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Bosque nativo, nuevos pasos para aprovechar un recurso casi olvidado

lunes, 25 de febrero de 2019

Yudith Merino González
Reportaje
El Mercurio

Pérdida de árboles por sustitución, incendios y degradación es el panorama habitual que experimentan los bosques nativos. Hacerlos más saludables con manejos y aprovechar la madera es parte de un plan que pretende intervenir 10 mil hectáreas en las regiones Metropolitana y Valparaíso.



Al año se pueden llegar a perder seis mil hectáreas de bosque nativo en la zona central, en parte por el deterioro que los afecta.

La conclusión de diversos profesionales del área se basa en la degradación que muestra este patrimonio nacional, que hoy luce árboles enfermos porque no se les hace un manejo apropiado, sino que más bien están abandonados. Por ejemplo, al dejar libre el crecimiento, la cantidad de brotes en cada individuo detiene la regeneración por semillas. También es frecuente que los árboles nativos sean sustituidos por otros cultivos que parecieran más rentables para sus dueños, en el caso de predios privados.

Y en superficie es importante. En 2017, la superficie cubierta por bosques se estimaba en 17,6 millones de hectáreas, nada menos que el 23,3% del territorio nacional. Pero de esa cantidad, el 81,6% corresponde a bosque nativo, es decir, 14,4 millones de hectáreas, según datos de Conaf.

Parte de la solución a esta problemática partió hace dos años con el acuerdo de producción limpia, APL, coordinado por el Proyecto GEF "Corredores Biológicos de Montaña" del Ministerio del Medio Ambiente. Este acuerdo es un modelo de intervención sustentable en bosques nativos mediterráneos. Ahora tiene su segunda parte, con otro APL de dos años que está en la etapa de reclutamiento de más hectáreas. La meta es llegar a 10.000, de las que se obtendrán madera nativa certificada y no solo carbón y leña, pero dejarán en pie un bosque nativo más sano.

"Es importante preservar nuestros bosques, asegurar su valioso servicio ecosistémico a las futuras generaciones y su cuidado como reserva de aguas lluvia en las napas subterráneas, de esa forma frenamos el avance del desierto y generamos microclimas favorables para la actividad agrícola. Por todo esto, es que es necesario estimular el uso sostenible del bosque mediterráneo, conservando sus funciones ambientales", valora Felipe Riesco, ministro (s) del Medio Ambiente.

El cuidado y preservación de la especie están muy presentes en el proyecto, ya que se establecen ciertos porcentajes de corte, no de forma indiscriminada, por ello, los niveles que se extraen son menores. "Como el bosque está mal y está degradado, no más del 1% de la madera sirve para mueblería", indica Pablo Cruz, doctor en Ciencias Forestales y asesor técnico del APL.

"Lo que se busca es restaurar el bosque nativo y ofrecer una alternativa a los propietarios de bosques, de modo que ellos puedan a mediano y largo plazo mantenerlo y obtener ingresos de este manejo", plantea Jaime Rovira, encargado de la sección ecosistemas del Ministerio del Medio Ambiente.

Con el inicio de la iniciativa, se formó una agrupación de dueños de predios con bosque nativo en la Quinta Región, que partió con tres socios y 300 hectáreas.

"Todos lo ven como un bosque basura, pero hay mucha gente que lo valora. Lo que se pretende es darle valor y él lo va a retribuir en agua, en paisaje, en contener la erosión, y puede que también en madera", señala Jaime Riesco, representante del Consorcio de Privados Dueños de Bosques Mediterráneos de la Región de Valparaíso. El consorcio cuentan con certificación de producción limpia para especies como boldo, molle, litre y maitén.

El objetivo es hacer un manejo sustentable del bosque nativo que signifique su conservación, para lo cual el proyecto plantea un acompañamiento a los propietarios para que cumplan el plan en sus diferentes etapas que culminan con la certificación.

"Para los propietarios el principal beneficio es obtener una mayor rentabilidad de sus bosques y poder darle, además, sustentabilidad en el tiempo", dice Giovanni Calderón, director de la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático.

Corta de conservación

Intervenirlo, restaurarlo y aumentar su valor económico para terminar con la visión de que es un recurso que está abandonado y que cuando se quema a nadie le importa.

"Tenemos un bosque que está muy alterado y degradado, porque crece desde rebrotes, que es un mecanismo de sobrevivencia de los bosques", explica Pablo Cruz. El proceso de recuperación del bosque por sí solo es lento, y puede tardar 60 años, porque los brotes extra tienen que ir muriendo por sí mismos. Por eso, la intervención consiste en cortar brotes, reducir su densidad y dejar los mejores vástagos. "En ese momento, el árbol empieza a recuperar la condición original que tenía", detalla Cruz. Con eso se logra que la alimentación que antes se repartía entre cinco o diez vástagos, ahora vaya solo a tres o cuatro, lo que provoca que crezcan mucho más rápido y que el bosque acelere su propio proceso de recuperación. Esto puede tardar entre 10 y 15 años.

Así, se logra que cada cepa adquiera más vigor, que el bosque esté más sano y se elimina la masa extra que funciona como combustible en caso de incendio, que es una de las principales causas de la desaparición del bosque.

"Un beneficio muy importante de esta gestión es que se interrumpe esa continuidad vertical, entonces los bosques quedan mejor resguardados para soportar los incendios", afirma Cruz.

Bondades de un recurso olvidado

Los bosques nativos tienen una función importante en la producción de agua, porque retienen el agua y con esta alimentan las napas subterráneas. "Los propietarios saben que su agua es de mejor calidad y que tienen más porque tienen bosques. Lo tienen claro", especifica Pablo Cruz.

Además, capturan carbono, purifican el aire y son un refugio para las especies silvestres.

La idea es extraer la biomasa de los árboles, como por ejemplo del quillay, peumo, boldo, litre, molle y maitén, entre otros, madera que se desea comercializar en un mercado específico de producción de muebles, parquet y maderas redondas, en el que se valore la certificación que tiene el producto. La madera muy delgada y difícil de aserrar, los dueños pretenden venderla a empresas que tienen calderas.

"Hay que hacer cosas boutique con estas maderas, que tengan un valor alto, porque son piezas pequeñas", destaca Riesco.

Como son bajos los niveles de madera que se producen anualmente, se busca que los propietarios se asocien para así poder comercializar cantidades mayores. Cada propietario produce 50 toneladas en promedio, lo que no sirve para entrar con fuerza al mercado, según expertos.

Las entidades parte de este proyecto están buscando mercados para la biomasa, que reconozcan el manejo sustentable y paguen más. Por ejemplo, la producción de pellets, para calefacción y para plantas de dendroenergía.

Financiamiento, un problema

El APL consiste en un apoyo financiero y de asesoría a los propietarios, quienes reciben de parte del Ministerio del Medio Ambiente 500 mil pesos por hectárea de bosque nativo durante el primer año, que es complementario al aporte que entrega la Ley 20.283, que administra Conaf, que corresponde a 10 UTM. Con eso, el propietario recibiría más de 900 mil pesos por hectárea para financiar el proyecto.

Sin embargo, los dueños afirman que este aporte no es suficiente, ya que cubre el proceso solo durante un año.

"Con este financiamiento no habrá propietarios para ser parte de esto; así de trágico, porque es mucho lo que hay que invertir, y la retribución de esto vendrá después de muchos años, yo calculo que deben ser 20 años para tener ganancias", comenta Riesco.

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