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Atentado a Clemenceau

sábado, 16 de febrero de 2019


Opinión
El Mercurio




En pleno desarrollo de las Conferencias de Paz llevadas a cabo en París por los aliados vencedores de la Primera Guerra, un incidente grave alteró el ambiente el 19 de febrero de 1919. "He tenido una escapada más grande de las que se hacen en el frente", confidenció Georges Clemenceau (77), jefe del gobierno francés, al salvar ileso tras recibir una serie de disparos mientras se dirigía en automóvil desde su domicilio hasta el Ministerio de Guerra galo.

Los cablegramas publicados en "El Mercurio" informaban que el atacante, Émile Cottin, un joven anarquista de 22 años, culpaba al Primer Ministro por desafiar las huelgas con la fuerza. "El hecho criminal causó amplia conmoción. De los siete balazos, uno dio en el blanco, produciéndole una gran hemorragia. Los facultativos decidieron no extraer la bala que alcanzó su omóplato derecho, dada la difícil ubicación y complicaciones posteriores. Incluso, otro boletín médico especifica que está comprometido uno de sus pulmones", se leía.

Según los reportes oficiales, encontrar al autor del atentado fue simple, dado que los transeúntes que presenciaron la escena lo apresaron antes, en espera de que llegara la policía. De hecho, un robusto aprendiz de peluquero se le abalanzó encima, atando sus manos, hasta que fuera arrestado. A las pocas horas, el propio gobernante calmó a los franceses: "El proyectil me produjo un dolor tan intenso que no pude reprimir los gritos; mi adversario tuvo, sin duda, mala puntería y aquí estoy de vuelta".

También, por la prensa, se conocieron los innumerables mensajes de apoyo que recibió Clemenceau. El Premier británico, David Lloyd George, se refirió al "canallesco atentado contra vuestra vida. Os felicito que hayáis escapado de este peligro". Por su parte, el Presidente de Estados Unidos, Thomas Woodrow Wilson, expresó: "Os deseo una rápida mejoría, para continuar las gestiones de paz y para que Francia siga beneficiándose de su elevado patriotismo y eminentes facultades".

El padre del implicado reconoció que su hijo nunca dejó de leer en abundancia obras anárquicas. Al enterarse de lo ocurrido, lloró amargamente. "Yo no soy revolucionario", confesó.

Cottin fue condenado a muerte al mes siguiente, pero el Presidente Raymond Poincaré lo indultó y conmutó la sentencia a 10 años de prisión. La bala alojada en el cuerpo de Clemenceau permaneció allí hasta su fallecimiento, en 1929.

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