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300 años de historia

sábado, 19 de enero de 2019

Texto, Paula Donoso Barros. Fotografías, José Luis Rissetti.
Patrimonio
El Mercurio

Quillota es un viaje a interesantes episodios de la historia de Chile. Sus museos dan cuenta de ello en medio de un valle reconocido por su tierra fértil que, junto a paltas y chirimoyas, está llena de curiosidades. Por ejemplo, tener el cementerio más antiguo del país.



Con orgullo quillotano, sus habitantes dicen que la ciudad pudo ser nombrada capital de Chile, pero que se prefirió no hacerlo porque habría sido desperdiciar tierras fértiles, las mismas que hoy la hacen reconocida, sobre todo, por sus paltas y chirimoyas. Una comparación con Santiago sería que su Mapocho es el Aconcagua; su Santa Lucía, el cerro Mayaca. Para su Plaza de Armas no hay símil, porque según el relato local, es una de las más bonitas de Chile, rodeada por el Convento Santo Domingo, la Gobernación Provincial y el edificio consistorial.

Quillota ya pasó los 300 años desde su fundación en 1717. Y hoy su plaza reúne gente en el paseo de ajedrez -donde se puede llevar las fichas y usar los tableros fijos, o pedirlos en el módulo de turismo dejando el carné en garantía-; tiene wifi a disposición de todos y una iluminación que enciende de noche su fuente de agua. Además, cuenta con un odeón que regaló la colonia italiana en 1947 y varias esculturas: un chirimoyo con niños en ronda a su alrededor, un memorial a los detenidos con un texto de Pablo Neruda y el famoso ciprés que cayó en 1982 tras un fuerte temporal y cuyas raíces la artista Lidia Pezoa Véliz esculpió con un sol rodeado por rostros de gente que ha contribuido a la ciudad, según cuenta el director de Turismo, Patricio Jofré. Una plaza con historia -donde se apresó a Diego Portales y se le retuvo en la iglesia Santo Domingo, antes de llevarlo a Valparaíso- y con anécdotas: como que su pileta central, que reemplazó a la original en la década de los 40, es réplica de una que existe en Washington y que tanto le gustó a un alcalde quillotano que anduvo de viaje, que trajo los planos para copiarla igual.

Con tanta historia, curioso que solo haya un edificio declarado Monumento Nacional en la ciudad. Es la casona ubicada en calle Maipú 336, compartida por la Biblioteca Municipal y por el Museo Histórico Arqueológico.

Este hace un recorrido interesante por las culturas bato, llolleo y aconcagua que poblaban la zona, hasta los picunches que recibieron a los españoles a su llegada, y una revisión por los hitos de la historia quillotana en distintos frentes: su fundación como Villa San Martín de la Concha en 1717; su upgrade , cuando Bernardo O'Higgins le otorga el título de ciudad en 1822. El Motín de Quillota, donde el entonces ministro de Guerra y Marina, Diego Portales, en 1837, fue detenido para fusilarlo en Valparaíso.

La línea de tiempo recuerda también las primeras faenas de la industria conservera Centauro, en 1908, en una zona que desde la Colonia era reconocida por sus industrias de elementos en cuero y tejas; que en 1935 se instaló la Escuela de Caballería Blindada Ramón Freire, en la antigua hacienda de San Isidro, hoy una visita imperdible previa inscripción con la oficina de turismo. Y también marca la muerte de María del Carmen Benavides y Mujica, en 1949, la "beatita de Quillota", que dedicó su vida a los pobres y que está en proceso de canonización, enterrada en la iglesia de Santo Domingo.

Pamela Maturana, directora del museo, explica que la casa que los acoge es de 1772, y que su declaración como patrimonio responde a ser la única con estructura colonial que se mantiene en pie, "aunque ha sido modificada por diversos dueños", y porque en 1837 alojó en ella Portales, invitado por su entonces dueño el gobernador de Morán. También porque se dice, "aunque no están todos los historiadores de acuerdo, que en ella O'Higgins firmó el certificado de ciudad para Quillota". Hoy, sus dueños son tres abogados y se la arriendan al municipio.

No son tantas tampoco las calles que conservan su arquitectura tradicional de fachada continua: "Calle La Merced es la que más concentra", dice Pamela Maturana. Hace un tiempo participó en un catastro que las identificaba, pero muchas de ellas al año siguiente ya no estaban. La historia de Chile: "Varias fueron demolidas por sus propios dueños, porque son demasiado antiguas y ya no se pueden mantener".

En Blanco 241, el Museo del Huaso es una pequeña curiosidad, que guarda medallas, espuelas y monturas. No muy grande, reúne aperos y homenajea al mundo campesino de la zona central y al mundo del rodeo, con fotografías y reportajes sobre colleras destacadas de la zona, y campeonatos importantes.

Con vista panorámica sobre la ciudad y el valle, está sin mayores pretensiones el cerro Mayaca, barrio, mirador, lugar de peregrinación. En una de sus laderas está el cementerio de la ciudad. La sorpresa es que una investigación de la historiadora Ana María Ojeda y la arquitecta Patricia Sepúlveda confirmó que su existencia es anterior al Cementerio General de Santiago, reconocido como el más antiguo de Chile, que se inauguró en 1821. Los libros de Mayaca mostraron registros de 1815, cuando dependía de la Parroquia San Martín de Tours, la primera de la ciudad.

Los alrededores de Quillota se recorren por caminos sinuosos y vistas inmejorables. A pocos kilómetros, hacia el Boco, el sector de Rautén destaca por una gran arboleda y por el convento de las Monjas Benedictinas, que tiene a la venta mermeladas, repostería y artesanías religiosas, solo tocando el timbre. Y a menos de dos kilómetros, aparece el Jardín Botánico "El Escalante", que sorprende sobre todo por su colección de cactáceas enormes.

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