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Normativas han sumado más responsabilidades a la ya agitada vida urbana:

En tiempos de nuevas reglas, cómo es el largo camino para convertirse en buen ciudadano

domingo, 13 de enero de 2019

Valentina González
Nacional
El Mercurio

Chalecos reflectantes, cascos y bolsas reutilizables se han vuelto imprescindibles para una rutina libre de conflictos. Expertos afirman que desarrollar nuevos hábitos es cuestión de tiempo.



Suena el despertador y ya es hora de ir a trabajar. Usted quiere cuidar su salud y, además, ser sustentable: decide pedalear hacia la oficina. Prepara su casco, luces y chaleco reflectante.

Antes de cerrar la puerta, recuerda que el refrigerador exige una visita al supermercado. A los artículos ciclísticos, añade una bolsa de tela. La acomoda junto a su botella reutilizable para el agua, la cual comenzó a usar cuando decidió sumarse a la cruzada contra el plástico.

Otro imprevisto demora la salida: hay que sacar al perro. Ya atrasado, le ajusta el bozal a su adorable, pero -de acuerdo a la ley- potencialmente peligrosa mascota. Engancha el arnés a su correa y con las bolsitas para recoger heces, parte al paseo.

De regreso, deja al perro y se vuelve a cargar el arsenal de imprescindibles. Repasa mentalmente para asegurarse de no olvidar ninguno de los artículos. No es fácil, pero ¿quién no querría ser un buen ciudadano?

Una vida con más normas

En el último tiempo, normativas como la Ley de Convivencia Vial, la llamada Ley Cholito y la prohibición de las bolsas plásticas han llegado a ordenar y estructurar una serie de prácticas que son parte de la vida diaria. Con esto también han sumado nuevas responsabilidades a acciones tan cotidianas como ir de compras o moverse por la ciudad.

Mauro Basaure, sociólogo y académico de la U. Andrés Bello, explica que la proliferación de las nuevas reglas de convivencia es parte del costo de vivir en una sociedad moderna. "Cuando uno vivía en el campo y el vecino estaba a kilómetros, lo que yo hacía no le importaba ni le afectaba porque no había un lugar de encuentro, salvo tal vez en la misa del domingo", explica.

Con el desarrollo de las urbes, plantea, todos comenzamos a toparnos. "En el metro incluso nos tocamos, convivimos todo el tiempo y se producen más roces. Mi bienestar depende mucho de la actitud de los otros", dice.

¿Cuándo dejaremos de hacer listados mentales de todo lo que tenemos que hacer y llevar para ser buenos ciudadanos? Basaure asegura que para los jóvenes la adaptación es más fácil, y que para el resto es cosa de tiempo.

"Cuando vemos series de televisión ambientadas en los 50 nos parece criminal que la gente fumara en los buses y hospitales. Ahora a nadie se le ocurriría. Es un buen ejemplo de que las reglas se hacen hábitos", afirma.

El ser un ejemplo de buenas costumbres, agrega, es algo deseable: "Más que premiar al buen ciudadano, se castiga mucho al mal ciudadano".

Expectativas versus realidad

A fines de noviembre, el encuentro de un ciclista que subió a la vereda y una persona que caminaba por calle Suecia, en Providencia, derivó en una pelea que terminó con el peatón en el suelo con una fractura en la tibia.

Ricardo Truffello, director del Observatorio de Ciudades y académico del Instituto de Estudios Urbanos UC, asegura que existe una relación entre el perfil de la comuna y qué tanto se apegan sus habitantes a este tipo de normas. "En el cono de altos ingresos se asume, en el fondo, que se debe cumplir la norma y hay una menor tolerancia" a quienes la rompen, dice.

Pero en otros lugares, añade el académico, no ocurre lo mismo, y el motivo sería, en parte, la desigualdad que existe entre el equipamiento y el acceso a servicios de los territorios. "Si ves que tu entorno no es el mismo que en otros lugares y tienes que preocuparte también de satisfacer necesidades básicas, estas reglas que se van imponiendo en la vida moderna obviamente van quedando supeditadas a un segundo ámbito, dejan de ser tan relevantes", explica.

En el caso de las buenas prácticas vinculadas al cuidado medioambiental, Truffello plantea que un factor clave sería el nivel educacional. "Se van generando comportamientos que no son rentables, pero van orientados al bien común", analiza.

De a poco, aseguran los expertos, cumplir se vuelve más fácil y menos agobiante. Mauro Basaure vivió en Alemania y coincidentemente, desde allá, afirma que hay "cuestiones que se van desarrollando de forma práctica", junto a los nuevos hábitos.

Lo ejemplifica con un elemento infaltable en la vida diaria de los alemanes, que lo llevan en su mochila o cartera y lo venden en farmacias, tiendas de cosméticos y supermercados: "Una bolsita para la bolsa", describe.

''Si no existieran estas reglas, sería todo un caos y habría mucho más conflicto del que ya hay".

MAURO BASAURE Académico UNAB e investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social  

''Cumplir las normas es un proceso vinculado con la educación y las desigualdades sociales".

RICARDO TRUFFELLO Director del Observatorio de Ciudades y académico del Instituto de Estudios Urbanos UC 

30 UTM

es la mayor multa que se arriesga por no inscribir a la mascota en el registro nacional, es decir, cerca de $1,4 millones.

$24 mil

es el monto de la máxima sanción que podrían recibir los ciclistas por incumplir la Ley de Convivencia Vial.

5 UTM

es el valor más alto de la multa de los municipios al comercio por cada bolsa plástica entregada.



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