Fondos Mutuos
La Ópera de Viena, escenario fundamental de la lírica, está celebrando 150 años con una temporada que contempla 50 títulos de ópera. Siete son nuevas producciones que les encargaron a los regisseurs más connotados del momento, como el francés Laurent Pelly, quien estrenó el 9 de febrero su puesta en escena de "Lucia di Lammermoor" (Donizetti), con George Petean, Olga Peretyatko-Mariotti y Juan Diego Flórez en los protagónicos. Sin embargo, en este elenco también hay un chileno: el tenor Leonardo Navarro (1985). Él está a cargo de un rol comprimario -es decir, de reparto- con exigencias e importancia propias: el cazador Normanno. Las funciones continúan hasta el jueves 21, pero el registro de la premiere puede escucharse gratis en la web de la Radio Pública de Austria: Oe1.orf.at. El cantante de Talcahuano se integró al ensamble de solistas de la Ópera de Viena hace dos años, y en enero celebró su quincuagésima actuación en ese teatro, como Spoletta en "Tosca" (Puccini). "En estos dos años adquirí una experiencia que nunca iba a lograr en mi país, desde el punto de vista artístico. En este tipo de escenarios, uno se prepara un montón como artista; acá se hacen 300 funciones al año, y ocho o nueve óperas al mes; entonces tiene que estar preparado para todo. Esta es una escuela que te hace de acero", comenta al teléfono desde Viena. "Siempre me resuena la voz de mi mentor, Rodrigo Navarrete, que siempre nos decía 'Estudien, estudien, son flojos', porque cuando llegué acá me di cuenta de que era cierto. Yo era flojo. Es increíble cómo avanzas con el estudio. Así me logré hacer una disciplina para estudiar y aprenderme los roles con gran velocidad", reconoce. Porque la rapidez es una exigencia ineludible para ser cover -cantante de reemplazo-, cuando el tiempo de repaso es sencillamente mínimo. Navarro ya sorteó una situación extrema cuando fue cover en "Dantons Tod", la primera ópera del austríaco Gottfried von Einem, que fue estrenada en 1947. "El cantante se enfermó justo antes de la última función, y tuve que saltar al escenario y actuar frente a dos mil personas. Poder estudiar rápido un rol, es algo que destaco de estos dos años de experiencia, así como el hecho de tener muchos roles listos", opina el tenor. Calidad humana Navarro confiesa que entre los desafíos más interesantes que ha superado está el rol de Pong, en "Turandot", en la producción de Marco Arturo Marelli para la Ópera de Viena, debido al exigente dinamismo del movimiento escénico. Igualmente destaca haber sido Sigfrido en una versión infantil del "Anillo de los Nibelungos" (Wagner): "Nunca he visto a los niños disfrutar tanto en una kinder opera . Y sus padres estaban igual de motivados y concentrados". Y si en 2018 debutó en Rusia, este año itinerará en Austria y Suiza con el Stabat Mater de Dvorák. Sus próximos compromisos en la Ópera de Viena son Goro, en "Madama Butterfly" (Puccini); Pong, en "Turandot" (Puccini); un caballero del Grial, en "Parsifal" (Wagner), y Rodrigo, en "Otello" (Verdi). Navarro también vendrá a Chile: en agosto se sumará a la producción de "Madama Butterfly" de la Corporación Cultural U. de Concepción. -En todas las producciones de la Ópera de Viena hay estrellas. ¿Le ha sorprendido algo al trabajar con estos artistas? "Lo más impresionante es la calidad humana y artística de los grandes cantantes del mundo. Alguien a quien uno admira tanto, como Roberto Alagna, y que cuando lo conoces es una persona amorosa, y que te habla en español. Trabajamos tres meses juntos; hicimos un 'Otello', un 'Turandot' y un 'Sansón y Dalila'. Él siempre te escucha y te da ideas. En un momento, me dijo 'Tu voz es para cosas mucho más importantes que esto'. ¡Roberto Alagna! No podía creerlo". El tenor da también fe de la cercanía y el respeto que expresa con cada trabajador del teatro el director de la Ópera de Viena, Dominique Meyer, y destaca la generosidad de los célebres Juan Diego Flórez y Carlos Álvarez: "Siempre están dispuestos a hablar contigo de técnica, a enseñarte y aconsejarte". -¿Cómo se ve usted en dos años más? "Siempre he sido de la idea de ir piano piano . Sé que en algún momento haré roles más importantes, pero también que eso requiere de madurez. Me encantaría verme haciendo un Nemorino (de 'El elíxir de amor') o un Rodolfo (de 'La Bohème') en dos o tres años más".