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La localidad que se siente más satisfecha del país:

Es frío, oscuro y faltan estacionamientos, pero ¿es esta ciudad finlandesa la más feliz del mundo?

martes, 25 de diciembre de 2018

Patrick Kingsley The New York Times
Internacional
El Mercurio

KAUNIAINEN Una sociedad con oportunidades y solidaria parece la clave de este lugar, donde no hace falta una comisaría, por el bajo nivel de delitos.



Jan Mattlin tuvo un mal día en Kauniainen.

Había ido en auto a la estación de tren de la ciudad y no había encontrado ningún sitio para estacionar. Algo molesto, llamó al periódico local para sugerirle un pequeño artículo sobre la falta de lugares para estacionar.

Para sorpresa de Mattlin, el editor puso la historia en la portada.

"Tenemos muy pocos problemas aquí", recordó Mattlin, socio de una firma de capital privado. "Tal vez no tenían ninguna otra noticia disponible".

Así es la vida en Kauniainen, un pequeño y rico pueblo finlandés que puede presumir de ser el lugar más feliz del planeta.

Finlandia fue nombrado el país más feliz del mundo por la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas en abril, sobre la base de los resultados de las encuestas de 156 países. Y una segunda encuesta descubrió que los 9.600 residentes de Kauniainen son los que se sienten más satisfechos en Finlandia, lo que llevó al alcalde local, Christoffer Masar, a bromear sobre que era la ciudad más feliz del mundo.

Algunos finlandeses estaban sorprendidos; otros incluso infelices.

En la conciencia global, el finlandés estereotipado es melancólico, introvertido y más propenso al suicidio que la mayoría de las otras nacionalidades. Los finlandeses cumplen parte del estereotipo: si un extraño te sonríe en la calle, dice un proverbio finlandés, está borracho, es extranjero o loco.

"Mi problema con la palabra 'felicidad' es que nunca sabemos de qué hablamos cuando hablamos de felicidad", dijo el profesor Frank Martela, quien investiga sobre el bienestar en la Universidad de Helsinki y creció a pocos kilómetros de Kauniainen. "Podríamos decir satisfacción de la vida, o estar alegre todos los días. Es un poco ambiguo".

Entonces, ¿puede realmente medirse la felicidad? Y si es así, ¿son realmente felices los finlandeses?

Para intentar responder a esas preguntas, un viaje a Kauniainen parecía obligatorio.

Los motivos de la felicidad de la ciudad no son evidentes de inmediato al llegar.

Kauniainen, a las afueras de Helsinki, la capital finlandesa, es bonita, pero no impresionante: una colección de grandes casas separadas, esparcidas por un bosque de abetos, centrado alrededor de una plaza de la ciudad.

En esta época del año, el día no recibe la luz adecuada hasta después de las 9:00. La luz se desvanece nuevamente a las 15:30.

Pregúntele a un residente si se siente feliz, y obtiene una respuesta mesurada, difícilmente exultante.

"¿Qué es la felicidad?", preguntó Masar, el alcalde, retóricamente, durante el almuerzo del mes pasado en la única tienda de delicatessen de la ciudad.

En Moms, el único bar nocturno de Kauniainen, algunos jugadores de fútbol tenían un humor irónico, pero moderado, y se compadecían después de una derrota anterior esa noche.

"Cuando perdemos", dijo Antti Raunemaa, un ejecutivo de la construcción, "solo estamos contentos después de la segunda cerveza".

El barman sugirió otra parada para encontrar más sonrisas. "¿Tal vez el McDonald's en Espoo?", dijo Jenny Lindholm, señalando con la cabeza hacia la ciudad vecina. "No hay otro lugar, la verdad".

El insólito Centro de Educación de Adultos de Kauniainen, un edificio alto en las afueras de la ciudad, no sonaba prometedor. Pero fue aquí, no en el bar, donde una gran cantidad de residentes se divertían esa noche.

En el sótano tejían alfombras en vastos telares y hacían cerámica. En la planta baja, un coro cantaba. En los pisos superiores, otros pintaban réplicas de íconos cristianos ortodoxos o practicaban yoga.

Subsidiado tanto por el Estado como por la ciudad, el centro ofrece clases nocturnas económicas a los residentes, "básicamente en cualquier cosa que pueda interesar a la gente", dijo Roger Renman, director del centro.

Alrededor del 15% de la población de la ciudad está inscrita aquí en algún momento, algunos pagan menos de un dólar por hora de matrícula, según el curso.

Se encuentran centros similares en toda Finlandia, pero Kauniainen es particularmente activo, especialmente para una ciudad de este tamaño.

Es este tipo de servicio lo que hace que la ciudad sea más alegre que la mayoría, estimó Seija Soini, una empresaria jubilada que participa en una clase de pintura.

"La razón principal es que la gente tiene algo que hacer, cosas como esta", dijo Soini, mientras pintaba un retrato de su sobrina. "Es como la psicoterapia".

Y el centro de educación era solo la vanguardia en las opciones de actividades de la ciudad para los residentes. Por lo que Kauniainen carece en lugares de estacionamiento, lo compensa con los servicios financiados por el Estado.

En esta pequeña ciudad hay más de 100 clubes deportivos y culturales, todos ellos subsidiados de alguna manera por el consejo local: clubes para la minoría de habla sueca, clubes para la mayoría finlandesa, una pista de esquí, una escuela de música para niños, una escuela de arte para niños, un estadio de atletismo, una pista de hielo, e incluso, un conjunto de escaleras al aire libre especialmente diseñadas, conocidas como "kuntoportaat", que permiten a las personas mantenerse en forma al caminar hacia arriba y hacia abajo.

Cuando los residentes discutieron, hace dos décadas, si debían construir una pista de hockey sobre hielo o una cancha de balonmano, el consejo resolvió la disputa mediante la financiación de ambos.

La única institución obviamente ausente es una estación de policía: con tasas de crimen mínimas, no hay necesidad.

Todo esto complementa un sistema de salud universal bueno y barato, educación universitaria gratuita y cuidado infantil asequible.

Para pagar todo esto, los impuestos son altos para los estándares estadounidenses: alguien que gana US$ 45.000 podría pagar más del doble del impuesto en Finlandia como en algunos estados de Estados Unidos.

Pero los residentes dijeron que pueden sentir el dividendo: una sociedad con poca desigualdad, muchas oportunidades y un fuerte sentido de solidaridad.

"Para mí, la felicidad se trata de estar contento con tu vida y las posibilidades que tienes en la vida", dijo Finn Berg, exjefe del concejo municipal. "Y si lo pones de esa manera, entonces este es un lugar feliz, porque tenemos muchas posibilidades aquí".

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