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Las señales de calma en los tiempos de crisis

domingo, 12 de octubre de 2008

Hernán Cheyre V., Socio principal de Econsult
Economía y Negocios Domingo

Si bien es cierto que asociado a grandes crisis hay también grandes oportunidades, éstas deben aprovecharse en el marco de criterios que no abandonen la prudencia, y acompañados de una buena dosis de perseverancia.








El errático desarrollo de los acontecimientos en los mercados financieros internacionales ha causado preocupación y frustración. Se esperaba que luego de aprobarse el paquete de ayuda anunciado por el gobierno norteamericano, lo que venía era una relativa estabilización de los mercados. Pero ello no logró revertir la percepción de incertidumbre respecto de la solvencia en que se encuentran los distintos actores del sistema, provocándose así una virtual paralización del mercado interbancario de créditos, con evidentes consecuencias negativas para el desarrollo de las actividades comerciales cotidianas de consumidores, productores e intermediarios.

Lo que ha ocurrido es que la crisis financiera inicial, que surgió de la cartera hipotecaria subprime, ha derivado en una compleja crisis de confianza de alcance mucho más global. ¿Por qué ocurrió esto? Porque al problema de fondo que se enfrenta -y que aún no se logra dimensionar en su totalidad- se ha sumado una insatisfactoria reacción de las autoridades políticas y económicas responsables de abordar el tema. Definitivamente, no se ha actuado ni con la asertividad ni con la convicción requeridas para sortear la situación.

Aunque técnicamente las medidas han estado razonablemente bien encaminadas, se han observado titubeos, pasos en falso y descoordinaciones que han agravado el problema.

Estos desafortunados episodios entregan valiosas enseñanzas que deberían ser asimiladas por las autoridades económicas de nuestro país. Aunque la solvencia del sistema financiero local no está puesta en duda, lo acontecido en el mundo ha generado una gran convulsión interna, que ha tenido manifestaciones visibles en la evolución de las cotizaciones bursátiles, en la liquidez del sistema financiero y en el tipo de cambio. Considerando que la fragilidad que se observa en los mercados internacionales va a afectar negativamente los flujos crediticios hacia Chile, y que el enfriamiento que se anticipa en el crecimiento global va a afectar la expansión de los niveles de actividad internos en los períodos venideros, parece de la mayor importancia que desde un punto de vista técnico las autoridades adopten medidas que otorguen mayor flexibilidad al aparato económico chileno, de manera de poder desenvolverse en mejor forma en el clima adverso que se avecina. Pero esto último no será suficiente: la firmeza, claridad, transparencia y convicción con que se actúe va a ser fundamental para retomar la confianza. Por ejemplo, la decisión del Ministerio de Hacienda de invertir en el sistema financiero local algunos depósitos mantenidos en el exterior que habían llegado a su fecha de vencimiento tuvo pleno sentido desde el punto de vista de técnico, pero en su implementación inicial adoleció de un grave error de percepción, al no haberse priorizado el mecanismo de la licitación. Esta situación fue felizmente corregida, pero pudo haber tenido consecuencias no buscadas. Las autoridades deben tomar conciencia de que en ambientes altamente volátiles, donde el elemento predominante es la incertidumbre, el camino por el que se transita es una "delgada línea roja", lo cual obliga a redoblar esfuerzos de cuidado con el tipo de señal enviada con cada decisión de política.

En el caso del Banco Central la situación es similar en lo relativo a los mecanismos de provisión de liquidez, y también en lo referido al manejo de la política monetaria. El mercado constantemente está "sometiendo a prueba" al instituto emisor, y en este contexto será fundamental continuar entregando señales indicativas de su compromiso de poner atajo a la inflación. Hoy más que nunca el Central debe reforzar su mensaje de compromiso en esta línea, por cuanto es necesario que el mercado recupere la credibilidad en que hacia el año 2010 la inflación estará anclada nuevamente en torno a 3%. De lo contrario, la recuperación de la economía será más lenta y más costosa.

En lo que respecta a cada uno de los agentes económicos que intervienen en la economía lo fundamental es mantener la calma y no tomar decisiones apresuradas, especialmente, en lo referido al manejo de las inversiones financieras. Muchas de las pérdidas bursátiles no se van a poder recuperar en el corto plazo, y lo menos aconsejable en estas circunstancias sería adoptar la actitud de un apostador de casino que en un solo juego pretende resarcirse de las pérdidas anteriores. Si bien es cierto que asociado a grandes crisis hay también grandes oportunidades, éstas deben aprovecharse en el marco de criterios que no abandonen la prudencia, y acompañados de una buena dosis de perseverancia.

Se han observado titubeos, pasos en falso y descoordinaciones que han agravado el problema.

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