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Las tasas de finalización se mantienen muy bajas:

Los cursos en línea no han logrado concretar la revolución educativa que prometían

domingo, 20 de enero de 2019

Margherita Cordano F.
Educación
El Mercurio

Hace seis años comenzaron a masificarse bajo la premisa de democratizar el aprendizaje y llegar especialmente a aquellos con dificultades de acceso a la educación formal. Pero los datos muestran que la mayor parte de quienes se inscriben son de los países más ricos del mundo y la mitad de todos los registrados no ingresan nunca al sitio del curso.



A principios de 2013, Daphne Koller prometía que los cursos masivos en línea (MOOC, por sus siglas en inglés) no solo se enfocarían en quienes ya participaban en la educación superior, sino que les darían la oportunidad de aprender a quienes no tenían acceso a la universidad, especialmente a las personas de zonas desfavorecidas.

Solo un año antes, Koller -académica del Departamento de Informática de la Universidad de Stanford- había cofundado Coursera, una plataforma de educación virtual que ofrece clases gratuitas y abiertas a cualquier persona con acceso relativamente constante a internet. A través de videos, en esta página es posible aprender sobre álgebra lineal con académicos de la U. de Londres, introducirse en el mundo de la música clásica con especialistas de la U. de Yale o conocer sobre jeroglíficos egipcios bajo la guía de la U. Autónoma de Barcelona.

Entusiasmo esporádico

La premisa es similar a la de Udacity, plataforma que el alemán Sebastian Thrun ayudó a fundar en 2011. Al ir más allá de cuatro paredes, su objetivo fue "democratizar la educación", indicó entonces.

"Nada tiene más potencial para sacar a las personas de la pobreza, proporcionándoles una educación asequible que les permita obtener un trabajo o ser mejores en el que ya tienen. Nada entrega más posibilidades de desbloquear más de mil millones de cerebros, para así resolver los grandes problemas del mundo", escribió hace seis años, a propósito del auge de los cursos masivos en línea, el columnista del New York Times, Thomas Friedman.

Pero a pesar de las expectativas que se pusieron sobre este nuevo modelo de aprendizaje, los resultados no fueron los esperados.

Es lo que refleja un artículo de los académicos Justin Reich y José Ruipérez-Valiente, ambos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), que fue publicado en la última edición de la revista Science. En sus páginas, los investigadores dan cuenta de los inconvenientes que descubrieron tras revisar todos los cursos que las universidades de Harvard y MIT impartieron en la plataforma edX de octubre de 2012 a mayo de 2018.

Uno de ellos fueron las bajas tasas de compleción de los cursos; muchos usuarios se motivaban en un principio, pero pocos efectivamente mantenían ese entusiasmo en el tiempo. "Como inicialmente los MOOC eran totalmente gratis, eso permitía a la gente apuntarse a un curso aunque no tuviera una intención clara de tomarlo. Pero como no pagaban, el compromiso a completarlo era menor", explica Ruipérez-Valiente a "El Mercurio".

El mismo Sebastian Thrun, de Udacity, llegó a decir que el número de alumnos que realmente terminan sus cursos es menor al 10% de los inscritos. Y hay que considerar que dentro de ese porcentaje no todos logran notas aprobatorias. Otro estudio hecho sobre la plataforma Akadema mostró que de 27.825 estudiantes inscritos en un curso en marzo de 2018, solo 1.100 lo completaron, lo que corresponde a un 4%.

"Entre quienes se inscriben, el 52% nunca ingresa siquiera al software del curso", advierten en su artículo Reich y Ruipérez-Valiente.

Para Fernando Fajardo, académico de la U. Autónoma y presidente de Edutic, una asociación de profesionales enfocados en fomentar el buen uso de la tecnología, estos cursos gratuitos "generan una baja motivación y sentido de pertenencia. Si se suma el hecho de que varios cursos no aportan una certificación validable, entre quienes los cursan se ven como poco útiles para aportar a su carrera profesional".

Educación previa

Otro gran problema de los MOOC es que el crecimiento en la participación se ha concentrado en los países más ricos del mundo. Es decir, el objetivo de llegar a zonas desfavorecidas no ha sido fácil de cumplir.

"La variable de educación previa es importante porque proporciona habilidades necesarias para gestionar de forma autónoma el aprendizaje en MOOC. El dinero, pienso que es importante, pero de una forma más indirecta, no tanto para el acceso a los cursos masivos en línea, que inicialmente eran gratuitos, sino porque una persona que tiene dinero, con mayor probabilidad ha tenido una educación previa y tiene sus necesidades básicas cubiertas, como para poder seguir desarrollándose intelectualmente", comenta Ruipérez-Valiente. Además, agrega, la falta de conexión es otro problema que se presenta en algunos sectores.

"El acceso a internet en el entorno de MOOC ha sido señalado por numerosos investigadores como uno de los principales obstáculos para que estos cursos tuvieran un impacto significativo en países en vías de desarrollo", explica el español.

Consultado por "El Mercurio" respecto a este estudio, Anant Agarwal, director ejecutivo de edX a nivel global, comenta que "la mayoría de las innovaciones tecnológicas toman tiempo para llegar a grandes poblaciones desatendidas, y es común que los primeros adoptadores sean aquellos que ya están en buena posición. Tomará tiempo para que las innovaciones a través de la educación digital lleguen a grandes poblaciones". Y recuerda: "En edX nuestra misión es que los cursos en línea lleguen a todas las personas, en todos los lugares del mundo".

En 2017, y para avanzar en este sentido, la plataforma lanzó su primera versión web en español.

Así como abrir versiones en idiomas distintos al inglés, otra acción que muchos sitios MOOC han tomado ha sido comenzar a poner precio a ciertos cursos. Si bien las clases gratuitas todavía son muchas, varias plataformas hoy ofrecen maestrías profesionales en línea. Son postítulos que se pagan, pero a un costo menor al que suelen exigir las universidades cuando se trata de clases presenciales (ver recuadro).

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