Cuando el Presidente argentino Carlos Menem escuchó la explicación del sistema privado de pensiones, lo primero que hizo fue buscar su potencial electoral. "Después de explicarle que parte de las ventajas del sistema era que los afiliados tenían una libreta en la que controlaban su dinero, enseguida dijo: "Me gusta, me gusta, es el sistema de la libretita". Pensó enseguida en cómo venderle esto a la gente", recuerda Julio Bustamante, ex superintendente de AFP.
Entre 1991 y 1995 era común que los vuelos de Buenos Aires a Santiago aterrizaran llenos por ejecutivos y expertos de las administradoras de fondos de pensiones (AFP) chilenas. Durante cuatro años, gobierno, empresas y académicos colaboraron con sus pares argentinos para implementar la reforma previsional en ese país.
Catorce años después, la Presidenta argentina, Cristina Fernández, borró el trabajo de un solo plumazo y reestatizó el sistema previsional.
"El sistema argentino era casi idéntico al chileno, pero finalmente se hicieron algunas salvedades que lo volvieron vulnerable, como la falta de un resguardo constitucional y la no obligatoriedad de ingresar al sistema privado", explica Bustamante, quien lideró el trabajo de asesoría.
Los políticos y medios oficialistas que apoyan la decisión de Fernández acusan a las AFP trasandinas de irregularidades y de estar perdiendo el dinero de los afiliados. Para Germán Molina, ex gerente general de AFP Habitat, son sólo excusas. "Ahora todas las AFP están perdiendo dinero, también en Chile, pero esto es un sistema de largo plazo", afirma, no sin expresar su indignación por lo ocurrido en Argentina.
Los "padrinos"
La prensa argentina señala al entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, y a su principal asesor, Walter Schulthess, como los padres de las Administradoras de Fondos de Jubilación y Pensiones. Pero si Cavallo y Schulthess son los padres, Bustamante y Molina son los padrinos.
Bustamante desde el área pública y Molina desde el sector privado. Ambos economistas chilenos eran rostros habituales en conferencias, seminarios y charlas, así como en reuniones oficiales.
El ex superintendente de AFP recuerda con especial énfasis su primera reunión con el ex Presidente Carlos Menem.
Molina, que viajaba a Buenos Aires todas las semanas, tiene fresco el recuerdo de su encuentro con Cavallo, organizado por el Banco Mariva, uno de los primeros interesados en participar de la reforma.
Pero Bustamante y Molina son sólo dos de las decenas de chilenos que de alguna u otra forma participaron del proceso. "Los expertos chilenos tuvieron una participación vital, había funcionarios, empresarios, seminarios, charlas", recuerda Mauricio Barassi, ex asesor de Cavallo.
Economistas como Salvador Valdés y Hernán Cheyre eran comunes en la lista de conferencistas sobre el sistema previsional.
Incluso, la prensa destacó con especial énfasis el encuentro de una hora que José Piñera mantuvo con Menem y Cavallo, antes de dar una conferencia el 8 de agosto de 1992, con una audiencia de más de 500 personas.
En ese entonces, era común ver a funcionarios de la Superintendencia chilena en los pasillos del Banco Central argentino o la misma Casa Rosada.
Pero Argentina no era el único país que buscó en Chile un referente. Perú fue el primero, y poco después México se unió a la lista.
"La influencia de Chile en todo el continente era muy fuerte en esa época", recuerda el economista argentino Claudio Loser, ex funcionario del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Pero fue el Banco Mundial (BM) el organismo internacional con más influencia en el proceso. Barassi recuerda que "había muchos papeles de trabajo de expertos del banco con sugerencias de cómo hacer esto o lo otro".
En ese entonces, dos chilenos estuvieron a cargo del BM para América Latina. Primero Marcelo Selowsky, y luego, en 1993, Sebastián Edwards.
Germán Molina, ex gerente de AFP Habitat, el "motor" privado
La decisión del gobierno argentino de Carlos Menem de establecer una alianza con Chile abrió la puerta para que las empresas del país ingresaran masivamente en el mercado trasandino. Inicialmente las mayores inversiones se concentraron en el sector energético, pero las empresas chilenas, que ya tenían una década de experiencia, también aprovecharon la reforma.
En el ámbito empresarial la más recordada es la participación de Germán Molina Morel, quien era el gerente general de la AFP Habitat. "Lo que han hecho (en Argentina) es inaudito", dice en reacción a la reciente estatización del sistema.
Habitat aterrizó en Argentina por iniciativa del Banco Mariva, que llegó a Chile en 1992 a buscar un socio al enterarse de la posible reforma el sistema previsional.
Para ese entonces aún no estaba definido el marco regulatorio y financiero y parte del trabajo de los empresarios chilenos fue exponer ante sus homólogos argentinos las oportunidades que el sistema previsional generaba. "Nosotros poníamos la experiencia, pero finalmente eran los argentinos los que tenían que captar inversionistas", explica Molina.
Alex Fernández, ex presidente de Empresas Interamericana (AIG) fue otro actor del proceso. Como parte de su plan de expansión, a través de su AFP Unión (Provida), AIG también ingresó en Argentina y, al igual que otras empresas, participó de la fuerte campaña de opinión que se realizó en ese país para promocionar la reforma.
Otra AFP chilena que logró ingresar con éxito al mercado argentino fue Cuprum, de la mano de su presidente de entonces, Pedro Corona Bozzo, quien hoy dirige la Cámara Nacional de Comercio.
Pero sin duda fue Sonda una de las empresas más beneficiadas. Pioneros en el desarrollo de softwares para AFPs, la empresa chilena, gerenciada en Buenos Aires por Raúl Véjar, logró vender sus programas a 15 de las 21 AFJP de la nación trasandina que iniciaron sus actividades en 1994.
Cuando el sistema partió en Argentina, habían 24 AFJP. Pero finalmente fueron los bancos los que concentraron el mercado. Las inversiones chilenas en ese sector terminaron pronto. Para 1999, todas las AFP habían vendido sus participaciones a sus socios argentinos o a bancos extranjeros como BBVA. Según Molina, para entonces ya había señales de las debilidades del mercado trasandino. "Salimos a tiempo, antes de que llegara el corralito de 2001, que fue el primer golpe al sistema de pensiones", dice.
Usar la caída de las bolsas como excusa para agarrar el sistema de pensiones es una aberración".
Julio Bustamante, impulsor desde lo público
La cooperación de Chile en la reforma previsional argentina duró de forma oficial cuatro años y fue formalizada en un acuerdo de cooperación bilateral firmado a finales de 1991.
La iniciativa fue del entonces ministro de Economía trasandino Domingo Cavallo, quien delegó a uno de sus asesores de mayor confianza, Walter Schulthess, la coordinación del proceso.
La contraparte de Schulthess en Chile fue Julio Bustamante Jeraldo, quien fue durante diez años superintendente de AFP y ahora se desempeña como consultor privado. "Durante cuatro años trabajamos en la definición del sistema, el marco regulatorio y la creación de la Superintendencia. Pero antes que Argentina, ya habíamos cooperado con Perú y luego vino México...Chile era el ejemplo en la materia", explica Bustamante, quien hace seis años, en un estudio para el Banco Mundial, detectó varias debilidades del sistema previsional argentino.
Los funcionarios argentinos de esa época señalan a Osvaldo Macías Muñoz como otro actor clave. Para cuando se firmó el convenio, Macías ya se desempeñaba como Jefe del Departamento de Estudios de la Superintendencia de AFP, cargo en el que continuó hasta mayo de 2003, cuando asumió como Intendente de Seguros.
Otro miembro del equipo fue Carlos Briceño Mellado, quien se desempeñaba como jefe de la División de Control de Instituciones. Briceño ha sido un miembro activo en otras asesorías. Por ejemplo, la realizada en 2003 en República Dominicana.
Edgardo Krell, entonces jefe de la División Informática de la Superintendencia de AFP, fue el encargado del asesoramiento para el diseño e implementación del software para las administradoras. Para 1995, la labor de Krell había permitido que las empresas chilenas vendieran su software a la mayoría de AFP en Argentina y Perú.
La parte regulatoria estuvo a cargo de Andrés Cuneo Macchiavello, ex fiscal de la Superintendencia de AFP.
Cuneo se retiró del sector público en 2005, para asumir como decano de la U. Diego Portales y hoy tiene su estudio privado.