"Podemos decir que, en términos de hipertensión, lo que es bueno para el corazón también es bueno para el cerebro", dijo ayer a "El Mercurio" el doctor Jeff Williamson, profesor de medicina geriátrica de la Universidad de Wake Forest (EE.UU.) y líder de un estudio que probó la reducción de la presión arterial como una estrategia para disminuir el riesgo de sufrir deterioro cognitivo leve. Este se manifiesta a través de problemas de pensamiento, de memoria o de razonamiento, y comúnmente antecede a algunos tipos de demencia como el alzhéimer. "Por primera vez en la historia, proporcionamos a un grupo de personas una manera clara de reducir el riesgo de deterioro cognitivo", dice Williamson sobre su investigación, la cual involucró a nueve mil 300 adultos mayores con hipertensión que fueron seguidos durante cinco años. Los resultados arrojaron que llevar la presión sistólica bajo 120 mmHg (milímetros de mercurio), en comparación con el objetivo estándar en muchos países (incluido Chile) de menos de 140 mmHg, disminuyó el riesgo de presentar deterioro cognitivo leve. El trabajo es parte del estudio "Sprint Mind", una rama de un gran ensayo clínico que financia el gobierno de EE.UU. a través del Instituto Nacional del Envejecimiento. Otra de sus conclusiones importantes es que la presión menor a 120 es segura para el organismo. Los resultados fueron publicados ayer en la prestigiosa revista JAMA. Por otro lado, los mecanismos que explican los hallazgos no están claros, según comenta el doctor Williamson. Sin embargo, estudios previos han mostrado una asociación entre hipertensión y riesgo de alzhéimer por medio de un daño vascular que afecta al cerebro, explica Jorge González, neurólogo de la Red de Salud UC Christus. "Entonces, uno podría pensar que al bajar la presión y disminuir el riesgo de daño vascular sería un mecanismo para aminorar el daño cognitivo, pero eso es apenas una hipótesis", dice el médico. Y agrega: "Este estudio lo que sí demuestra es que con una intervención basada en bajar la presión sistólica en los hipertensos se podría reducir hasta 20% el riesgo de daño cognitivo". Evidencia sólida El biomédico Luis Michea, expresidente de la Sociedad Chilena de Hipertensión y académico de la Universidad de Chile, añade que los resultados aplican para una población diversa y son alentadores para Chile, donde la población envejece aceleradamente y donde tres cuartos de los mayores de 65 años es hipertenso. "Se vieron los beneficios en hombres y en mujeres, incluso sobre los 75 años y de distintas etnias. Es un gran resultado", dice Michea. "Además se vio que muchos medicamentos antihipertensivos tenían efecto, por lo tanto, es un resultado muy atractivo, porque la intervención no depende de un principio activo en particular". La neuróloga Andrea Slachevsky, subdirectora del centro de gerociencia, salud mental y metabolismo GERO, destaca que el trabajo es el primero de su tipo. "Un estudio de esta amplitud que prueba el efecto de una intervención para disminuir el riesgo de deterioro cognitivo es una evidencia mucho más sólida para implementar políticas de prevención en términos de demencia", comenta la doctora. Los expertos son enfáticos en que si bien una buena parte de los hipertensos toma medicamentos, esta no es la única solución. Según coinciden, el tratamiento de la hipertensión en sus primeras etapas puede basarse en bajar de peso, mejorar la dieta y, especialmente, reducir el consumo de sal y hacer actividad física. Sin embargo, esto debe ser indicado por un médico.