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Senador PS Carlos Montes al dejar la presidencia del Senado:

"Es verdad que la oposición está sin proyecto político"

domingo, 10 de marzo de 2019


Reportajes
El Mercurio

La segunda autoridad del país dice que "el problema principal -de un sector opositor- es que cada una de las partes, el PS, PPD, la DC, está viviendo procesos intensos de organización, de pensamiento, de posicionamiento en la sociedad. Hay gente que creyó que era más posible generar una unidad". M. Soledad Vial



Es de los "históricos" del Congreso. Desde el '90 fue seis períodos diputado por La Florida -"ahí nací, me crié, jugué fútbol por 12 años en la liga"- y lleva uno como senador por Santiago Oriente, la enorme circunscripción electoral donde venció nada menos que a la exministra Soledad Alvear, en la última elección del 2010.

Pero Carlos Montes ya decidió que no se repostulará, confidencia en esta conversación, que el 2020 deja el Parlamento. "Llevo muchos años y son etapas en la vida", dice enfático, sentado en la mesa, donde le gusta trabajar en la enorme y solemne oficina donde este año trabajó como presidente del Senado y que mañana entregará al PPD, Jaime Quintana. En adelante, tiene pensados algunos proyectos de "carácter social, ligados a lo urbano, a la vivienda, temas que me motivan bastante".

Economista graduado en México, donde pasó su exilio, el senador socialista es una voz fuerte en la comisión de Hacienda que hoy tiene dos proyectos clave entre manos; el tributario y el previsional.

-Pero el socialista Juan Pablo Letelier también quiere estar en Hacienda...

-Puede querer y no tengo problemas que a algunos proyectos vaya él, pero el titular soy yo, desde hace años, desde la Cámara.

-A la hora de los balances, ¿cómo es el suyo?, ¿se va contento o le duele lo que quedó al debe?

-Soy muy exigente y aunque uno siempre quiera avanzar más, a pesar de todo, se lograron avances importantes. Soy un convencido de que el Senado necesita reformas y la política requiere un nuevo Senado, pero avanzamos en transparencia y en las bases para un nuevo sistema de dirección del Senado. Pusimos como tema la necesidad de la reforma; establecimos nuevos vínculos con la sociedad con juntas de vecinos, estudiantes, municipios. Este edificio se abrió mucho más y esperamos que eso se institucionalice, independiente de quien esté de presidente, acá y en Valparaíso.

-¿Y en la columna de deudas...?

-Me parece que logramos prerrequisitos, condiciones para algo, pero creo que se requieren cambios muy importantes en la forma que desarrollamos el debate legislativo y político. Echamos a caminar la oficina de presupuesto, pero hay que implementarla. El Congreso no discute los tratados internacionales, no los evalúa ni obliga al Gobierno a entregar un informe anual. No podemos seguir discutiendo todos los proyectos de la misma forma; tienen distintas categorías. Algunos pueden ser discutidos en comisión, casi sin pasar por sala, como los que tienen que ver con nacionalidad por gracia, mientras que hay otros temas que son matrices, gruesos.

-A propósito de nacionalidad, ¿votará a favor de quitársela al arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati?

-En general, no me gusta que eso lo vea el Parlamento; haría un procedimiento administrativo bajo ciertas condiciones. Primero, debe despejarse la causa que se investiga y después tomar una decisión. Me tocó conversar muchas veces con el arzobispo, especialmente sobre educación. Los salesianos saben bastante y particularmente él, y, al final, no nos quedaba más que sacarle al cardenal Silva Henríquez, de su misma congregación, pero con una visión completamente distinta, porque él tiene una visión que favoreció mucho el modelo educacional que hoy tenemos en Chile.

Transparencia

-Y en lo personal, ¿se sintió cómodo en este cargo o lo pasó mal con las críticas de sus pares que le llovieron por la decisión sobre las asesorías?

-Yo no esperaba que el tema de transparencia iba a provocar lo que provocó, pero bueno, así son estas cosas.

-¿Tuvo muchos costos su decisión de publicarlas desde el 2015 y no a partir del 2018, como ellos querían, luego de detectarse el "copy paste"?

-Generó malas relaciones con una parte, costó, pero se encontró un camino y el consejo de asignaciones estableció ciertas normas clarificando qué es una asesoría y qué debe ser de transparencia activa. Lo importante es que hoy hay 7.000 informes en la página web.

-¿Cómo quedó la relación con sus camaradas socialistas, ahora que será su jefe de bancada?

-No tuve problemas en el socialismo, pero estas cosas quedan ahí. Todavía no termino de entender lo que ocurrió y por qué. Pero, mire, soy de los que creen que lo importante son los resultados, y esto generaba una crítica desde la sociedad de algo que era obvio que debía darse a conocer, si son con platas públicas. ¿Desde cuándo?, ¿bajo qué condiciones? Era otro tema, pero algunos tenían preocupación de que esto se mal usara.

-La designación de Ángela Vivanco en la Corte Suprema también le generó distancia con la DC y el PPD. Su sucesor en la testera, el senador Jaime Quintana, dijo que "el PS rompió un puente para asegurar otro puente: el Frente Amplio".

-No estuve metido en eso. El PS se movió mal desde el comienzo, pero son aprendizajes. Hay que ver los próximos nombramientos de ministros de la Corte Suprema y Tribunal Constitucional en su conjunto, tener especialistas y conversar todas las alternativas. Por ejemplo, ahora tenemos que designar a los miembros del Consejo de Acreditación de Universidades. El Gobierno se atrasó en hacernos una propuesta y se pueden cometer bastantes errores porque el Senado tiene responsabilidad que requiere oficio y calma; son equilibrios. Hemos cometido errores en designaciones en el Tribunal Constitucional, pero no le voy a decir en cuáles.

-Articular a la oposición fue otro de sus objetivos. Finalmente cada partido tomó su rumbo, ¿se va frustrado en eso?

-No, nunca pensé que en un año se iba a construir una nueva coalición, sino que podían constituirse prerrequisitos. Después de una derrota como la que se sufrió, de un contexto internacional tan complejo para los proyectos de transformación, cada partido se ha repensado y reposicionado en la sociedad. Se avanzó muchísimo en varios temas como el tributario; hicimos 7 seminarios. Estoy feliz con el documento de 8 puntos que se logró en la Cámara (de Diputados) esta semana; en previsión tenemos avances, ha habido debates, hay una base; en reforma del Estado se formó un grupo que incluso sacó un libro esta semana; se discutió sobre el tema municipal; tuvimos a Lavín aquí, a Chadwick, se generaron muchos procesos de reflexión, de intercambio.

-¿No está siendo autocomplaciente? Hay un diagnóstico compartido en líderes de la oposición de que el 2018 fue un mal año

-No me siento autocomplaciente. Si uno mira hacia atrás, ¡cuánto costó construir la Concertación! El problema principal es que cada una de las partes, el PS, PPD, la DC, está viviendo procesos intensos de organización, de pensamiento, de posicionamiento en la sociedad. Hay gente que creyó que era más posible generar una unidad.

Frente Amplio

-¿Qué futuro le ve a "Convergencia progresista", la alianza de socialistas, radicales y PPD?

-Ha estado por debajo de lo que se esperaba, pero son niveles de coordinaciones elementales. Los procesos que han vivido los partidos se han decantado; hay temas comunes, bases comunes. No es seguro, pero creo que hay grandes condiciones, porque hay que proyectarse al 2020 de otra manera. No creo que vamos a generar una nueva coalición o alianza sólida, pero hay condiciones que van a obligar a avanzar a otro ritmo en tener bases de coordinación.

-Carlos Peña escribió esta semana que nunca hubo "una oposición tan desorientada, que se comportara como un boxeador que tira manotazos al aire sin mirar ya ni al público ni al adversario".

-Demasiado fuerte; temáticamente no es así. Es verdad que la oposición está sin proyecto político, que no es fácil para la centroizquierda asumir el contexto internacional, el modelo de desarrollo... pero hay una serie de desafíos nacionales que requieren de una visión común y siento que hay harta gente pensando en esa perspectiva. El gran capital que tenemos es que hemos trabajado juntos, que tenemos niveles de confianza mucho mayores, pero nunca las coaliciones son algo fácil.

-Pero hoy existe el Frente Amplio que no tiene ni valora la experiencia de la Concertación, ¿cómo influye eso en el tablero político de la oposición?

-El Frente Amplio también está con un problema, está construyendo un proyecto político; no podemos decir que lo tengan. Lo que hay en común es respecto a un proyecto tributario común. En lo previsional tenemos que tratar de construirlo, como en infancia y seguridad.

-¿Es el rechazo a las reformas del Gobierno lo que logre unirlos?

-No todas las reformas son iguales. Como está planteado, lo tributario no le sirve, no le aporta nada al país. El Presidente tiene que cambiarlo mucho.

-¿Está muerta la reforma tributaria?, ¿a qué estarían dispuestos para aprobar la idea de legislar?

-No digo que esté muerta, porque en política hasta los muertos viven. El Gobierno hasta hoy no ha abierto el debate. Dice que tiene disposición, pero no ha propuesto nada. Tiene que dar alguna señal de que quiere mejorar el proyecto, considerando lo que ha dicho la oposición.

"No le hemos rechazado ninguna idea de legislar en todo el gobierno; esta puede ser la primera si no mejoran el proyecto y se abren al diálogo. Es muy difícil que la oposición acepte buenas intenciones; tiene que dar exenciones concretas. Habló de educación, no lo veo con capacidad de negociar con su propia gente los US$ 600 millones que hay en exenciones en educación. En la reforma tributaria que hizo en el primer gobierno para la reconstrucción, acotó el DFL2; se la jugó y lo valoramos, pero ahora no se ve ninguna señal".

-El Gobierno dice que tendrán que dar explicaciones si lo rechazan antes de debatirlo en detalle. ¿Cree que eso pueda pasarle la cuenta a la oposición?

-No es que nos neguemos a discutir; llevamos un año discutiendo. El Gobierno solo cree que tenemos que apoyar su posición y él tiene que abrirse, porque no tiene mayoría en el Parlamento, y esto de caricaturizar a la oposición le dio resultado en "Aula Segura", pero la gente está un poco cansada. La gente se dio cuenta de que es una cuestión mediática, que busca dejar al que piensa distinto como malo, como "antipatriota". Eso no es democrático; hay que dar argumentos, y en eso la oposición ha sido particularmente seria, ha trabajado, los técnicos nos dan antecedentes que no son como las plantea el Gobierno.

-Se ve molesto con el Gobierno; es uno de sus críticos más duros, ¿les costó entenderse?

-A estas alturas me entiendo bien con todos, y en política uno dialoga, busca acuerdos siempre, porque es de parlamentario hacerlo. Construir acuerdos no es solo una cuestión de voluntad. Hay diferencias objetivas y reconocerlas es un punto de partida. Estoy muy por el diálogo en busca de acuerdos; en infancia y seguridad es fundamental llegar y el Gobierno se ve muy poco activo en esas materias clave. Todo está subordinado a lo tributario.

-¿Logró tener una relación personal con el Presidente?

-Al Presidente lo conozco mucho y en muchas cosas, de antes del Parlamento.

"No es que nos neguemos a discutir; llevamos un año discutiendo. El Gobierno solo cree que tenemos que apoyar su posición y él tiene que abrirse, porque no tiene mayoría en el Parlamento".

"No esperaba que el tema de transparencia iba a provocar lo que provocó".

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