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Su llegada al poder el 1 de enero representa el mayor giro político del país desde el retorno a la democracia:

El Brasil de Bolsonaro enfrenta los desafíos de crecer sostenidamente y combatir criminalidad

domingo, 30 de diciembre de 2018

Amanda Marton Ramaciotti
Internacional
El Mercurio

También se proyecta que en 2019 la nación se alíe con EE.UU. y tenga una retórica más confrontacional con Venezuela y Cuba.



De la mano de Jair Bolsonaro, Brasil inicia en 2019 una nueva era. Por primera vez desde el retorno a la democracia (1985) un político de derecha tomará las riendas del país, golpeado por el aumento de la criminalidad y un magro crecimiento económico de 1,3% tras dos años de recesión. El nuevo Presidente, quien fue capitán del Ejército y diputado, promete aplacar esos problemas, romper con las formas de gobernar que llevaron a Brasil a los peores escándalos de sobornos de su historia y distanciarse de Venezuela y Cuba, países a los que considera "oprimidos" por "dictaduras comunistas".

Para varias de sus propuestas Bolsonaro va a necesitar contar con una base de apoyo de 308 votos en la Cámara de Diputados y 49 en el Senado, en un Congreso atomizado, en el cual 30 partidos tienen representación y la mayor bancada es del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), su férreo opositor. Pero este es solo uno de sus desafíos al llegar al Palacio de Planalto el próximo 1 de enero.

Aquí, los principales retos y tareas de su Presidencia:

Seguridad

Si hay una bandera que Bolsonaro hizo suya, fue la promesa de acabar con la inseguridad en la nación, donde se registran diariamente 175 asesinatos, según el Foro Brasileño de Seguridad Pública (FBSP). Eso ubica a Brasil como uno de los países más peligrosos del mundo, con tasas de homicidio superiores a las del Congo e Irak.

Hasta el momento, el Presidente electo prometió flexibilizar el porte de armas -ayer dijo que quiere "asegurar la posesión" de armas a los ciudadanos sin antecedentes penales, y antes afirmó que quiere bajar la edad mínima de 25 a 21 años para comprar y poner fin al requisito de demostrar la necesidad de poseerla-, así como dotar de mayor resguardo legal a la policía, por lo que deberá contar con el apoyo del Congreso.

Además, eligió a Sérgio Moro, el popular juez de la operación anticorrupción Lava-Jato, como ministro de Justicia y Seguridad Pública. Pero la experiencia del magistrado se limita a delitos de "cuello blanco" y Bolsonaro aún no ha presentado los pormenores de su plan de seguridad.

El pasado 12 de diciembre, el futuro mandatario y Moro pudieron tener una noción de la titánica tarea que está en sus manos. Gobernadores de todo el país les detallaron que faltan recursos, que escasean los datos sobre la criminalidad, que falta integración entre los distintos agentes de seguridad y que existe una resistencia de las FF.AA. en seguir desempeñando el papel de la policía en algunos estados (como en Río de Janeiro, que estuvo bajo intervención militar durante 10 meses en 2018).

Para Samira Bueno, del FBSP, un problema importante es que la mayor parte de la seguridad pública hoy es realizada por la policía militar y civil. "Estas son administradas por los estados, no por Brasilia, por lo que no hay un reglamento único de cómo deben actuar y cada una sigue un protocolo diferente. Además, también está la policía federal, la policía vial y las guardias municipales, cada una con sus propias reglas", dijo a "El Mercurio".

Bueno también destacó que el gobierno federal casi no tiene datos sobre la violencia en el país, ya que el número de homicidios, por ejemplo, es un informe anual del FBSP junto con las secretarías de seguridad de cada uno de los 26 estados y el distrito federal. En ese sentido, Bolsonaro podría dar continuidad con algunas prácticas realizadas por su antecesor, Michel Temer, como el Sistema Único de Seguridad Pública, que creó un mecanismo que permite dejar constancia electrónica y que todas las policías tengan acceso a ésta. 15 estados ya lo han implementado, pero aún faltan los más poblados, como São Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais.

Por otro lado, Moro anunció que quiere asfixiar a las facciones teniendo como blanco el patrimonio material de los criminales, lo que es visto por expertos como un camino más efectivo que la confrontación militar. El propio comandante del Ejército, general Eduardo Villas Bôas, dijo que seguir usando a los militares en tareas de seguridad pública es "desgastante y peligroso" para el país.

Economía

Entre 2015 y 2016, la economía brasileña se contrajo 7% (3,5 puntos cada año). Y aunque Temer logró sacar al país de la recesión, en 2017 el PIB creció solo 1%, y en 2018 se estima que 1,3%.

El liberal Paulo Guedes, futuro ministro de Economía, destacó que su prioridad será reducir el creciente déficit fiscal a través de la creación de empleos (cuando 12,7 millones de personas, 12% de la población, está cesante) y realizando una reforma al sistema de pensiones, que hoy es financiado por todos los contribuyentes -un problema grave para un país que tiende a tener más adultos mayores-.

Sin embargo, ya hubo algunas señales de que aprobar la reforma no será una tarea sencilla. Aliados de Bolsonaro rechazaron la propuesta de Temer para el sistema de pensiones, que no alcanzó a ser votada en el Congreso durante 2018, pese a la insistencia del mandatario.

Bolsonaro anticipó que el proyecto puede ser "fragmentado" y presentado por partes al Congreso para facilitar consensos. El primer paso sería aumentar dos años la edad mínima de jubilación, que hoy es de 65 años para los hombres y de 60 para las mujeres. Pero una reciente encuesta de BTG reveló que el 84% de los brasileños se opone a esto.

Marcelo Moraes, economista del Instituto Mercado Popular, afirmó a este diario que Guedes "está muy comprometido con la reforma" y hará lo que sea posible para que sea votada en el primer semestre de 2019.

Sin embargo, el experto destacó que una dificultad en el horizonte de Bolsonaro para aplacar la sangría fiscal son las "votaciones relámpago" realizadas por el Congreso a fines de este año. En 2018, se aprobó una renegociación de las deudas de los productores rurales, "lo que genera un gasto de unos US$ 4.000 millones"; se aprobó un aumento de los sueldos de los jueces de la Corte Suprema que "podría generar un impacto de unos US$ 1.000 millones", y ese tribunal eliminó una medida de Temer que reajustaba el sueldo del sector público para 2020, lo que "debe causar un impacto de unos US$ 1.700 millones en 2019". "El próximo gobierno comienza su primer año con un aumento en los gastos, cuando su principal objetivo será el control de estos", concluyó.

Política externa

El nuevo Presidente pretende llevar a Brasil hacia una estrecha alianza con el gobierno del estadounidense Donald Trump, de quien se declara "admirador"; fortalecer el peso de la derecha regional y presionar a Venezuela y Cuba, países que mantuvieron buenas relaciones con las administraciones del PT.

Recientemente, Bolsonaro afirmó que su gobierno hará todo lo posible, "dentro de la legalidad, dentro de la democracia", contra La Habana y Caracas, a cuyos mandatarios (Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro) "desinvitó" a la ceremonia del cambio de mando. "A fin cuentas, es una fiesta de la democracia. Ahí no existen elecciones, y cuando existen son sospechosas de fraude, entonces para nosotros no interesa", declaró al respecto.

Oliver Stuenkel, experto en relaciones exteriores de Brasil de la Fundación Getúlio Vargas, dijo que espera que Bolsonaro "mantenga una retórica más confrontacional con los países gobernados por la izquierda", pero que, en el caso venezolano, "Brasil ya tiene una postura dura hacia las prácticas autoritarias de Maduro", por lo que "es poco probable que haya una ruptura de las relaciones".

El futuro canciller, Ernesto Araújo, cuestiona las relaciones con China, mayor socio comercial de Brasil. Pero los expertos coinciden en que es muy difícil romper las relaciones con la segunda economía mundial.

Según Stuenkel, Bolsonaro también tendrá una tendencia de "copiar medidas de Trump", pero que estas iniciativas "podrán dividir a su gabinete". El mandatario electo anunció que va a revocar el Pacto Mundial para la Migración de la ONU, firmado recientemente en Marruecos por cerca de 160 países, entre ellos el actual gobierno.

Asimismo, Bolsonaro -un escéptico sobre el cambio climático- renunció en noviembre a organizar la cumbre sobre el clima COP25 en 2019. Araújo dijo que "la izquierda tomó como rehén la causa climática y la pervirtió hasta el paroxismo", y que Brasil deberá salir del Acuerdo de París sobre cambio climático. Pero otros ministros, entre ellos Guedes, se han mostrado preocupados con la salida.

Según una reciente encuesta de Ibope, 75% de los brasileños cree que Bolsonaro y su equipo están en el "camino correcto".

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