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Desarrollo inmobiliario promete seguir elaborando vinos:

Agustín Huneeus y Pablo Longueira alistan la segunda reinvención de Casablanca

domingo, 24 de febrero de 2019

Ramón Rivera Notario
Economía y Negocios Domingo
El Mercurio

El crecimiento de Santiago, Viña del Mar y Valparaíso amenaza con convertir al valle en un suburbio más. Ante lo que declaran el avance imparable de la urbanización, un grupo de empresarios decidió emprender Maucolén, proyecto inmobiliario que incluye en su diseño la conservación de los mejores viñedos y de extensas áreas verdes, además de la promoción del turismo con un nuevo centro ecuestre.



Cuando ha viajado por tierra desde Santiago hacia Viña del Mar o Valparaíso, seguramente la ha visto. A la salida del túnel Zapata, a mano derecha y antes del peaje. Es la Viña Veramonte, con la cual Agustín Huneeus, empresario vitivinícola con casi seis décadas de trayectoria, convirtió en los años noventa al valle de Casablanca en una región de renombre viñatero, desde lo que era, una zona de agricultura de secano.

Hoy, Huneeus es responsable de una nueva reconversión del valle. Lo acompañan Hernán Besomi (cofundador y dueño de la constructora EBCO con Germán Eguiguren), Daniel Pardo (exsubsecretario de Turismo del primer gobierno de Sebastián Piñera) y el exministro de Economía y exsenador, Pablo Longueira.

Los cuatro son los principales actores de Maucolén, proyecto que comprende 240 sitios de entre 5 mil m {+2} y dos hectáreas, con precios que parten alrededor de las 4 mil UF, y en el que invertirán US$ 40 millones dentro de los próximos cinco años. Su propuesta es armonizar desarrollo inmobiliario con la conservación del carácter vitivinícola del sector y su entorno natural, además de desarrollar su potencial turístico.

Como parte del proyecto, se mantendrán 2.700 hectáreas como zona de preservación, incluyendo viñedos y un bosque nativo. Así, por cada casa construida habrá más de 10 hectáreas de bosque y viñas, en un sector que podría quedar a cerca de 20 minutos de la capital de construirse un tren rápido como el proyectado por el consorcio TVS con el que, aclaran, no han sostenido conversaciones.

"Hay una tensión urbanística muy fuerte en esta zona, proveniente del desarrollo de Santiago, Viña y Valparaíso", explica Huneeus, sentado en un salón de la Viña Veramonte, desde el cual la vista es, todavía, de hileras e hileras de parras que llegan hasta los cerros. Contra esa presión, señala, para la agricultura no es fácil competir. Pero el viñatero no iba a dejar que las mejores tierras para el vino en Casablanca desaparecieran así como así.

Viñedos de reserva

"Terrenos vitivinícolas buenos en el mundo hay muy pocos. Y Casablanca es uno de ellos. Me di cuenta de que íbamos a perder una zona que para el merlot, por ejemplo, no hay otra mejor. Para el syrah, es extraordinariamente raro encontrar un terroir como este. Estos terroir especiales, únicos en Chile, hay que salvarlos", enfatiza Huneeus.

En 2016 el empresario vendió el control de Veramonte a la española González Byass, pero mantuvo la propiedad de la mayor parte de sus terrenos en Casablanca. ¿Cómo conservar las mejores viñas del valle? La inspiración vino de Napa, en California -donde Huneeus posee Viña Quintessa-, que reservó el uso de los mejores terrenos a la actividad vitivinícola, permitiéndose en el resto de las tierras un urbanismo planificado, explica.

No fue fácil, ya que hubo resistencia por parte de los dueños de las viñas. Pero, relata, "de a poco nos fuimos dando cuenta, los propietarios, de que estas restricciones hacían más valioso a nuestro terreno. Porque a la gente le gusta más, quiere vivir así". Junto a Pardo, con quien trabajaba en Quintessa, buscaron entonces apoyo con el lado inmobiliario de la ecuación. Lo encontraron en Pablo Longueira y Hernán Besomi.

Zonas de preservación "para siempre"

Besomi explica que el proyecto quiere "mostrar que hay plusvalía, que hay mayor valor" en combinar casas y vinicultura. Por eso, se definen las zonas de parras a proteger como de uso vitivinícola "para siempre", en sus palabras, a través de su gravamen de uso.

"Tampoco se podrá construir viviendas en la zona de preservación del bosque", agrega, ya que quedarán definidas como terrenos para la conservación de la naturaleza.

Existirá, además, una red de senderos para recorrer Maucolén en bicicleta, a caballo o haciendo trekking . Todo, para generar valor a los futuros habitantes y con la esperanza de inspirar proyectos similares en el valle, señalan.

Además, los empresarios destacan el clima del sector, con influencia costera, y su belleza. Indican, asimismo, que planean incorporar infraestructura como un colegio, un centro comercial, un hotel y un restaurante. Las ventas de la primera etapa del proyecto empezaron hace dos meses, señala Besomi. Se trata de 40 unidades, vendidas a través de invitación.

Turismo y centro ecuestre

El grupo tras Maucolén también quiere potenciar el atractivo turístico de un valle conocido en todo el mundo. "Si esto termina, terminan años de creación de imagen país", advierte Pardo, quien señala que Casablanca es la ruta por la cual pasan más turistas en Chile, unos 300 mil al año. Mira nuevamente a Napa, que, señala, atrae a cuatro millones de visitantes anuales.

Para ello, el proyecto contará con un centro ecuestre diseñado por Alfredo Moreno Echeverría, director de la Escuadra Palmas de Peñaflor e hijo mayor del ministro de Desarrollo Social de igual nombre, que ha hecho demostraciones ecuestres en todo el mundo, incluso frente a la reina Isabel II. La gracia es que, además de realizar el diseño, la escuadra usaría el centro para sus espectáculos.

El empresario inmobiliario, compañero de Longueira en el colegio y en Ingeniería de la Universidad de Chile, se refiere al aporte de su cercano socio: "Tiene una experiencia de trabajo y de gestión impresionante. Yo creo que él se está realizando en una vocación que siempre tuvo y que nunca practicó, participar en una mezcla de desarrollo, ingeniería y gestión. Él es muy perseverante".

La Escuadra Palmas de Peñaflor hará presentaciones en un centro ecuestre diseñado por su director, Alfredo Moreno E., hijo del ministro homónimo.

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