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Layla Osman

domingo, 03 de marzo de 2019


Conservacionistas
El Mercurio

Esta bióloga marina fundó una ONG llamada Conectar para Conservar y uno de sus proyectos intenta vincular a los pescadores de Valdivia con una colonia de lobos de mar. Por Jorge Rojas



LOS LOBOS DE MAR CAMBIARON LA VIDA DE la bióloga marina Layla Osman, de 43 años. En 2004, mientras trabajaba como académica en la Universidad Austral de Chile e investigaba al lobo fino de Juan Fernández, esta científica se preguntó de qué servía acumular tanta información si no impactaba la vida de las comunidades que convivían con la especie. "Durante tres años estuve en todas las islas del archipiélago y mi trabajo, que era sobre la naturaleza y la ciencia, se amplió a las personas, y ahí surgió esa inquietud", explica.

Osman, experta en mamíferos marinos, ya había estado trabajando en años anteriores en la Antártica, estudiando otra especie de lobo de mar, pero en Juan Fernández la experiencia fue distinta. Lo realmente diferenciador, cuenta, eran las personas, un factor que en la Antártica no existía. "Descubrí que no me servía de nada venirme con ese conocimiento a Valdivia. Esa fue una experiencia que me conmovió tanto, que detonó lo que hago hoy", asegura.

Por entonces, Osman trabajaba en el Centro Ballena Azul, una ONG que ayudó a fundar junto con Rodrigo Hucke, pero al regresar de Juan Fernández dejó ese empleo para sumarse a The Nature Conservancy, una organización internacional dedicada a la conservación. "Ahí conocí un proyecto de la Reserva Costera Valdiviana que era dirigido por el ingeniero forestal Alfredo Almonacid. La gracia era que en vez de pensar la conservación como un parque cerrado, buscaba incorporar a las comunidades".

Entonces, Layla Osman comenzó a trabajar con comunidades de pescadores en el manejo sustentable de recursos marinos, y luego de cinco años, con un grupo de colegas apasionados por la conservación -entre los que estaba Almonacid- creó Conectar para Conservar, una ONG que se dedica a generar líneas de comunicación entre diversos actores para que dialoguen sobre la conservación. "Nosotros como sociedad somos parte de la naturaleza y no nos damos cuenta. Estamos muy disociados. Y ahí están mis motivaciones. Cuando tú vas al supermercado ya no estás en el ciclo natural de antes, cuando la gente salía a cazar o cultivaba sus papas. No digo que todos tenemos que ser granjeros, pero sí darnos cuenta de que necesitamos conectarnos con otros".

A través de la ONG volvió a trabajar con lobos marinos, pero esta vez en Valdivia, su ciudad, donde hay una colonia instalada desde 2006. "Hemos estado trabajando con los pescadores, porque esta es una especie que tiene mucha interferencia con ellos. El año pasado conectamos a varias instituciones e hicimos un simposio para construir un enfoque colaborativo", cuenta. Una de las primeras conclusiones a las que llegó el grupo fue que no era necesario matar a los lobos de mar para solucionar los problemas de convivencia, como creían los pescadores, sino que manejar sustentablemente los recursos para que el pescado alcance para humanos y lobos.

Un enfoque distinto que Layla Osman cree que se logra a través del diálogo.

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