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martes, 29 de enero de 2019

Economía y Negocios Online


Iván Vera, presidente de INNSPIRAL

Estamos en el inicio de la 4ª Revolución Industrial, que está marcada por el emerger de la inteligencia artificial (IA) y la robótica. Como en las anteriores, ésta tendrá dos impactos en el empleo: el primero, denominado Efecto Desplazamiento, indica la pérdida de empleos dado el reemplazo de humanos por máquinas. El segundo: el Efecto Productividad, por el cual el progreso generado por las nuevas tecnologías e industrias crea empleos que no existían.

Sin embargo, una revolución industrial genera dos problemas: El primero es que el Efecto Desplazamiento se manifiesta en el corto plazo y el Efecto Productividad suele llegar en el mediano. El segundo: la pérdida de empleo puede manifestarse en un país y la creación de las nuevas industrias en otro.
El progreso tecnológico sin duda destruye empleos en ciertos sectores industriales, pero también crea nuevos empleos, empresas e industrias. Siempre ha ocurrido que –a la larga- lo creado supera lo destruido.

En 2016 visitamos en Alemania la planta más robotizada de BMW. Dos mil robots armando automóviles con una precisión y a una velocidad imposible de igualar por humanos. La robotización permitió reemplazar a miles de alemanes que realizaban tareas rutinarias en las plantas de BMW. Y nadie en Alemania ha reclamado al respecto, y tiene una de las economías más potentes del planeta.
La llegada de innovaciones intensivas en inteligencia artificial hace temer hoy que ésta inicie la sistemática destrucción de empleos de mayor calificación en industrias de servicio como salud, educación, seguros, etc.

En 1968, Douglas Engelbart, investigador de Stanford Research Institute, enunció que debíamos desarrollar soluciones de “inteligencia aumentada”. Hablaba de inteligencia humana aumentada por inteligencia artificial. Esto lo podemos ver hoy en innovaciones como Waze. Esta aplicación no decide tu ruta, simplemente sugiere lo que según la Data es más inteligente.

La inteligencia artificial y la robótica realizarán tareas que no son viables de ser realizadas por humanos y contribuirán a que los humanos actuemos con inteligencia aumentada y vivamos mejor.

Desde principios de 2018, los robots de Zippedi –emprendimiento chileno apoyado por Magical Startups y Corfo- recorre a diario los pasillos de retailers en Chile, revisando cada precio y detectando falta de stock para luego recomendar acciones correctivas. CLIN, nuevo fondo de capital de riesgo chileno, acaba de liderar una segunda ronda de inversión en Zippedi, que en diciembre exportó su primer robot a Estados Unidos. Osoji, emprendimiento creado en Chile, diseña acá y fabrica en China robots para limpieza de pisos y ventanales. Vendió más de 2 mil robots en 2018. ENAEX desarrolló el primer robot mundial para operaciones de tronadura minera. Próximamente también lo exportará a varios países mineros donde opera esta empresa chilena.

Chile está asumiendo mayor protagonismo en esta nueva revolución. Sin embargo, debemos robustecer aún más capacidades y experiencia en innovación digital y en startups, pymes, grandes empresas, universidades, institutos profesionales, fondos de capital semilla y de riesgo. Para esto, el diálogo y el liderazgo del Gobierno, privados, centros de investigación y de educación y de la prensa serán fundamentales. Debemos trabajar para que miles de nuevos empleos en IA y robótica para la minería, alimentos, retail y otras industrias, sean generados en Chile. Cuanto antes, mejor será para generar en Chile las oportunidades del Efecto Productividad y evitar-al mismo tiempo- que la población rechace el progreso al sentir solo el Efecto Desplazamiento.

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