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Rodrigo Rocha habla sobre el futuro de la Santo Tomás

domingo, 05 de octubre de 2008

ÁLVARO RODRÍGUEZ VIAL
Economía y Negocios, El Mercurio

Por más de dos décadas trabajó a metros de Gerardo Rocha. Por él entró a estudiar ingeniería, por él también viajó por todo Chile para liderar la expansión del grupo, y por él se aventuró hasta Mozambique. Desde el sillón de director que asumió esta semana, sigue ligado a su legado. Asegura que de venta, nada, a lo más un socio minoritario que aporte hasta US$ 50 millones a la Corporación Santo Tomás.

Cuando estaba por dar la Prueba de Aptitud Académica, el joven Rodrigo Rocha Vera no sabía si estudiar ingeniería comercial, derecho o incluso teatro. Pero fue su hermano 10 años mayor -el fallecido empresario y fundador del conglomerado educacional Santo Tomás, Gerardo Rocha- quien lo guió a inclinarse por los números para que lo acompañara en su aventura empresarial.

Finalmente, entró a la U. de Chile y apenas salió -en 1988- se incorporó a la red educacional de su hermano, como supervisor de todas la sedes de la institución, de Arica a Punta Arenas.

Pero no fue su primera experiencia trabajando juntos: cuando Rodrigo tenía 14 años ayudó a su hermano a compaginar apuntes de primeros auxilios que se utilizaban en los inicios del centro de formación técnica para paramédicos, Propam.

Desde ese día no dejaron nunca más de trabajar juntos, hasta la muerte de Gerardo.

Doble rector
Formal, muy respetuoso y reservado, Rodrigo no habla con la arrogancia de un experto en salvataje de pacientes en riesgo vital pero el hecho es que en su currículo hay un nutrido número de operaciones exitosas. Vamos por partes.

Apenas cumplido un año en su primera misión profesional su hermano le pidió que se hiciera cargo de la rectoría de dos institutos en Rancagua para meterle mano y arreglar problemas administrativos que tenían por el piso la operación en la ciudad.

Ordenó la casa y al año y medio fue a apagar un incendio mayor en La Serena, manteniéndose como rector tanto en Rancagua como en La Serena, con un ritmo de locos: lunes y martes como cabeza de Rancagua. Tomaba el bus la noche del martes y viajaba a La Serena. De miércoles a viernes, era rector en esa ciudad. Y el viernes en la noche, bus de vuelta a Santiago, para ver a la polola.

Por seis meses mantuvo el ritmo hasta que dejó su cargo en Rancagua y se estableció en La Serena. Al poco andar, logró empinarla como la sede más importante del grupo en términos de resultados y capacidad de inversión.

Pero hubo una urgencia mayor: su hermano Gerardo, una vez más, lo llamó y se lo trajo a trabajar a Santiago como vicepresidente de administración y finanzas de toda la institución (en ese entonces Corporación Rocha para la Educación y la Cultura, Creduc), para salvar la corporación ante una "inminente quiebra técnica" agravada por una importante deuda previsional y de impuestos.

"En esa época -dice Rodrigo- mi hermano, que empezó el proyecto solo y a pulso, sin apellidos importantes, no contaba con la ayuda de la banca. Me tocó -en 1992- negociar el pago con la Tesorería y a los tres años conseguimos eliminar el total de la deuda vencida".

Con su gestión, Rodrigo Rocha consiguió que los bancos dieran las primeras líneas de crédito centralizadas para la operación global.

Como golpe definitivo vino la transformación en holding del grupo educacional con la estructura que mantiene hasta la fecha y la adopción del nombre Santo Tomás.

Pero no sería lo último. Seis años más tarde dejó su cargo, siguió acompañando de cerca a su hermano como brazo derecho y asesor de la presidencia de la corporación hasta que en 2000 tomó la vicerrectoría de administración y finanzas de la Universidad Santo Tomás de Santiago para gestionar el proceso de autonomía que logró con relativa facilidad llegando a los pocos años a duplicar el tamaño y operación .

Finalmente, en 2002 dejó su puesto en la universidad y volvió a la matriz como director de proyectos internacionales, hasta mediados de 2006, donde ya contaba con algo de experiencia: Antes del año 2000 ya había participado en la creación de universidades en Bolivia y Nicaragua.

En 2003 llevó a cabo el proyecto de la U. Santo Tomás en Mozambique, la primera universidad tomista en África, la que finalmente fue entregada a la fundación del cardenal de Maputo, monseñor Alexandre Dos Santos.

Finalmente, su desafío más importante: en 2006 recibió una llamada, desde Roma, del cardenal Michael Miller, secretario para la educación católica quien le pidió salvar de la quiebra a la Universidade do Sagrado Coração, de Sao Paulo, de la congregación norteamericana de las Apóstolas del Sagrado Corazón de Jesús.

La fama que el Vaticano había visto en este ingeniero comercial no era sólo de oídas: Rodrigo realizó tres visitas de una semana cada una para darse cuenta de lo que ocurría. Y tan certero fue su diagnóstico que hasta le ofrecieron quedarse en la casa de estudios pero fue la Corporación Santo Tomás, como institución, quien tomó la administración.

En menos de dos años, la gestión de Rodrigo Rocha logró pasar de US$ 6 millones de déficit anual a US$ 2,5 millones de superávit. Por eso mismo, la Asociación de Administradores del Estado de Sao Paulo le acaba de dar el premio del administrador destacado 2008.

Rodrigo comenta que muchos le preguntan por qué sólo han participado en países tercermundistas: "Nuestra motivación mayor, cuando se ha tratado de una actuación directa de la corporación Santo Tomás en el exterior, era incentivar y/o realizar proyectos educacionales en países en vías de desarrollo, porque es donde realmente se necesita".

En 1992 salvó a la corporación de una inminente quiebra técnica agravada por deudas previsionales.

Por expreso encargo del Vaticano, Rodrigo administra una universidad en Brasil.

Rodrigo Rocha Vera
Rodrigo Rocha Vera es licenciado en ciencias de la administración de empresas e ingeniero comercial de la Universidad de Chile donde recuerda con especial respeto a sus profesores Felipe Lamarca, Alejandro Foxley, Rodrigo de la Cuadra, Hernán Cheyre, Sergio Melnik, Óscar Johansen, Félix Bacigalupo, Álvaro Saieh, Nassir Sapag y Jaime Alé.

Además tiene un magíster en dirección de empresas en la U. Adolfo Ibáñez y es candidato a doctor en Historia Económica de la Universidad de Sao Paulo.

Egresó del Instituto Sagrado Corazón, donde llegó a ser presidente del Centro de Alumnos y miembro del Consejo Directivo del Colegio. Participó en el movimiento scout llegando a ser dirigente nacional de la rama de lobatos del país.

Fue seleccionado en atletismo para carreras de largo aliento. Hoy juega fútbol y tenis. Le gusta tocar guitarra acústica, "intenta" cantar, y disfruta el deporte con sus cuatro hijos.

Su proyecto personal
En 1992, los fundadores de la Universidad de Ciencias de la Informática llegaron a golpear las puertas de la Corporación Santo Tomás pidiendo ayuda: una profunda crisis administrativa les estaba pasando la cuenta y se hacía casi inviable su existencia.

Rodrigo y Gerardo Rocha, y otros miembros de la corporación, fueron, en calidad de privados, a socorrer con gestión, capital y expertise al establecimiento.

Finalmente, Gerardo le vendió su parte a Rodrigo, y éste se mantiene hasta hoy como socio activo de la junta directiva de la universidad.

"Hoy tenemos 5.500 alumnos. Cuando ingresamos a la administración, sacamos a la universidad rápidamente del problema y hemos crecido en servicios y tamaño", cuenta Rodrigo.

Rocha fue presidente del establecimiento en dos oportunidades, y cuenta con la mayor participación dentro de los socios del establecimiento.

(El mandato que me dejó Gerardo) denota un tremendo reconocimiento a los más de 20 años de sueños, proyectos, visiones y realizaciones juntos y una absoluta confianza personal y profesional. Era mi hermano, amigo y socio. Para todos quienes realmente lo conocimos íntimamente, un hombre extraordinario, genial y generoso".

Mi hermano, que empezó el proyecto (de la Corporación) solo y a pulso, sin apellidos importantes, no contaba con la ayuda de la banca".

(Éste) es un directorio nuevo. Lo que tengo sumamente claro es que todos queremos exactamente lo mismo: que la institución siga adelante, con su mismo o mayor nivel de calidad y crecimiento".

La venta -de la Universidad Santo Tomás- no está considerada. Lo único que está considerado es la incorporación de algún socio que ingrese con un porcentaje menor y por un monto máximo de aproximadamente US$ 50 millones".

"Nuestra motivación mayor, cuando se ha tratado de una actuación directa de la corporación Santo Tomás en el exterior, era incentivar y/o realizar proyectos educacionales en países en vías de desarrollo, porque es donde realmente se necesita".






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