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Cierre del año fiscal

domingo, 03 de febrero de 2019


Editorial
El Mercurio




Un mejoramiento en diversos indicadores reflejan las cifras fiscales para 2018, reafirmando así el proceso de consolidación al que el Gobierno se comprometió. En efecto, los números correspondientes al déficit efectivo, déficit estructural y endeudamiento no solo son mejores que los de 2017, sino que también superan las proyecciones de la ley de presupuesto. Así, el déficit efectivo en 2018 fue de 1,7% del PIB, bastante menor al 2,8% de 2017 e inferior también al proyectado en el presupuesto que rigió la actividad fiscal durante el año pasado. La mejoría se debe tanto a mayores ingresos fiscales como a un crecimiento más acotado en los gastos del Gobierno. Por el lado de los ingresos, las cifras muestran un crecimiento importante asociado a la mayor actividad económica, a mayores ingresos del cobre y a un ingreso tributario extraordinario por la operación de Tianqi y SQM. Respecto de los ingresos tributarios, llama la atención que la partida más importante correspondiente a contribuyentes no mineros creció menos de lo presupuestado, aun con una economía más dinámica que lo anticipado.

A su vez, el gasto fiscal creció 3,4% en términos reales, cifra muy inferior al 5,5% promedio de los últimos cuatro años. En este caso, hubo una expansión acotada en el gasto corriente, que creció 3,9% respecto de 2017 y casi menos de un punto porcentual respecto del presupuesto. Ello refleja el esfuerzo de contención impulsado por esta administración. En contraste, el gasto de capital aumentó 0,9%, sobre lo presupuestado.

Las cifras estructurales mostraron también una dinámica de acuerdo con lo anticipado, con la excepción del incremento de recaudación extraordinaria, cercano a 0,3% del PIB, por la operación de SQM. De acuerdo con la metodología de cálculo del gasto cíclicamente ajustado, estos ingresos son considerados como estructurales y explican parte del sobrecumplimiento en la meta estructural, que alcanzó un 1,5% del PIB.

La evaluación de estos resultados no debe politizarse. Algunas de las variables son fruto del esfuerzo de las autoridades actuales -como los ajustes de gastos y parte de la recuperación más rápida del crecimiento económico-, mientras otras escapan del control del gobierno de turno, como las fluctuaciones en la recaudación fiscal por el precio del cobre o recaudaciones extraordinarias por operaciones especiales. El foco en el análisis debe resaltar el cumplimiento de la meta de consolidación que se impuso la autoridad. El paso de los meses no debe hacer olvidar que la situación fiscal legada por el gobierno anterior exigía un cambio de timón, que se comprometiera a un menor déficit y, aún más importante, que esa promesa se cumpliera. Las cifras recién conocidas son, en ese sentido, una muy buena noticia.

Hacia adelante, los desafíos fiscales siguen siendo grandes, toda vez que se ha acumulado una década de déficits. El sistema político en general muestra dificultades en contener las presiones de gasto, y los pasos para acelerar el ritmo de crecimiento sostenido parecen más lentos de lo deseado. La consolidación fiscal recién está comenzando, y debe seguir acompañando el esfuerzo del Gobierno en lo que queda de su mandato.

Las cifras son una buena noticia, pero los desafíos fiscales siguen siendo grandes.

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