Q uienes han viajado a Haití para participar en misiones humanitarias lo describen "como si ayer mismo hubiera ocurrido una guerra". Una realidad de vida que ha llevado a miles de personas a emigrar a distintos lugares del mundo. Uno de los 112 mil haitianos que hoy se encuentran en nuestro país es Daby Sanon, cuya historia está contada en el libro "Mi vida como inmigrante en Chile" (Ediciones El Mercurio, $15.900). Abandonó la universidad en Puerto Príncipe para convertirse en oficial de Carabineros en nuestro país. Hoy tiene 26 años y su sueño es regresar a Haití para ayudar a sus compatriotas. La historia fue publicada por la revista "Sábado", de "El Mercurio", aunque no como un relato periodístico, sino como una crónica gráfica, ilustrada por Francisco Olea. "Nunca leí tanto cómic y nunca hice viñetas. Lo mío era el dibujo o la ilustración. Para mí era algo nuevo y fue como un desafío entrar en ese campo. Los dibujos son muy diferentes a los 'Oleísmos'", dice Olea, respecto de sus extensas series de humor gráfico tituladas de este modo que ha publicado en al menos cuatro libros. La de Daby Sanon -titulada "El carabinero haitiano"- es una de estas doce crónicas gráficas que se publicaron desde noviembre de 2017, más o menos a un ritmo quincenal. Cada historia contaba con cuatro páginas de viñetas, con investigaciones y guiones elaborados por un equipo periodístico. "Toda narración va evolucionando y depurándose. Por eso quería que en el libro estuvieran las historias cronológicamente como fueron publicadas. Ahí se puede ver también el cambio en los dibujos", explica Olea. De hecho, en "Un nepalí perdido en Paine", la historia de Samuel Sunuwar, que llega como temporero de la fruta sin hablar una palabra de castellano, el estilo se asemeja a los famosos oleísmos. Sobre el final, la mano se perfecciona: ahí están narraciones mucho más complejas, como la historia de otro haitiano, Esaü Francoise, que murió en Chile; o la iraquí-palestina Nadda Hamlawi, que huyó de la destrucción de Bagdad en busca de paz, o el dominicano Monki, engañado por una red de tráfico de personas. La serie expone viñetas de historias de inmigrantes filipinos, rusos, colombianos, bolivianos y venezolanos. "La historia más difícil de lograr fue 'Gotas de sangre en Melipilla', el femicidio de la boliviana Silvia Ninaja. Tuve que investigar acerca de este maltrato y ver imágenes muy fuertes, pero sobre todo fue meterme en la sicología del golpeador", dice Olea: "Las otras historias finalizaban bien, pero aquí tuve que dibujar al cuerpo en una bolsa en el Servicio Médico Legal. Y en la historia nadie preguntó por ella".