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Tensos momentos en La Moneda, en el Ejército y en el mundo empresarial:

Historias no contadas de un turbulento 2018

domingo, 23 de diciembre de 2018

B. Vial, M. Bakit y A. López
Reportajes
El Mercurio

Un nombramiento que no fue en el gabinete, diálogos inusuales del Presidente con el ministro Moreno y Richard von Appen, y asesores desconocidos en el juicio en La Haya marcaron parte de los episodios que ocurrieron el año que concluye.



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25 MINUTOS DE TRUMP

"Venga. Ahora usted verá cómo funciona la política americana", le dijo, al recibirlo, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al Presidente Piñera, el 28 de septiembre en la Casa Blanca.

El comentario pronto tuvo su respuesta. Trump lo estaba invitando a sostener la parte privada de su reunión en una íntima sala al lado del salón oval, donde no suele haber reuniones de este tipo. Ahí, el magnate estaba rodeado de televisores encendidos que seguían las transmisiones de la audiencia de la sesión de la comisión judicial del Senado, que debía aprobar la nominación de Brett Kavanaugh al Tribunal Supremo de ese país.

Los dos presidentes se quedaron solos, a puertas cerradas, bastante tiempo, mucho más de lo usual. De hecho, en un momento un encargado de protocolo de la Casa Blanca miró el reloj y comentó a la delegación chilena que esperaba afuera: "Van 25 minutos. Eso es una señal de que va muy bien".

Después de eso, ambos estuvieron con el resto de los presentes. "¿Cuántos kilómetros de mar tiene su país?", le preguntaría después Trump a Piñera. "6.435 km", dijo Piñera, aplicado. Aquello impresionó al estadounidense. "Me gustan los presidentes que saben lo que pasa. Que conocen las cifras. Hay presidentes que vienen acá y ni siquiera saben cuánto le deben a Estados Unidos", le dijo.

Según algunos miembros de la delegación, en la reunión Trump dijo que Piñera le caía muy bien por su historia, sus atributos y "porque ambos somos políticos y hombres de negocios y tenemos visión de futuro".

Luego, volviendo al tema del mar, el dueño de casa expresó que la costa del país valía "oro". "Tiene una ubicación privilegiada, y yo sé de negocios". Matizó, eso sí, con que había que tener cuidado, pues en el futuro "muchos países pueden querer esa costa". Varios pensaron que en ese momento Trump haría alusión a la demanda marítima boliviana en La Haya, cuyo fallo se dictaría solo un par de días después. Sin embargo, no lo hizo. Fue, de hecho, Piñera quien mencionó el tema. La respuesta de Trump fue directa. "Pero eso no puede ser una preocupación para Chile".

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SECRETOS DE GABINETE

Uno de los episodios desconocidos del gabinete de Sebastián Piñera se dio en el mes de enero, cuando el Presidente estaba formando su nuevo equipo. Por esos días, la ex ministra de Educación de su primer gobierno, Carolina Schmidt, recibió un llamado de parte del mandatario para preguntarle si estaría disponible para asumir en Cancillería. Pese a que había decidido por motivos familiares restarse si le ofrecían volver a lo público, Relaciones Exteriores era un desafío muy atractivo y decidió aceptarlo.

Pero el día después, la volvieron a llamar y después de reiterarle que el Presidente la quería en su gabinete, se le ofreció en vez Desarrollo Social. En su entorno hubo incomodidad. A su juicio, no era lo que le habían planteado. En el oficialismo dicen que, mirado en retrospectiva, fue un trago amargo para la economista. Meses después, igual la llamaría el Presidente para reemplazar a Marcela Cubillos en Medio Ambiente, y hoy es una de sus secretarias de Estado cercanas.

Finalmente fue Alfredo Moreno quien aceptó el Ministerio de Desarrollo Social, pero antes le habían ofrecido el MOP. Sus cercanos pensaron en un esquema de estilo "Ricardo Lagos 2.0", fortaleciendo la infraestructura pública del país. Sin embargo, la iniciativa no prosperó. Fue una semana antes de que se anunciara el nuevo gabinete cuando el ministro Andrés Chadwick probó con otro ministerio. Esta vez respondería afirmativamente.

Algunos ministros coinciden en que Moreno es el que ha tenido el intercambio de ideas más inusual en un consejo de gabinete con el Presidente.

Fue en un consejo de gabinete en el mes de mayo, relata un testigo, que Moreno tomó la palabra y habría dicho que no era suficiente la promesa de ampliar la red de agua potable "avanzando progresivamente en un plan a ocho años". Algunos indujeron que, tras sus dichos, se desprendía que el Gobierno no realizaría ningún esfuerzo adicional al respecto.

Con todo el gabinete mirando, añade otro presente, el Presidente señaló que esa apreciación no era correcta. Moreno, por su parte, habría sugerido que dicha afirmación estaba plasmada en el programa de gobierno.

Piñera pidió entonces al ministro Gonzalo Blumel -quien fue el encargado de redactar el programa de gobierno- que lo revisara en ese mismo instante. El titular de la Segpres tuvo que darle la razón al ministro de Desarrollo Social. Algunos secretarios de Estado se miraban de reojo.

Todo esto sucedió antes del primer cambio de gabinete. Ya había nubarrones sobre el ministro de Educación, Gerardo Varela. En una de sus semanas críticas, el ministro Blumel lo visitó en su oficina. Ahí le recomendó que tuviera un asesor político tal como lo había hecho el ministro de Salud, Emilio Santelices, con Gonzalo Arenas, exdiputado de la UDI que lo acompaña en el Congreso. El consejo, para algunos, llegó tarde. El 9 de agosto Varela abandonó el Mineduc.

En esos días también había rumores de que el ministro de Economía, José Ramón Valente, estaba en la lista de quienes podían dejar el gobierno. Al economista se le atribuían declaraciones desafortunadas, como las relativas a inversiones en el extranjero. En La Moneda ya se había instalado una preocupación por la situación económica, que se veía atacada por tres flancos: el desempleo, que no bajaba de acuerdo a las expectativas de parte de la ciudadanía; el crecimiento, que no despegaba del todo, y una percepción económica a la baja en algunas encuestas. A Valente se le recomendó entonces que cambiara el foco de sus intervenciones, que, entre otras cosas, apuntaban al aumento de las inversiones del país. "Más pyme, más salida a la Vega, más conexión con la gente", se le sugirió. Así ha ocurrido en las últimas semanas.

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LA HAYA: "LOS ABOGADOS DEL DIABLO"

Desde que asumió como agente ante La Haya, Claudio Grossman implementó la modalidad de que siempre, tanto en las reuniones con los abogados nacionales como con los expertos extranjeros, hubiese un espíritu crítico en las revisiones de lo realizado. Es decir, que siempre hubiese "un abogado del diablo" que buscara las falencias en los documentos y acribillara con preguntas las exposiciones del resto.

Sin embargo, este año, ya con el juicio en la última etapa y los alegatos orales -y el fallo-encima, Grossman decidió profundizar ese rol y varias veces pidió opiniones a expertos internacionales.

Estas personas tenían la labor de "destrozar" jurídicamente, los argumentos chilenos de cara a los alegatos orales. Identificar todas las debilidades del discurso chileno antes de que fuera tarde.

Y si bien todos sabían que existían, trabajaron silenciosamente, muchas veces de forma informal, tratando solo con el agente, quien compartía el detalle de sus opiniones solo con sus más cercanos.

Una de las personas a las que Grossman más consultó fue a su mentor en el Derecho, a quien suele citar constantemente cuando habla con la gente.

Se trata del jurista estadounidense, nacido en la ex-Checoslovaquia, Thomas Buergenthal, quien tiene una relación de años con el agente chileno debido principalmente a que fue profesor y Decano de Derecho de la American University, en Washington, mismo cargo que Grossman ostentó entre 1993 y 2016.

No es todo. Buergenthal, de 83 años, tiene una amplia trayectoria en Derecho Internacional, la cual tuvo su cumbre al ser elegido por Estados Unidos, y luego por la ONU, como juez de la Corte Internacional de Justicia de La Haya en marzo de 2000. Ahí trabajó hasta 2010. Antes de eso, entre 1979 y 1991, fue juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, llegando a ser su presidente.

Buergenthal ha puesto su focos sobre todo en esta última área, dedicándose principalmente a estudiar los problemas de derechos humanos en América Latina. Su relación con los derechos humanos viene de niño, pues a los diez años fue ingresado por los nazis al campo de concentración de Auschwitz, donde increíblemente sobrevivió varias veces a la muerte gracias a experiencias fortuitas, relatos que luego plasmó en su autobiografía "A Lucky Child" publicada en 2007.

Otro abogado a quien, dicen, Grossman consultó, fue al experto en Derecho Internacional, y cabeza del prestigioso estudio Foaley, Paul Reichler, quien es calificado como uno de los más reputados del campo, con experiencia en los casos de Nicaragua frente a Estados Unidos y de Argentina con Uruguay, entre otros.

Ha defendido además a Tailandia, Kenia, Tanzania, Venezuela, Liberia, Ecuador, Filipinas, Nicaragua y Guyana.

Desde el anonimato casi total, fueron dos más de los asesores extranjeros de Chile.

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EL DIÁLOGO DEL PRESIDENTE CON RICHARD VON APPEN

La mañana del lunes 17, Piñera llegó hasta calle Monseñor Sótero Sanz, donde está la sede de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), a reunirse con un grupo de representantes del sector privado. Estaban su presidente, Alfonso Swett, y algunos empresarios como Jean Paul Luksic, Ricardo Ariztía, Bernardo Matte y Bernardo Larraín Matte, entre otros. En una de las cabeceras de la mesa estaba Richard von Appen, presidente del grupo Ultramar y Terminal Pacífico Sur (TPS). El conflicto en Valparaíso entre la empresa y trabajadores eventuales no parecía amainar.

El Presidente estaba de buen ánimo.

Un presente relata: "Llegó solo con un edecán, se sentó en el medio y dijo: "Bueno amigos, ¿qué hacemos? ¿ustedes preguntan? ¿Yo respondo?" Alfonso Swett le sugirió que él tomara la palabra".

Después de que hizo referencia a la situación económica, empezaron las preguntas: la reforma tributaria, la Contraloría, la crisis de las instituciones.

Un testigo sostiene que Richard von Appen le comentó entonces sobre el problema en el puerto de Valparaíso.

"Le señaló que ellos estaban en una situación muy inconfortable, que entendían que el tema era entre privados, y que la concesión era de la empresa. Piñera le respondió que no, que la concesión es "suya y mía", que eran dos partes. Y ahí dos o tres veces le pidió a Von Appen que arreglara el conflicto, respetando que era entre privados, pero agregando que era un tema de orden público. Richard, por su lado, daba a entender que actuara su gobierno. No fue un diálogo grato".

En el entorno de Richard von Appen señalan que al final felicitó al Presidente por la actuación del Gobierno en Chuquicamata hace algunos días, por establecer el orden público en un conflicto, lo que fue considerado por algunos presentes como una ironía del empresario, que siempre estuvo muy tranquilo.

En la empresa TPS hay disconformidad con la intervención del Gobierno, que intentó por medio de los ministros de Transportes, Gloria Hutt, y del Trabajo, Nicolás Monckeberg, impulsar un preacuerdo que más tarde fue rechazado.

No fue el primer intento del Gobierno por buscar una solución.

El 28 de noviembre, la ministra Hutt se reunió con los líderes de los sindicatos Sudemp, Uniport, y Estibadores. En una carta firmada por la titular de Transportes se señala que "habiendo realizado gestiones en pro de avanzar hacia acuerdos por la vía del diálogo se informa, con relación a TPS, que realizaremos las gestiones pertinentes con la empresa con el objetivo de conformar el día viernes 30 de noviembre de 2018 una mesa de trabajo entre los trabajadores y los ejecutivos para iniciar conversaciones sobre las condiciones de trabajo".

En otro de los puntos se mencionaba que se iba a buscar "asegurar que no habrá sanciones por parte de la empresa a trabajadores que hayan participado de la movilización, beneficio de gift card y canasta familiar, un bono por la reducción de turnos que ha afectado a algunos trabajadores eventuales, un préstamo en condiciones de otorgamiento y pago a acordar con la empresa".

Por último, se escribe que "el resultado de estas gestiones de facilitación lo informaremos a más tardar mañana jueves 29 de noviembre a las 18 horas".

Al día siguiente, los líderes de los sindicatos respondieron que iban a deponer el paro si "se celebra una reunión el día de mañana entre los representantes de las empresas TPS y Ultraport con los dirigentes sindicales".

El objetivo de la reunión, dice el texto, sería "conformar una mesa de trabajo con la empresa para analizar y discutir los beneficios económicos, teniendo como piso la última oferta de la empresa; la habilitación de funciones; mejorar la relación empresa trabajador (telefonista de turno)". Además, se agrega que se instaba a conformar una segunda mesa de trabajo para el 10 de diciembre sobre "mejoras laborales, capacitación y de seguridad".

En el último punto se dice que las empresas se comprometen a mantener las condiciones de contratación y asignación de turnos de todos los trabajadores (contratados y eventuales) vigentes, hasta el reciente inicio de paro y a congelar el ingreso de personal nuevo durante el período de negociación".

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EL GESTO DEL PAPA

Poco antes de que en enero el Papa Francisco llegara al país, el abogado Eduardo Vio, juez chileno de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, recibió una invitación, directamente desde la secretaría de Estado del Vaticano.

En concreto, lo invitaban a participar en una recepción, fuera de protocolo, en la Nunciatura, el 18 de enero, justo antes de que el Pontífice dejara Santiago camino a Iquique, donde realizaría su última actividad.

Vio llegó a las 7 de la mañana a la Nunciatura y más grande fue su sorpresa cuando notó que los otros invitados eran personas que habían colaborado directamente en la visita del Papa, sobre todo desde el punto de vista logístico. Estaban los empleados de la Nunciatura, los carabineros que estuvieron en el lugar de punto fijo durante los días de la visita y efectivos de la Policía de Investigaciones.

El juez chileno no se explicaba el gesto, pero luego, desde la Nunciatura, le dijeron que el Papa lo quería conocer debido a su trabajo en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Vio fue el único juez del tribunal que, en un voto disidente en 2016, se mostró contrario a la fertilización in vitro y al aborto, desde la perspectiva de la Convención Americana de Derechos Humanos.

Cuando le tocó su turno de saludar al Papa, este le dijo: "Muchas gracias por actuar conforme a su conciencia. Usted tiene mis bendiciones".

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LAS MALAS NOTICIAS EN LA COMANDANCIA EN JEFE DEL EJÉRCITO

El procesamiento del coronel (r) Sergio Vásquez por el presunto mal uso de fondos del Ejército para viajar por diversos destinos como Disney y Punta Cana en junio fue la primera señal en el Ministerio de Defensa de que algo podría ocurrir. Hasta esa fecha, la ministra en visita Romy Rutherford estaba enfocada en los incrementos patrimoniales y los fraudes con facturas relacionadas con el "milicogate". Sin embargo, la situación de Vásquez fue la apertura de una arista que impactó al Ejército y repercutió en la renovación del Alto Mando.

Luego de ese hecho, el Ministerio de Defensa y la Subsecretaría de las FF.AA. comenzaron a monitorear la situación, preocupación que se acrecentó luego de que el abogado de Vásquez en un alegato ante la Corte Marcial señaló que había más de 1.500 oficiales que realizaron comisiones de servicio.

Desde ese momento comenzó en el Ejército y en el ministerio un proceso de revisión de los pasajes y comisiones de servicio. Por el lado del Gobierno, solo tenía una información relacionada con los viajes, pero no sabían que apuntaba a que algunos oficiales recibían presuntamente depósitos de las agencias de viajes, donde se les devolvía parte del sobreprecio pagado por el Estado.

Las malas noticias llegaron a mediados de año a la comandancia en jefe. Rutherford envió un oficio a la institución castrense. En este se solicitaba información referente a los pasajes y viáticos producto de las comisiones de servicio de una serie de altos oficiales. La sorpresa fue mayúscula: la segunda antigüedad del Ejército y candidato a ser jefe del Estado Mayor Conjunto, John Griffiths, estaba entre ellos.

El comandante en jefe del Ejército, Ricardo Martínez, comenzó una serie de reuniones con sus generales para ver los pasos a seguir. En paralelo, Defensa se reunió con la jueza Rutherford y, según fuentes de gobierno, se le ofreció un cien por ciento de colaboración en la investigación.

Dado el perfil de la magistrada, desde Defensa sabían que si un alto oficial era citado como inculpado, había presunciones fundadas de un eventual ilícito. Así ocurrió cuando la segunda antigüedad de la institución fue citado como inculpado y posteriormente procesado. Dejó el cargo y se desató al crisis.

Se acercaba entonces la fecha en que se debía nombrar al Alto Mando y el nuevo jefe del Estado Mayor Conjunto. Cuando Griffiths fue citado, el ministro Alberto Espina le pide al comandante en jefe tener información certera y se toma la decisión también de no dejarse llevar por los tiempos tradicionales del Alto Mando: le pidió hacerse cargo de la presentación de los nombres, revisarlos y que no estuvieran vinculados a situaciones por las que pudieran ser citados o inculpados. Lo que no podía ocurrir era que el Ejército se fuera desgastando de a poco, llevando generales activos a declarar en tribunales.

Luego de la revisión, el general Martínez propuso los nombres y provocó una de las mayores intervenciones al Alto Mando, pasando a retiro a 21 generales.

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