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El camino propio de Isabel Plá

sábado, 05 de enero de 2019

Por Estela Cabezas A.
Entrevista
El Mercurio

La ministra mejor evaluada del gabinete dice que, con el tiempo, se ha vuelto una persona más dialogante y que ha aprendido que para ser respetada en política hay que dar vuelta la página "lo antes posible".



Doce meses después de asumir como ministra de la Mujer y la Equidad de Género, y en medio de lo que podría haber sido un año particularmente duro por las demandas feministas, Isabel Plá hoy puede respirar tranquila: es la mejor evaluada del gabinete del Presidente Sebastián Piñera, según la última encuesta Cadem. Allí aparece con un 66 por ciento de aprobación, desplazando al ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Ampuero, quien había ocupado antes esa posición.

-No (me sorprendió). Este es un ministerio en que tocamos temas muy ciudadanos, donde prácticamente todos los chilenos, mujeres y hombres, tienen algo que ver. Quien se sienta en esta silla siempre tiene buena valoración -dice en su oficina de calle Catedral, con un pie envuelto en una bota de plástico producto de una lesión deportiva que la tuvo un mes con licencia médica.

-Algunos han comenzado a hablar de su proyección política. ¿Le gustaría ser Presidenta?

-No, no me gustaría. No es mi deseo. Ni ahora, ni antes, ni nunca.

-¿Pero...?

Isabel Plá levanta la vista, sonríe, y no dice nada.

Casada, 54 años, Isabel Plá Jarufe nació en Quillota, es la mayor de cuatro hermanos y de niña se fue a vivir a Concepción, donde su papá instaló una panadería.

Dice que su infancia fue feliz y que su familia era un matriarcado: su mamá y su abuela eran las mujeres fuertes, ambas trabajaban de igual a igual con sus maridos, "incluso más".

De su madre, cuenta que era una mujer de mucho carácter. Tanto, que con sus hermanos trataban de no hacerla enojar.

Su complicidad, dice, era con su padre.

-Pero más de adulta, cuando podíamos conversar de igual a igual, cuando tenía 25 o 30 años, empecé a tener una conexión muy especial con mi mamá. Y de viejita, en los últimos años de su vida, conocí a mi mamá más que todo lo que la había conocido antes.

-¿Y por qué no pudo hacerlo antes?

-Porque yo creo que mi mamá era una persona difícil de penetrar en su corazón, muy reservada. Era muy amorosa, cariñosa, muy suave, muy femenina, pero también muy reservada; entonces, no era tan fácil. Siempre estaba en su rol de mamá.

Explica que la formación árabe era así: que las mujeres debían tener reserva con las emociones.

-Uno lo pasa muy bien en una familia árabe, es bonita, alegre, todo el mundo se abraza, es como Mi gran casamiento griego . En mi familia, cuando vemos esa película, nos gusta mucho porque nos sentimos identificados. Pero también a una la forman para contener sus emociones, para ser reservada, aunque yo nunca hice caso a nada de eso. Yo no era así.

Cuando salió del colegio se vino a Santiago para estudiar Derecho en la Universidad Gabriela Mistral.

-Yo era buena alumna en el colegio, pero siempre me quedaba con la sensación de que podría haber sido mejor, que no había dado el todo (...) Era autoexigente de chica. Es verdad que de repente era, no te voy a decir floja, pero sí confiada. Yo decía: "No importa, voy a estudiar hasta aquí, si no necesito más". Y ahí me quedaba.

Confiesa que en Santiago le costó todo.

-Fue un shock grande llegar de una provincia. Nadie me conocía, no tenía amigos, no tenía panoramas. Además, encontraba que Santiago era feo.

-¿Qué fue lo más difícil?

-Allá era la Isabel Plá, caminabas una cuadra y tenías una compañera de colegio; caminabas otra y estaba el compañero de tu hermano. Tenías una identidad, eras parte de un lugar, de una comunidad. En cambio, aquí no.

Casi dos años después tuvo que dejar la carrera, porque su papá tuvo dificultades económicas. Ellos se fueron a vivir a Quillota y ella se trasladó a Viña del Mar, a la casa de unos tíos, mientras trabajaba en una tienda de lanas. De ese tiempo viene su amor por el tejido.

-Fue una época en la que mi vida estuvo entre paréntesis: no estudiaba nada, porque no podía. Fue un año de mucho pensar en cómo rearmar mi futuro. Me daba cuenta de que mis papás estaban pasando por muchas dificultades, así que dependía de mí. Pensaba mucho en eso, qué hago.

Isabel Plá recuerda que fue un período triste.

-Tenía miedo de quedarme estancada. De farrearme la vida por no tener una liana de la que agarrarme y salir. Mi miedo era dejar que la vida fluyera, que pasara y farreármela, y no poder emprender un proyecto (...) Pero fue un tiempo que me sirvió para fortalecer mi carácter, en el sentido de resistir conflictos, dificultades, de aprender a manejar mis emociones, mi voluntad, de entender que uno no puede esperar a que todo esté perfecto alrededor de tu vida para levantarte contenta. Que no puedes depender de otros, que tienes que depender de ti.

A pesar de lo duro del período, cuenta que mira esos años con cariño, porque fueron muy formativos para todo lo que vendría después.

-En esa época no tenía un peso, y como me encantaba leer, me hice socia de la Biblioteca Municipal de Viña. Se me abrió la puerta al mundo en medio de todas estas dificultades, de la cosa plana que no sabía qué futuro iba a tener. Fue maravilloso.

Hoy es socia de la Biblioteca de Las Condes. Aún mantiene el ritual de ir un sábado al mes a buscar libros.

A mediados de los 90 regresó a Santiago, esta vez junto a sus padres, y se matriculó en Relaciones Públicas.

-No era una carrera muy difícil, pero estudiaba igual y empecé a armar una vida que me gustaba.

Terminó la carrera, pero no se tituló. Le ofrecieron trabajar en la organización de la Bienal de Arquitectura, y aceptó.

-¿Por qué no terminó?

-Egresé y me gustó, pero son carreras que no te despiertan, son carreras instrumentales. No es como que terminaste Derecho, Ingeniería o Arquitectura. Pero me dio muchas herramientas que utilizo hasta el día de hoy.

Isabel Plá comenzó su vida política en 1987: ese año entró a militar en Renovación Nacional. Cuenta que alguien la convenció en la universidad, y que fueron varias las amigas que firmaron.

-Llegó un gallo muy simpático, me acuerdo perfecto: "Hola, ¿cómo están?, soy fulano, amigo de tal". Era muy, muy entusiasta. Yo estaba con tres o cuatro amigas y nos contó que estaban formando un nuevo partido. Y a mí la cosa pública me interesaba mucho. Así es que me inscribí.

-¿Es de los que se arrepienten de haber votado por el Sí?

-Encuentro que es oportunista decir: me arrepiento. Tomé una decisión en ese momento, con la edad que tenía, con lo que sabía de la vida, con lo que sabía de mi entorno.

-Con todo lo que sabe ahora, si tuviera que volver a votar, ¿por qué opción lo haría?

-Si hoy hubiera un plebiscito con similares características, obviamente votaría No. Tengo una valoración de la democracia muy distinta a la que tenía entonces. En esa época, la experiencia que tenía de la vida democrática era ninguna.

"A pesar de que en Derecho, durante el primer año especialmente, te explicaban mucho y había mucho estudio de las instituciones democráticas, para mí todo eso era teórico. Cuando te hablaban de contrapeso democrático, o te enseñaban la Constitución, para mí era un plano teórico porque no tenía la experiencia. La experiencia la empiezo a tener a partir de marzo del año 90".

-Mucha gente valoraba la democracia sin haberla vivido.

-Porque en sus familias era un tema importante. Pero, a lo mejor, en mi familia se valoraba mucho más que hubiera buenas condiciones económicas, porque la realidad de mis padres era esa.

-¿Y qué pensaba cuando escuchaba hablar de detenidos desaparecidos?

-Eso se escuchó desde el principio. De niña escuché eso; no fue una cosa que se me apareció en la vida a los 18 años, con toda franqueza. Estaba en las noticias, en el diario, se conversaba; en la medida en que uno iba creciendo, iba escuchando eso. Por supuesto que me pasaban cosas. No recuerdo exactamente cuál es el análisis que hacía, pero debo haber tenido una contradicción bien importante en ese momento. Aunque no todo estaba tan relatado en ese momento, ¿me comprendes? Por lo tanto, me debió haber pasado lo mismo que le pasó al 43 por ciento de los chilenos que votó por el Sí (...) Hoy no tengo absolutamente ninguna justificación. Nunca tuve una justificación para eso.

-¿Considera aceptables las declaraciones de la diputada Flores, que se asume como pinochetista?

-Mira, yo creo que nosotros en Chile llegamos a un momento en el cual, incluso, te diría que podemos estar en la frontera del riesgo de la libertad de expresión. Más allá de ser aceptable o no aceptable una declaración, creo que las personas deben, debemos y tenemos que decir lo que pensamos.

-¿Aunque ofenda a otros?

-Sinceramente, creo que el valor de la libertad de expresión, que es un valor tan alto, es uno de los pilares de la democracia.

Isabel Plá cuenta que en 1992, luego de las primeras elecciones municipales tras el retorno a la democracia, la contactó María Angélica Cristi, porque necesitaba una persona que trabajara con ella como asesora.

-Me costó hacer el cambio de chip del mundo privado, que era más rápido, al público. En el privado, si dejabas de hacer algo, no era gratis. En el mundo público yo sentía que si uno no hacía bien algo, no pasaba nada. Me costó un poco eso. Pero me demoré como seis meses en acostumbrarme y tomarle el gustito a la pega.

En el año 2000, Plá renunció a RN y más tarde, junto a María Angélica Cristi, comenzó a militar en la UDI. Ese mismo año, Pablo Longueira le ofreció ser candidata a concejal en Peñalolén. Aceptó y ganó.

-Es poca la felicidad en política, para serte franca. He aprendido varias cosas, y algunas las he aprendido con bastante dolor. Pero si uno quiere que le vaya bien en política, si uno quiere influir, tener un espacio y ser respetada, lo primero que hay que aprender es a pasar la página lo antes posible. Uno es objeto de muchas injusticias y muchas cosas, y hay que pasar la página rápido.

"No sé si es por un tema cultural o biológico, pero las mujeres tenemos una especial sensibilidad con la justicia. Y eso es muy comedor de energía. A veces va a pasar mucho tiempo antes de que se haga justicia".

-Usted trató en 2009 y en 2013 ser candidata al Congreso. ¿Por qué cree no lo logró?

-En 2008 dejé de ser concejal para presentarme a diputada en el cupo de María Angélica Cristi. Pero el partido le pidió a ella que se repostulara. Entonces, me vine a trabajar al Gobierno, a la Segpres. En 2012 me planteé intentarlo otra vez. Hice harta precampaña, armé equipos y otra vez me dijeron que no. Eso sí fue tremendamente duro, porque yo ya tenía carrete, más nombre. Ahí pensé: "Definitivamente no me van a abrir nunca la puerta, porque si no lo hacen ahora, que sé que estoy marcando y podría ganar y le dan ese cupo a José Antonio Kast, para que a su vez él le ceda el suyo en San Bernardo a Jaime Bellolio, quiere decir que yo no soy del club". Esas son las cosas que pasan en política, son dolorosísimas.

-Hoy es la ministra mejor evaluada. ¿No siente esto como una revancha?

-No lo veo como que se ha hecho justicia. Por alguna razón yo quería ser candidata, porque sabía que podía hacer la pega (...) Pero en realidad, las razones por las cuales no me escogieron no fueron porque no me creyeran capaz, sino porque los espacios que había se los dieron a otras personas y era importante para el partido que ellas fueran. No había duda de mis capacidades.

-¿Le costó que la tomaran en cuenta?

-Uno en política está permanentemente haciéndose visible, y la diferencia son las formas que tú eliges para hacerte visible. En eso era bien cuidadosa, "cómo me hago visible en política", "cómo hago que las personas que toman decisiones en este partido me vean". Y decidí que lo haría a través de mi trabajo; entonces, era súper cuidadosa con mis opiniones.

Cuenta que el gran cambio se dio cuando, en 2006, comenzó como panelista en algunos programas radiales.

-Estando ahí me empezaron a escuchar, a mirar y dijeron: "Parece que dice cosas sensatas". Eso fue muy importante.

Cuando el Presidente Sebastián Piñera la llamó para integrarse al gabinete, ella estaba trabajando en Avanza Chile, formando parte del equipo de instalación de Gobierno. Cuando asumió en el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, su nombre fue criticado por diversos sectores. En especial, por su postura contraria a la ley de despenalización del aborto en tres causales, normativa en la que su cartera iba a ser crucial. "Probablemente estaré ya muerta. Alguna vez en Chile y en el mundo el aborto será considerado tan impensado como hoy la esclavitud", había escrito en un mensaje en su cuenta de Twitter en 2017.

-¿Ha cambiado su posición con respecto al aborto?

-No, nada. Tengo la misma posición respecto de esa materia que tenía hace un año, hace cinco años y hace 10 años.

"Yo soy una mujer de derecha. No tengo ningún reparo en admitirlo".

-¿Ha cambiado alguna de las ideas que tenía desde que entró al Gobierno?

-Cuando uno es ministro, subsecretario, intendente, lo que sea que te encomiende un Presidente de la República, deja entre paréntesis lo que uno piensa, porque tienes un propósito que es para todos los chilenos (...) Yo creo que en la medida en que una va avanzando en años y en vida, va haciéndose una persona más dialogante, menos fanática, y va entendiendo mejor todas las posiciones. Cuando una es joven en política, es mucha la pasión, y la pasión es antidiálogo.

-Cuando usted asumió, fue bastante criticada. ¿Cómo vivió esos momentos?

-Sinceramente, desde la ingenuidad, no me detuve mucho a pensar eso.

-¿No le daba rabia?

-No, es que ¿sabes qué? Estoy acostumbrada desde hace muchos años, y no creo que sea la única mujer a la que le sucede. Hay muchas mujeres que van avanzando en su vida, y pasan de una subgerencia a una gerencia y también son objeto del mismo ninguneo; estoy acostumbrada al ninguneo. Y también estoy acostumbrada a buscar herramientas para demostrar mi capacidad de trabajo. Yo en eso soy poco vanidosa: que digan lo que quieran.

-¿Era su deseo ser parte del gabinete?

-No, fíjate. Yo había dejado de desear cosas en política hace un tiempo, para serte franca.

-¿Por qué?

-Porque ya había intentado, y chao, entonces estaba como buscando otro espacio.

-¿Estaba pensando en salirse de política?

-No, yo estaba pensando en que si llegábamos al Gobierno, por supuesto que iba a estar ayudando, pero si no, iba a buscar un emprendimiento, probablemente vinculado a lo público, que es lo que me interesa.

-¿Eso sigue en pie?

-Los proyectos están ahí, solo entre paréntesis.

En su papel de ministra, Isabel Plá se ha enfrentado a miembros del gabinete, como el exministro de Educación, Gerardo Varela, quien dijo que las mujeres a veces eran sometidas a "pequeñas humillaciones". Ella le respondió que no había grandes ni pequeñas humillaciones y que "todas lesionaban la dignidad de las mujeres".

-A propósito, ¿no le parecen sexistas los chistes del Presidente?

-El Presidente Sebastián Piñera es un hombre que puso la equidad de género como uno de los temas prioritarios del Gobierno y, para mí, eso tiene un valor que está por encima de cualquier otra consideración.

-¿Que diga sus chistes da lo mismo?

-El Presidente ya habló de ese tema hace poquito, y dijo que hoy está entendiendo las razones por las cuales esos chistes tienen una valoración distinta a la que tenían hace años.

-¿Qué le recomendaría?

-Yo las recomendaciones a él se las haría personalmente, nunca a través de un diario.

-Como mujer, ¿se reunirá con Bolsonaro cuando él visite Chile como Presidente de Brasil?

-Mi relación con Presidentes de otros países pasa por las relaciones que tenga el Gobierno de Chile con los jefes de Estado. Entonces, si el Presidente (Piñera) me dice que tiene que reunirse con el Presidente Bolsonaro, porque tiene que explicarle lo que está haciendo, por supuesto que voy a cumplir ese mandato.

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