Aunque suena a ciencia ficción, hoy ya es posible fabricar en un laboratorio huesos, articulaciones y partes del cráneo para ser implantadas. Esto, gracias a los avances de la impresión 3D, un sistema que partió generando simples figuras plásticas, pero que hoy permite imprimir partes del cuerpo en materiales biocompatibles. La técnica se usa para devolver la calidad de vida a quienes necesitan una reconstrucción facial o craneal debido a accidentes, enfermedades o tumores, y para procedimientos estéticos. Y aunque Estados Unidos y Europa lideran la técnica, hay avances en Chile. "Hacemos reconstrucciones de huesos de la cara, mandíbula, pómulos y las zonas donde va el ojo o la frente", comenta el doctor Gonzalo Martinovic, cirujano maxilofacial del Hospital Militar de Santiago, donde ya se han colocado implantes impresos en 3D en veinticinco pacientes. "La impresión 3D ofrece un diseño exacto para cada paciente, porque cada prótesis se planea por individual, con lo cual las cirugías son bastante exactas y los resultados, más predecibles", comenta el médico. El proceso El sistema funciona así: se realiza un escáner al paciente, imagen que es enviada a ingenieros que la procesan con un software médico. Luego se crea otra imagen guía con la parte del cuerpo del paciente que no está afectada (mandíbula, pómulo, etc.). Esta especie de fotografía se transmite a la impresora 3D, la cual está equipada con materiales biocompatibles que leen la imagen e imprimen la pieza. "El software genera una suerte de espejo de la parte no afectada del paciente y allí nosotros podemos crear la parte del cuerpo que falta", explica Javier Rojo, ingeniero biomédico del proyecto de impresión 3D del Hospital Clínico de la Mutual de Seguridad, donde ya se fabrican estos implantes. Las impresoras se toman aproximadamente unos veinticinco minutos para imprimir una pieza. Las materiales biocompatibles más usados son el titanio y un polímero orgánico llamado PEEK, señala Ilan Rosenberg, protesista reconstructivo y director del laboratorio protésico Arcomed. "El PEEK no tiene interacción con el tejido y se comporta igual que el hueso humano. Sin embargo, aún no permite reemplazar partes de las piernas, porque no soporta la fuerza que el paciente hace sobre esas zonas", explica Rosenberg. Las impresoras trabajan a través de un sistema llamado sinterizado, explica Antonio Marino, cirujano de la clínica Maxilofacial, donde también se realizan cirugías con implantes 3D. "La impresora utiliza un producto que tiene partículas de metales, como el titanio, y el láser las endurece, las vuelve a amalgamar y así se forma la estructura", explica Marino. Una orquesta Durante todo el proceso, los cirujanos trabajan como directores de orquesta. Ellos revisan que las imágenes del software calcen con cada caso, revisan los diseños y finalmente colocan el implante. "Esto nos ha dado exactitud, reduce los tiempos quirúrgicos y la tasa de complicaciones", comenta el doctor Juan Pablo Alister, cirujano maxilofacial del hospital regional de Temuco, donde ya se han operado más de veinte pacientes en los últimos dos años con el apoyo de implantes 3D. La versión clásica de las reconstrucciones, aunque es más económica, implicaba procesos mucho más complejos, como obtener injertos de los propios pacientes para implantarlos en las zonas afectadas. "Esta tecnología vino a solucionar muchos de los problemas que teníamos los cirujanos", puntualiza el especialista.