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A 40 años del inolvidable escándalo de los pasaportes adulterados:

1979, la selección que se fue al infierno

sábado, 12 de enero de 2019

Aldo Schiappacasse y Jorge Marchant
Deportes
El Mercurio

Hace cuatro décadas, la Roja fue al Sudamericano Sub 20 de Paysandú con un delito en sus maletas. Los jugadores falsificaron firmas de sus padres y cayeron por goleada en el debut, después de que un grupo visitó un prostíbulo.



"No habrá excusas", titulaba la revista Estadio para anunciar la partida de la selección Sub 20 al Sudamericano de 1979, con sede en Paysandú, Uruguay. El artículo hacía referencia al trabajo desarrollado por el sicólogo Eduardo Acevedo (para superar el "complejo de inferioridad" con los del Atlántico), a la asesoría del árbitro Alberto Martínez (para no sufrir expulsiones tontas) y al trabajo físico y táctico desarrollado con jugadores que ya acumulaban vasta experiencia en el fútbol de honor.

Todo era optimismo con respecto al grupo que comandaba el técnico Pedro García, que pretendía consolidar los avances de los dos torneos anteriores, disputados en Lima y Caracas. Se trabajó con tiempo, además. Tanto, que García se había dado el lujo de modificar sus primeras convocatorias -donde figuraban nombres como Marco Cornez, Héctor Hoffens, Fernando Astengo y Patricio Yáñez- por un grupo de consagrados, como el "Cóndor" Rojas, Raúl Ormeño, Juan Carlos Letelier, Osvaldo "Arica" Hurtado, Marcelo Pacheco, Edgardo Fuentes, Mariano Puyol, Francisco Ugarte, Osvaldo "Papudo" Vargas y Agustín Villazón, que figuraban, en la nómina y en la prensa, con 18 años. Es decir, todos habrían nacido antes del 1 de agosto de 1959.

No había, pues, margen para excusas, en un torneo que sumaba muchas promesas, encabezadas por Diego Maradona y Ramón Díaz, en Argentina; Carlos Valderrama, en Colombia, y Rubén Paz, en Uruguay.

El debut fue de espanto para los chilenos, que partieron frente a Paraguay con un 6 a 0 en contra. Roberto Cabañas, Julio César Romero y Rogelio Delgado se dieron un festín con un desarticulado equipo chileno.

El único enviado especial al Sudamericano fue el periodista del diario La Tercera Carlos Jimeno, quien a la vista del descalabro dio a conocer un antecedente para explicar la debacle: varios jugadores del plantel chileno habían visitado un prostíbulo de la ciudad.

"Estábamos en la sobremesa del almuerzo previo al debut en un restaurante de Paysandú, llamado "El Kiwi", cuando empezó un desfile de jugadores ante Pedro García. Todos decían que tenían que llevar una carta para la familia al correo y obtenían el permiso. Yo despachaba desde el diario El Telégrafo, y esa noche un periodista me comentó el tema. Fuimos al lugar y efectivamente habían quedado registrados", recuerda Jimeno, hoy en Radio Nuevo Mundo.

Al escándalo que provocó la denuncia en Chile se agregó, inesperadamente, otro en Uruguay. En las explicaciones posteriores a la goleada, los chilenos insinuaron algo de público conocimiento para la época: que los paraguayos estaban pasados en la edad. El reclamo de la delegación guaraní ante la Conmebol fue formal, por lo que las autoridades revisaron los datos de... la delegación chilena, encontrando que las fichas de Mariano Puyol y Edgardo Fuentes no coincidían con las presentadas dos años antes en el Sudamericano de Venezuela.

Pese a que ambos jugadores fueron reemplazados por Fernando Astengo y Óscar Meneses -aduciendo que estaban lesionados-, las denuncias se sucedieron. En Santiago, el presidente de Colo Colo, Luis Alberto Simian, aclaró que, por edad, Raúl Ormeño no podría integrar esta selección.

"Yo sabía que estaban pasados en edad -dice hoy Jimeno-, porque conocía y había jugado mucho tiempo con el "Cóndor" Rojas antes de que llegara a Aviación. Tenían todos entre 20 y 22 años, pero la Federación estaba a cargo del general de Carabineros Eduardo Gordon Cañas, y el tema nunca se discutió públicamente. Eran otros tiempos y todos recordábamos a un periodista que había sido despedido por decir que un gol de Aviación estaba viciado por offside . Igual, cuando el escándalo surgió, desde la misma Federación pasaron los datos que antes habían ocultado".

Chile perdió el segundo partido con Brasil 1 a 0 y luego le ganó a Colombia y Bolivia, quedando en el quinto puesto y clasificando al Panamericano de Puerto Rico. En Paysandú se negaba cualquier irregularidad disciplinaria o administrativa, señalando que se pretendía "enlodar un logro deportivo", mientras en Santiago, La Tercera publicaba el listado de las edades reales de los jugadores. El mayor era el delantero Iván Soto, con 22 años y nueve meses.

La Dirección de Registro Civil e Identificación presentó una demanda para determinar responsabilidades y la causa quedó alojada en la Primera Comisaría Judicial del Departamento de Pedro Aguirre Cerda, a cargo del juez Patricio Abrego. El gobierno militar no quiso nombrar un ministro en visita, pese a la connotación pública del escándalo, porque paralelamente había estallado el tema de los pasaportes falsificados del caso Townley.

En el sufrido retorno del equipo (el vuelo hizo escalas en Buenos Aires, Córdoba y Mendoza) se pensó en quemar los pasaportes falsificados, pero luego se optó por ingresar al país mostrando las cédulas de identidad, que también estaban adulteradas. Pedro García, el coordinador Enrique Jorquera y 17 jugadores fueron detenidos en Pudahuel y enviados a la Penitenciaría.

Tras las primeras declaraciones se pudo conocer el modus operandi : los empresarios turísticos Miguel Moya y Manuel Rodríguez llegaron en los días previos al viaje a Juan Pinto Durán y consiguieron que el funcionario del Registro Civil Claudio Miranda les otorgara cédulas de identidad adulteradas, con las cuales luego obtuvo los pasaportes, sin que la investigación llegara a determinar si hubo ayuda o consentimiento de autoridades superiores.

El problema era mayor en el caso de los jugadores que eran mayores de 21 años, pero que en los nuevos documentos quedaban como menores de edad. Tuvieron que falsificar las firmas de sus padres para poder obtener la autorización notarial que les permitiera salir del país. El caso de Agustín Villazón fue extremo: su padre había muerto hacía algunos meses e igual falsificó su firma.

Los jugadores, tras un interrogatorio largo, fueron incomunicados y encerrados en celdas pequeñas, al igual que Pedro García, por inconsistencias en sus versiones. El plantel fue confinado en el patio 15 de la Penitenciaría, donde jugaron pichangas con los gendarmes y fueron visitados por sus familiares, que al unísono pedían sanción para los verdaderos responsables. El juez, impasible, les dijo, uno a uno, que ya eran mayores de edad y que deberían responder por sus culpas. Varios de los futbolistas, angustiados por el encierro y la incomunicación, se quebraron hasta el llanto.

El general Gordon Cañas -quien ya había sido sustituido por Abel Alonso en la ACF- declaró no tener conocimiento del caso y ni siquiera conocer a los jugadores, versión refutada por los futbolistas, que confesaron haber sido visitados por el timonel en Juan Pinto Durán para darle a conocer, en una reunión secreta y con el cuerpo técnico, los detalles del plan y solicitarles sigilo.

Otro dirigente, el coronel Luis Zúñiga, también deslindó responsabilidades. Gordon sería nombrado a las pocas semanas embajador en Nicaragua, y se fue eludiendo todo proceso, al igual que Zúñiga. El juez Abrego emitió una orden de no informar, que se mantuvo vigente por un año, plazo tras el cual la investigación siguió su curso hasta condenar a Pedro García, el 26 de noviembre de 1982, a 1.084 días de reclusión como autor del delito de falsificación de documento público, "ubicando a personas que podían ayudarle a obtener cédulas de identidad y pasaportes adulterados de los jugadores nominados".

El funcionario Claudio Miranda fue condenado a tres años de prisión, pero tras la apelación de los procesados a la Corte Suprema -que ratificó el fallo-, ninguno fue a prisión.

La normalidad llegó pronto. La mayoría de los jugadores se reintegró a sus equipos, algunos cambiaron de tienda (Osvaldo Hurtado pasó de La Serena a Unión Española) y Pedro García retomó sin problemas la carrera de técnico, primero en Arica y luego se tituló campeón con Colo Colo el 81, antes de recibir su pena.

"Para mí no fue fácil, pero tampoco me cambió la vida. Me habían cerrado el Clarín, me allanaron la casa el 73, había tenido años muy difíciles y sentí que en esa cobertura tuve el respaldo de la gente del diario, que finalmente publicó todo. Yo hice el servicio militar en la Fuerza Aérea y eso me sirvió en la vida. Hice el curso de entrenador, conocía a Pedro García, porque fuimos compañeros en el Lastarria, y le hice el contacto para que después del escándalo volviera a entrenar en Arica. De los jugadores, solo Marcelo Pacheco me encaró, pero le respondí que había hecho mi trabajo nomás. Me amenazó el general Gordon para que no publicara, pero yo ya había despachado la nota, y mis jefes se portaron bien", dice Jimeno, 40 años después, cuando los Sudamericanos se siguen jugando en enero y, a veces, el tema de la edad y los prostíbulos sigue siendo tema.

De la nómina original, todos estaban pasados en edad, pues tenían entre 20 y 22 años. Ormeño, con 20 años y 7 meses; "Arica" Hurtado, con 21 años y 3 meses; "Papudo" Vargas, con 21 años y 4 meses, y el "Cóndor" Rojas, con 21 años y 6 meses. Los casos más extremos eran Dagoberto Donoso, que tenía 22 años y 2 meses; José Quiroz, con 22 años y 5 meses, e Iván Soto, con 22 años y 9 meses, es decir, pasado tres años y tres meses.

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