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Premio a la Trayectoria Revista del Campo de "El Mercurio":

Carlos Mondaca: la figura del rodeo de los años 80

lunes, 08 de abril de 2019

Arnaldo Guerra Martínez
Rodeo
El Mercurio

Con Juan Carlos Loaiza, en Rico Raco y Papayero, fueron protagonistas de tardes memorables hasta coronarse bicampeones, al ganar los títulos de 1987 y 1988. El último con 35 puntos, récord para la época.



L uego de los cinco triunfos, entre 1962 y 1973, de los legendarios jinetes Ramón Cardemil y Ruperto Valderrama, no se había visto otra dupla tan ganadora. Hasta que apareció Carlos Mondaca acompañado de un joven Juan Carlos Loaiza y dos potros excepcionales, Rico Raco y Papayero, de propiedad de Mondaca, que hicieron estremecer la antigua medialuna de Rancagua.

Fue la dupla Mondaca y Loaiza la que regaló tardes inolvidables en la historia del rodeo chileno, y con eso la que más comentarios y aplausos acaparó en los años ochenta.

Es que fue notable cómo se dieron sus triunfos.

Se juntaron en 1986 y ganaron en cuanto rodeo participaron, sin parar hasta llevarse el Champion de Chile en Rancagua de 1987.

Y, lo que para alguien pudo haber sido fruto del azar o de la buena suerte, quedó desmentido en la temporada siguiente, cuando de nuevo Mondaca y Loaiza, otra vez en Rico Raco y Papayero, lograran el bicampeonato nacional de rodeo. Y lo hicieron con 35 puntos, récord de puntaje para la época. Con eso rompieron la marca que tenían desde 1968 Cardemil y Valderrama, con 29 puntos.

"Fuimos con Juan Carlos a correr a Loncoche y ganamos el Champion. Ahí partimos. Se veía que estábamos para cosas grandes. Después ganamos en Osorno con los mismos potros y en seguida también nos tocó la suerte en San Pablo y en un rodeo exposición de Osorno. Con eso quedamos listos para los clasificatorios en el primer año corriendo juntos", recuerda Carlos Mondaca Corvalán.

Hoy, con 77 años de edad, retirado hace dos de las corridas, desde Paillaco, donde tiene su campo, rememora con alegría los momentos de fama como criador y jinete de rodeo. Ambos logros son parte de la historia de oro del deporte huaso y, por ello, Revista del Campo de "El Mercurio" le entregó su tradicional Premio a la Trayectoria con el que reconoce a las grandes figuras de todos los tiempos.

Una gran ocurrencia

Pese a que ambos corrían en Valdivia los caballos de sus criaderos o de la familia, ni a Mondaca ni a Loaiza se les había pasado por la cabeza correr juntos.

Fue Carlos Mollenhauer, un amigo en común, quien se los propuso, aunque por separado. Eso les encendió la ampolleta y los decidió a unir fuerzas.

Poco a poco fueron afinando detalles. Según cuenta Juan Carlos Loaiza, Mondaca le dio a elegir el potro con el que correría.

"Esto fue en el invierno antes de que empezara la temporada. Me invitó a probar los potros en la medialuna de Los Lagos y, por alguna razón, me gustó más el Papayero. Él me dio a elegir, como corresponde a un caballero", cuenta hoy Juan Carlos Loaiza, quien en ese entonces tenía 32 años.

Tras el acuerdo, Loaiza se llevó al Papayero a su casa para conocerlo.

"Empezamos a trabajarlo y mi viejo, obviamente, como arreglador antiguo, después de observarlo, me dio algunas indicaciones para que lo trabajara. Así que empezamos cada vez más a entendernos con el caballo y la verdad es que anduvimos bien desde el primer rodeo", recuerda Loaiza.

Previamente el potro Papayero lo había trabajado Regalado Bustamante en Rancagua, uno de los más reconocidos arregladores.

"Sensacionales" es el único adjetivo que ocupa Loaiza para referirse a Rico Raco y Papayero.

"Esos potros demostraron en la pista que no fue casualidad el primer triunfo, porque, además, en la temporada habíamos andado muy bien; ganamos muchos rodeos, no me atrevería a decir que todos, pero sí la gran mayoría", añade.

Fueron dos triunfos muy merecidos, destaca Ricardo de la Fuente, quien en 1987 estuvo en la pelea junto a Alberto Yáñez, pero salieron terceros, lejos, según dice.

"Estaba en el criadero Santa Isabel y Coteco Aguirre me preguntó quién creía que iba a ganar. Le dije que Mondaca y Loaiza y no me equivoqué. Es que los había visto correr en el sur y los potros venían extraordinarios. Se había corrido ganado firme en Osorno-Valdivia. Y ese año apareció fiebre aftosa en Chile y el rodeo no se hizo en abril. El ganado lo guardaron para pasar el invierno y la competencia fue en octubre, así que los novillos eran tremendos de grandes, pero muy buenos. Eso sí, había que andar bien de a caballo para apretarlos", cuenta De la Fuente, amigo desde muy joven de Carlos Mondaca.

Buena sangre

"El Rico Raco -hijo de Borracho en Domingo en la Racha- lo compré de potrillo. Se amansó y se trabajó acá en el campo -en su criadero Santa Teresa en honor a su madre-. Ese potrillo se lo compré a Memo Aguirre, un hijo de don Guillermo Aguirre que ahora está dedicado a la hípica. Lo probamos y se vio que servía. Después hubo que cuidarlo y yo ya sabía cómo hacerlo", cuenta Mondaca.

El Papayero, en cambio, salió de su propio criadero.

"Lo crié yo de la Paparrucha, una yegua muy buena que tenía. El papá fue Siempre en Domingo. Al final, los dos tenían sangre Colibrí", cuenta Mondaca, quien agrega que le gustaba esa línea porque la conocía por ser talquino.

"Son buenos caballos, muy atajadores todos y veloces", destaca.

Pero la asociación Mondaca-Loaiza no tuvo que ver solo con esos dos caballos, sino que además involucró a otros más con los que armaron colleras que también llegaron a Rancagua y a las instancias finales. Mondaca puso a La Bamba y Loaiza a Morena Ingrata, pero se lesionó y tuvo que cambiarla por la Galopera, y con ellas llegaron a Rancagua. También corrieron a Solitario con Satanás.

Y entre los dos jinetes se generó un nivel de amistad tal, que después siguieron corriendo juntos en rodeos de criadores y otros, cuando las obligaciones lo permitían.

Largo recorrido

Tras esas temporadas exitosas, la collera se desarmó. Loaiza partió a correr con Ramón Cardemil y después al criadero Santa Isabel, donde obtendría otros siete títulos nacionales, mientras que Papayero fue vendido como reproductor a un criadero brasileño y Rico Raco pasó también como reproductor al criadero Santa Isabel.

Pero Mondaca siguió corriendo y llegando a Rancagua.

Tuvo como compañero a Alejandro Loaiza, ya fallecido, hermano de Juan Carlos, con quien fue tercer campeón de Chile con las yeguas La Bamba y Dormilona en 1990; también con Renato Dinamarca, con quien llegó al cuarto animal en Rancagua; con su hermano Guillermo y además con Galo Bustamante.

Carlos Mondaca Corvalán hace dos años dejó de correr por precaución. Cuenta que ya logró lo que quería en la vida. Ahora en Paillaco vive dedicado a la engorda de ganado.

"Antes fue muy buen negocio, pero ahora está decaído y no se ve por dónde vaya a surgir, pero hay que estar tranquilito", dice Corvalán.

Todos los días recorre el campo a caballo. Y es que, aunque ya no corre rodeo, los caballos son su vicio, reconoce.

Talquino-valdiviano

Carlos Mondaca es nacido y criado en la zona de Pelarco, Talca.

Después de terminar sus estudios secundarios, debió comenzar a trabajar en agricultura luego de la muerte de su padre y terminó un par de décadas después como administrador general de la hacienda Peñaflor y del fundo Maitenes, de Molina, una empresa agrícola dedicada principalmente a la ganadería y a la siembra de trigo y de otros cultivos. Tenía a cargo 100 trabajadores solo en una parte, fuera de la gente que se contrataba a trato o por temporada, cuenta.

Además, en el campo también había un criadero de caballos, por lo que ahí Mondaca inició su gusto por los caballos y el rodeo.

Al tiempo pudo tener sus propios caballos, así que corría los del criadero y los suyos.

Meses antes del golpe de Estado, logró comprar un campo en Los Lagos que al tiempo pudo ocupar y dedicar a la ganadería. Incluso producía algo de leche, prácticamente ordeñada a mano, que entregaba a una planta de Dos Álamos.

Años después vende en Los Lagos y se cambia a otro campo, a 5 km de Paillaco, donde se dedica a la ganadería y a la crianza de caballos.

Aunque partió con el rodeo por su papá, ya trabajando en la hacienda se encontró con Ricardo Turner, el administrador de los campos, que era fanático del rodeo quien fue su primer compañero en las quinchas e incluso llegaron a Rancagua.

"La final
del segundo título fue la más bonita por el puntaje récord", comenta Mondaca.

1987,
año del primer título, el rodeo se suspendió por la aparición de fiebre aftosa. La final se corrió en octubre.

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