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La desconocida mediación familiar relacional

lunes, 04 de febrero de 2019

Jimena Valenzuela Directora Instituto de Ciencias de la Familia Universidad de los Andes
Opinión
El Mercurio

"...Se aplica una metodología rigurosa para que los participantes aclaren y definan el problema, el que suele ser multicausal y sopesado con una mirada subjetiva. Además, busca que se centren en definir objetivos y se comprometan en cumplir acuerdos concretos, en los que todos los involucrados ganen...".



Es lamentable comprobar lo ignorada que es la mediación familiar para resolver conflictos, más allá de materias judiciales previas y obligatorias. Para la opinión pública, es un medio que resuelve controversias exclusivamente judiciales, y se desconoce su efectividad ante problemas que se generan en las relaciones interpersonales y familiares.

Que la familia es la mayor fuente de felicidad de las personas, es un hecho que consignan diversos estudios. De hecho, en la reciente encuesta CEP el 48% de los participantes declaró que se siente muy satisfecho con sus relaciones familiares. Pero en todas las familias se viven conflictos y desencuentros, por lo que a veces puede estar lejos de ser el espacio donde nos sentimos seguros, queridos y aceptados.

Las consecuencias de estos trances, en algunos casos, llega incluso a producir un impacto negativo en la formación y desarrollo de la personalidad de sus miembros, sobre todo en niños y adolescentes, generando cuadros de depresión, agresividad, abuso de sustancias y alejamiento emocional, entre otros.

En este contexto, la mediación familiar relacional adquiere relevancia, ya que, a través de la búsqueda del diálogo, del entendimiento y de la profundización de las relaciones entre sus miembros, permite contribuir y fortalecer la confianza y armonía familiar.

El mediador actúa como un tercero imparcial e interviene como puente entre las partes, utilizando herramientas específicas para establecer acuerdos, que ayuden a recomponer la buena relación y dar por acabado, o al menos mitigado, el conflicto.

Este experto aplica una metodología rigurosa para que los participantes aclaren y definan el problema, el que suele ser multicausal y sopesado con una mirada subjetiva. Además, busca que se centren en definir objetivos y se comprometan en cumplir acuerdos concretos, en los que todos los involucrados ganen. Es erróneo pensar que se trata de un terapeuta, un consejero o un árbitro, porque quienes ejercen esta profesión tienen diversos estudios de pregrado y una especialización de postgrado en el área.

Entre los principios de este proceso se encuentran la imparcialidad, la confidencialidad, la voluntariedad y la capacidad de autodeterminación o protagonismo de las partes, salvaguardando en todo momento la ética y el respeto por la dignidad e integridad de los participantes.

El mediador propicia que los integrantes de la familia reconozcan sus capacidades para comunicarse y comprometerse, tomando conciencia de que está en sus manos el cambio para una mejor convivencia, armonía familiar y fortalecimiento de las confianzas recíprocas.

Hoy son pocos los centros que desarrollan este modelo ampliado de resolución de conflictos, más allá de lo estrictamente judicial. Es en este esfuerzo que el Instituto de Ciencias de la Familia de la Universidad de los Andes ha puesto a disposición de la comunidad de San Bernardo un nuevo servicio de mediación familiar, en el Centro de Salud que tiene en dicha comuna.

Es un hecho que la familia ocupa un rol trascendental en la vida de las personas. Por esto, todo esfuerzo para mantener la unión y entregar las herramientas que les permita resolver sus diferencias va en directo beneficio de toda la sociedad.

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