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Las mil y una vidas de Aníbal Mosa

sábado, 12 de enero de 2019

Por Estela Cabezas retrato Felipe Vargas Dirección de arte manuel godoy p.
Entrevista
El Mercurio

Reacio a dar entrevistas, el expresidente de Colo Colo accede por primera vez a contar su historia en profundidad, la que incluye una vida de pobreza en Siria, el haber dejado el colegio a los 13 años y la muerte de sus dos padres en accidentes automovilísticos. Además, dice que le gustaría volver a ser presidente y que está trabajando para eso. Acá, el polémico hombre fuerte del club albo, sin filtro.



-Por favor, no me digas empresario; cuando me presentes di que soy un comerciante.

-¿Y cuál es la diferencia?

-El comerciante es un tipo llamado a colaborar en una organización civil, para prestar servicios donde él y la comunidad se benefician.

Aníbal Mosa, 50 años, tres hijos, miembro del directorio de Colo Colo, prominente y polémico hombre de negocios de Puerto Montt, camina por el lobby de su hotel, el Vicente Costanera, en el centro de esta ciudad sureña, saludando a sus empleados. De repente se detiene:

-Bueno, y ser empresario significa algo más formal, donde tienes que involucrarte con otro tipo de cosas -dice y se queda en silencio.

Su aprensión con los términos se podría explicar porque en abril del año pasado perdió la presidencia de Colo Colo ante Gabriel Ruiz-Tagle y Leonidas Vial, quienes le hicieron una jugada accionaria inesperada, que terminó por desbancarlo de la presidencia. Él, tras tres años al mando, luego de la derrota decidió retornar a Puerto Montt para juntar fuerzas y volver a pelear por el liderazgo en su equipo.

-Mi derrota pasó porque todos estábamos pajaroneando, entonces nos confiamos -dice mientras mira por un gran ventanal la avenida Costanera de Puerto Montt, donde ha vivido los últimos 45 años-. Creo que pequé de ingenuo en esta pasada. Me confié. Pero fíjate lo que ha pasado ahora: un tribunal dijo que al parecer la elección habría sido irregular.

-Pero lo que se dice es que, incluso con esas irregularidades, si se contaban los votos, ellos ganaban.

-No hay irregularidades pequeñas o irregularidades grandes. Simplemente hay una irregularidad. Y bueno, finalmente desde el punto de vista jurídico puede que el tema esté cocinado y no tenga ninguna relevancia, pero desde el punto de vista ético, ¿cómo se ve el que una elección sea irregular? Muy mal.

-¿Va a volver a pelear por la presidencia de Colo Colo?

-Lo primero es recuperar el equilibrio en el directorio pudiendo designar un tercer director. Eso va a pasar en la junta de abril. Ahí, en ese directorio, se tendrá que designar quién es la mejor persona para que conduzca el proceso del club.

-¿Quiere volver a ser presidente?

Aníbal Mosa se queda en silencio. Toma la primera botella de agua mineral de varias que consumirá en la entrevista, y afirma:

-Me gustaría, pero no es lo que me desvela hoy. Soy un comerciante y los comerciantes saben cuándo esperar, saben cuándo vender y saben cuándo comprar.

Aníbal Mosa llegó desde Siria junto a su familia en septiembre de 1973. Tenía seis años cuando eso sucedió.

-En Siria vivíamos en Kamshle, una ciudad que está pegada a la frontera turca en el norte, a unos 800 kilómetros de Damasco. Mi papá partió manejando estas máquinas cosechadoras de trigo, porque Siria es un gran productor de trigo y algodón. Trabajó un tiempo de muy niño y después se compró un taxi, a medias, con un compadre. Era muy ordenado con el dinero -relata.

Vivían en una casa en el centro de la ciudad junto a otra familia. Entre los dos padres pagaban la renta.

-Nosotros éramos pobres, aunque debo decir que nunca vivimos carencias, yo fui feliz.

La casa tenía un piso, pero el techo también se ocupaba para dormir. Se hacía mucha vida en la calle, cuenta.

En 2009, cuando la familia de su hermano fue a bautizar a su hijo allá, él volvió a esa casa.

-No había entrado hace 35 años. Fuimos a tocar la puerta y apareció un señor en camiseta que, sin saber quiénes éramos, nos invitó a pasar. La casa era enana, yo la recordaba grande.

Cuando subió al techo de esa casa se impactó de cómo habían vivido: en una gran cama, cuando hacía mucho calor, dormían todos juntos, y una tela transparente cubría toda la cama para aislarlos de los mosquitos.

-Cuando la vi me dio nostalgia y pena, mucha pena.

Un tío de Aníbal Mosa se había venido en la década del 60 al sur de Chile, a Río Negro, al interior de Osorno. Fue él quien le insistió a su padre que viajara con su familia.

-Él le decía a mi padre: "Vente, acá te puede ir bien". Hasta que mi papá se convenció y juntó dinero durante dos años.

Se vinieron en un vuelo Air France. Su padre había cambiado el dinero que había juntado por monedas de oro. Esas monedas se las escondieron a los hijos en la basta del pantalón y en la cintura.

Al llegar a Santiago se hospedaron en un hotel en el Paseo Ahumada.

-Yo estaba sorprendido. El hotel, el avión, para mí todo era muy impactante, nosotros veníamos de construcciones rudimentarias -recuerda.

La familia llegó a Río Negro, y estuvieron ahí un par de meses. Luego partieron a instalarse a Frutillar. Ahí pusieron su primer negocio.

-Mi padre traía dinero para instalarse, unos 20 mil dólares. Compró una propiedad y una camioneta y se instaló con un negocio que se llamaba Emporio Central, en Frutillar Alto.

A Aníbal Mosa y a sus dos hermanos mayores, Jack y Fabiola, los inscribieron en la Escuela 10.

-Íbamos medio día porque lo que a mis papás les importaba era que aprendiéramos la lengua para enseñársela a ellos. En la tarde trabajábamos con nuestros papás.

A los tres años se mudaron a Puerto Montt.

Aníbal Mosa cuenta que a los 13 años estaba desencantado de los estudios, y le pidió a su papá que lo dejara trabajar en el negocio. Fue cuando lo descubrió haciendo la cimarra y él le dijo que no quería ir más al colegio, que quería trabajar con él.

-Cuando se lo dije, se dio unas vueltas, fue a una bodega que tenía y me trajo una escoba, de esas que se usaban antiguamente: una tremenda escoba. Me dijo: "Ya, ¡empieza!". Le pregunté qué hacía con la escoba. "Anda a barrer el negocio, la calle, la casa, y cuando termines, ¡vuelve!". Y así partí, barriendo. Barrí uno, dos, tres meses, lo que fue terrible, porque al principio yo quería manejar la camioneta, hacer reparto a domicilio gratis, que era lo que a nosotros nos diferenciaba de la competencia.

Con el tiempo, pasó a reponer mercadería, luego estuvo a cargo de la bodega y de la caja.

Nunca más volvió al colegio.

-¿Se arrepiente de no haber terminado el colegio?

-No.

-Y si sus hijos le pidieran trabajar en su negocio sin haber terminado el colegio, ¿lo aceptaría?

-No, ellos tienen que estudiar. No es una imposición, pero creo que ellos tienen que tener una cierta base para que el día de mañana si uno no está tan bien, y no me refiero solo a la plata, tengan de dónde agarrarse. Es importante tener una base operativa, una red. Es importante que hagan amigos y que no se salten esa etapa.

-¿Siente que usted no la tuvo?

-Sí, totalmente. Para mí los amigos de colegio no existen, los de universidad no existen. "Los graduados de cuarto medio a tal año, juntémonos", no existen.

Pero sí hay algo que Aníbal Mosa repitió con sus hijos: los puso en colegios que no estuvieran relacionados con la élite.

-Ellos estuvieron en un colegio no cuico, pero por elección. Nosotros estudiamos en escuelas públicas y yo habría querido que mis hijos también lo hicieran. No fue tan así, pero no los puse en el colegio que yo podía pagar, sino en uno más normal.

Corría 1984, y los chilenos que habían perdido todo con la crisis de 1982 habían comenzado a recuperarse. El padre de Aníbal Mosa, Aziz, era uno de ellos. Llevaba nueve años en Chile y nunca había tomado vacaciones. Por eso, cuando la situación económica mejoró, decidió invitar a su esposa Amal Chemsi a un viaje a Miami.

-Andaban con una pareja de tíos; iban en una pista de alta velocidad, y alguien los chocó por atrás. Mi mamá se desnucó en el instante. Ella tenía 37 años -recuerda Aníbal Mosa-. Nuestro papá quedó muy mal, nunca se recuperó. Sintió mucha responsabilidad también de la muerte de ella; "si no la hubiese llevado a ninguna parte, ella estaría viva", decía siempre.

Dos años después su padre murió en otro accidente automovilístico.

Aníbal Mosa cuenta que su familia vivió un período duro con la muerte de sus padres.

-Cuando te quitan a un padre es como que te sacan el piso; cuando son los dos, quedas en el aire. Tienes que entrar a reinventarte, tocar fondo, salir adelante.

Además de lo emocional, los Mosa Chemsi tuvieron que acomodarse a una nueva realidad en términos empresariales y establecer cómo se tomaban las decisiones, y "qué se hace y qué no se hace". Fueron años complejos.

-Yo nunca estuve alejado. Nunca he estado alejado de mis hermanos. Pero sí con menos espacio de relación (...) El perder a los dos papás es muy duro. Yo creo que, de hecho, es algo que nos destruyó como familia. Lo que pasó nos quitó muchas cosas que se van a ir a la tumba con nosotros.

Dice que fue un período en el que "tuvimos que empastillarnos, ver doctores, terapeutas, inyecciones: fue terrible. Imagínate que cuando muere nuestro papá todavía no asimilábamos que estaba muerta la mamá. Entonces despiertas en la mañana pensando que esta cuestión es un sueño. Éramos chicos".

Aníbal Mosa dice que en ese período se perdió en el carrete. "Anduve mucho tiempo perdido".

-¿Cómo logró salir de eso? ¿Quién le ayudó?

-Nadie, fue el trabajo lo que me mantuvo a flote. Nosotros nunca dejamos de trabajar. Cada uno por su lado, en conjunto, como fuera. Me acuerdo cuando falleció mi padre, yo estaba a cargo de la distribuidora, porque mi papá tenía una distribuidora de ventas al por mayor, La Mundial. Seis meses después de la muerte, le dije a mi hermano: "¿Sabes qué más?, ¡me voy!". Y partí a trabajar en la pesca de la merluza.

-¿Qué estaba buscando?

-Quería cambiar, salir de ahí. Pero no quería tirarme las patas; nosotros no estamos hechos para el ocio.

Aníbal Mosa relata que con su hermano Jack "generamos muchos negocios juntos, que después separamos y cada uno hizo su vida, nadie financió al otro aquí", y desmiente los rumores que dicen que hubo problemas de dinero entre él y su hermano; que su hermano era el que generaba los negocios y él se gastaba las ganancias.

-Siempre me ha ido bien en los negocios. En el de la merluza gané plata como chancho, luego hice lo mismo con la fiebre del loco en Ancud. Cuando fallecieron nuestros padres, nos dejaron una cierta base, no es lo que hay ahora, pero lo más importante es que nos enseñaron cómo trabajar, así es que nunca le tuve miedo a emprender. Mi viejo trabajaba 24 horas al día. A mi papá llegaban a tocarle a las 12 de la noche: "Véndame una garrafa de vino"; el viejo se ponía una chaqueta, decía "espérenme un poquito", e iba a vender la garrafa.

Aníbal Mosa dice que los únicos lujos que se dio su padre mientras vivió fue comprarse una casa y un auto Mercedes Benz.

-Nosotros somos todos así -dice.

-¿Y la historia de su perro comiendo en la misma mesa con usted en un restorán muy caro? Incluso se dijo que le puso servilleta y pidió cubiertos para él.

-Ese perro se murió: era un pastor belga. Pero la historia no es como salió publicada. Fuimos a un restorán en Puerto Varas, y quedó un pedazo de carne en un plato. Andábamos con él, estaba amarrado al lado de nosotros, porque estábamos en una terraza. Entonces lo que sobró lo pesqué, lo metí en un plato y se lo llevé para allá. Eran unos restos de lomo. Cuando leí lo que pusieron me dio risa.

Aníbal Mosa dice que su amor por Colo Colo nació cuando tenía siete años, gracias a los amigos que hizo en Frutillar Alto.

-Era gente pobre, humilde. La gente cree que en Frutillar son todos ricos, pero no. Existe Frutillar Alto que puede ser una parte de Pudahuel o de La Cisterna -recuerda.

Fueron estos amigos quienes lo invitaron un día a ver un partido de Colo Colo a la casa de la señora Sonia. Ella era una de las pocas que tenía televisión ahí. Aníbal Mosa no había visto un partido de fútbol en su vida.

-Ahí me enamoré del fútbol y de Colo Colo -dice.

Cuenta que en 2010 estaba escuchando Tolerancia Cero cuando se enteró que el recién elegido Presidente Piñera vendería sus acciones en Colo Colo. Entonces llamó a sus hermanos y les propuso comprar un asiento. "Compremos y vamos una vez al mes; se va a tratar de una cosa muy discreta, conocemos a los jugadores, vamos al estadio. Todo muy de fan y les pareció bien", recuerda. Invirtió cinco millones de dólares.

Con el tiempo, dice, fue observando que la conducción y el gasto de plata en el club no era el adecuado.

-Lo que no me gustó fue que en el período entre el 2010, cuando nosotros llegamos, y el 2014, donde logramos convertirnos en los mayores accionistas, se farrearon esos 20, 30 millones de dólares que estaban en caja. Entonces nos empezamos a meter porque dijimos: "Esta cuestión se va a ir a la quiebra".

Así fue como en 2015 llegó a ser su presidente, hasta que lo reemplazó Gabriel Ruiz-Tagle.

-Lo único que me desvela hoy es tener una mesa que sea transparente en cuanto a las personas que tengan que estar ahí, y colocar al equipo en el sitial que corresponde y no volver a repetir un año tan malo como el que tuvimos.

-Muchos analistas opinan que el mal año es porque usted y Ruiz-Tagle tienen a Colo Colo metido en una guerra civil.

-Es un escenario complejo el que estamos viviendo.

-Es posible que ustedes dos le estén haciendo más mal que bien al equipo con todo esto que está pasando.

-Claro, bien no le estamos haciendo (...) Ruiz-Tagle llegó a la presidencia de forma irregular y eso a mí, como colocolino y como mayor accionista, no me es indiferente.

-Ruiz-Tagle lo demandó porque en una entrevista usted dijo que él "no tiene la calidad moral ni ética para ser presidente de Colo Colo".

-No me han notificado. Estoy esperando que me notifiquen para hacer mis descargos. Tengo mis abogados, mis antecedentes y voy a concurrir cuando me citen y me defenderé como cualquier mortal.

"Me parece que la demanda no tiene los argumentos tan duros como para decir que yo le falté a la honra o lo desprestigié o que esa entrevista le significó a él perjuicios familiares. Hay un lenguaje dentro del fútbol. De mí hablaron de todo, y nunca pensé en demandar a alguien. Es inédito que en Colo Colo el presidente del club demande al mayor accionista, una cuestión muy rara".

-¿Cree que van a poder trabajar juntos después de esto?

-No sé, veremos cómo se van dando las cosas.

Aníbal Mosa dice que su familia está muy metida en las decisiones que él toma respecto del club.

-Les pregunto todo porque varias de las cosas que aparecen en Colo Colo les atañen a ellos. Cuando salgo en la TV hay una familia atrás.

-¿Lo retan?

-Me retan. "Mucha exposición", me dicen.

En el último año, Aníbal Mosa ha tenido varias polémicas, pero él dice que la que más le dolió fue la que sucedió en Antofagasta en marzo del año pasado. En esa ocasión, el intendente de esa ciudad, Marco Antonio Díaz, denunció que Mosa lo habría agredido dentro del ascensor del hotel donde estaba concentrado Colo Colo.

-Eso me dolió mucho, porque fue mentira. No pasó nada. Imagínate lo que puede ser una pelea entre un primer piso y un quinto piso: 10 segundos. En ese ascensor no hubo ninguna agresión.

-De todo lo que han dicho de usted, ¿qué es lo que más le ha dolido?

-No me preocupa mucho lo que hablen de mí. Que digan que este gallo es un curado, es violento o que lo pillamos acá. Sé que no es así. Estoy tranquilo.

-En octubre apareció una grabación en donde usted se refería a Gabriel Ruiz-Tagle como "chantagle".

-Con eso digo: ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? Porque, ¿quién va a pensar que alguien te está grabando en un taxi?

"Yo siempre he reconocido mis errores -agrega más tarde-, pero hay mucho de cuento en esa cuestión también".

-La grabación de usted en el Casino de Coquimbo medio pasado de copas, no fue un invento.

-Mi familia me retó mucho. Fue un descuido mío, sin lugar a dudas.

Dice que espera no se vuelva a repetir, que aprendió la lección: que no tiene que exponerse tanto.

-Y en época de fake news se echan a correr ciertas historias. Por ejemplo, dicen que usted se habría puesto un pellet como el Chino Ríos.

-No, no es cierto -dice y lanza una carcajada-. Mira, todo esto pasa, básicamente, porque estoy metido en Colo Colo. Si no, a nadie le interesaría mi historia. Colo Colo vende mucho.

-¿Qué le dice su hermano sobre Colo Colo?

-Que venda las acciones. Pero para mí, Colo Colo es un sentimiento muy grande, que está en la locura.

-¿Y qué le responde usted?

-Que sí, que las voy a vender -dice y se larga a reír.

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