Las llamas envolviendo Notre Dame de inmediato activaron los sensores de búsqueda de otros acontecimientos similares en la historia, terminando en un resultado ineludible: el incendio que destruyó la Iglesia de la Compañía en Santiago, en 1863. Abierta por primera vez en 1593, luego sufriría diversas destrucciones y reconstrucciones, a causa de terremotos, incendios o del simple afán de modificarla. Pero de su último encuentro con el fuego ya no se salvó. Su estructura quedó prácticamente en ruinas, y la catástrofe humana fue aun peor, ya que se estiman en más de dos mil los muertos que dejó el siniestro, en su mayoría feligreses que a esa hora asistían a misa. La tragedia es considerada hasta hoy como una de las peores de nuestra historia, y es probable que esa marca de luto haya influido en la decisión de no dar pie a una nueva reconstrucción. En los terrenos del otrora principal templo capitalino, hoy se ubican los jardines del ex Congreso Nacional.