos problemas para superar temas vinculados con la autoestima, la seguridad o la confianza. Existe un gran mito en esto: que las mujeres son las peores enemigas de las mujeres. No lo creo en absoluto, lo que pasa es que si dos hombres discuten es porque defienden diferentes posiciones con firmeza... ¡pero si dos mujeres discuten es porque buscan hacerse daño! Por favor...

7 Me hubiera gustado tener más confianza, creer más en mí misma me hubiese ahorrado muchos momentos difíciles por los que tuve que pasar simplemente por falta de seguridad. Veo a las jóvenes de hoy y no dejo de admirarlas: son valientes, decididas, saben lo que quieren y van hacia adelante. ¡A mí me llevó 30 años llegar a ese lugar!

* Es uruguaya e ingeniera en sistemas informáticos. Desde hace 30 años que trabaja para las Naciones Unidas y durante su carrera ha vivido en más de diez países latinoamericanos.

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