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Anónimo gran artista del street art Expone en Madrid y aparece libro suyo en librerías

Banksy, el enigmático artista grafitero que incomoda y seduce

domingo, 23 de diciembre de 2018

CECILIA VALDÉS URRUTIA
Artes y Letras
El Mercurio

Sus murales en Europa, el Medio Oriente o Estados Unidos lo han convertido en uno de los artistas más seguidos en el mundo, a pesar de que su identidad es un misterio. Y sus obras, que critican y parodian el capitalismo, se abanderizan con temas sensibles. Sus pinturas se tranzan en millones de dólares. Toma fuerza el debate sobre si lo suyo es solo arte o esconde un plan de márketing. Su primera exposición en Madrid y un libro escrito por Banksy, "El copyright es para los policías", ayudan a entender más su mirada, acción y seducción.



Nadie sabe realmente quién o qué es Banksy, el misterioso artista callejero de quien se desconoce su identidad, y que ha alcanzado fama mundial. Sus obras que aparecen bajo puentes, en muros de fachadas y hasta en fronteras del Medio Oriente, ahora se transan en millones de dólares. Algunos dicen que el autor podría corresponder a un artista nacido en Bristol, Inglaterra, en 1975; se habla de un músico rockero. Se especula que tal vez es un grupo o colectivo de arte. No hay certeza. Lo que nadie duda es que, desde fines de los años 90, sus grafitis, que aparecen en Londres, París, Nueva York, Chiapas o en la Franja de Gaza, asombran y levantan polémica. El "signo Banksy" conlleva una fuerte crítica sociopolítica, presentada visualmente en forma seductora y, muchas veces, amable estéticamente.

Sus obras llenas de humor y sarcasmo parodian a la Mona Lisa o a la Niña de la Perla de Vermeer; dibuja a una niña vietnamita desnutrida junto a Mickey Mouse. Protesta contra la guerra, contra el capitalismo abusivo, defiende la inmigración, algunas revoluciones y denuncia situaciones límite que viven los refugiados.

Su estética ligada al cómic, a la cita del arte, al camino abierto por Marcel Duchamp, tiene de oficio y concepto, de poesía y de historia. Incorpora escritura al grafiti. Y es sobre todo muy contingente: viaja, incluso, hasta los lugares de los hechos, sea Calais, Palestina o Chiapas. El libro de Banksy, "El copyright es para los policías", traducido al español y recién editado por Alquimia, en Santiago, da cuenta cómo tras su juego visual hay contenido, creencias y miradas profundas.

Su dibujo tiene un singular ingenio y agudeza, el que aplica con la técnica del esténcil (que consiste en una plantilla con un dibujo recortado a través del cual lanza la pintura). Y el lugar donde deja instalado su grafiti es clave: completa el mensaje de su obra. Pero también, en el último tiempo, han aumentado las críticas sobre la supuesta incongruencia de parte de su discurso contra el capitalismo y el comercio, que no se condice con los millones en los que se tranzan sus obras.

Este año, en un remate en Sotheby's, fue adquirida una de sus versiones de la "Niña con globo" en 1,8 millones de euros. Y al momento exacto del cierre de la transacción la pieza se autodestruyó parcialmente, produciendo conmoción internacional. Lo que vino después fue, para varios, casi peor: era una acción de arte planeada por Banksy para ser filmada. El artista bautizó luego esa pieza, con sarcasmo: "El amor está en la papelera". La compradora se la llevó.

Hace unos días, se inauguró en España la primera gran exposición con 73 obras de Banksy, valorada en unos 17 millones de dólares, propiedad de coleccionistas, lo que ha llevado a encender más la llama de los críticos del grafitero sobre si acaso lo que hace es verdaderamente un gesto de protesta o prima el márketing. El hecho es que hasta los barrios donde ha instalado grafitis se han revalorizado en cantidades siderales y hay todo tipo de merchandise por el mundo sobre Banksy, desde poleras, tazas y afiches. Con todo, al observar el hilo conductor de su arte y sus reflexiones se dibuja una congruencia.

"El grafiti ha sido usado para detener guerras"

Banksy trabaja de noche. Cuenta que lleva sus escaleras y esténcil y se instala en medio de la bruma londinense o bajo las sombras nocturnas a esperar el momento para dar curso a su práctica no autorizada. Escribe en el libro: "Si dibujas en los muros, estás desde ya operando en un nivel más alto. La ironía es que para eso debes escabullirte en la noche como Jack el destripador. Pero hacer un grafiti es la manera más honesta de ser un artista... No necesitas mucho dinero, no compras entrada, no necesitas una educación para entenderlo... El grafiti ha sido usado para comenzar revoluciones y detener guerras".

"Niña con globo" es una de sus ilustraciones emblemáticas, que hizo en el South Park, en Londres, en 2002. Fue escogida en 2017 como la obra favorita en el Reino Unido, por sobre las acuarelas de J.W. Turner. La imagen (replicada varias veces) muestra a una niñita que se le escapa un globo de sus manos, el que toma forma de corazón; al lado hay una frase que dice: "Siempre hay esperanza".

Uno de sus grafitis más recordados es el de aquel soldado con su rostro cubierto lanzando un ramo de flores, en el Medio Oriente. Hizo una parodia de "El pensador", de Rodin, con una instalación en medio de escombros, en 2014, después de la guerra. Otro de sus murales famosos es "Para y revisa", pintado con su humor característico, en Bethlehem, en la que dibujó una imagen contraria a la realidad: ahí una niña revisa a un soldado que ella ha puesto contra la pared.

Banksy dice que "la gente en una casa de vidrio no debería arrojar piedras y la gente en ciudades de vidrio no debería lanzar misiles". Aborda, además, temas tan actuales como el Brexit: hizo un mural en la frontera del Reino Unido y Francia donde pintó a un obrero arriba de una larga escalera, quien está borrando una de las estrellas de la Unión Europea.

Inmortalizó a Steve Jobs, en Calais, al norte de Francia, donde había un campo de refugiados. Esa fue una de las contadas veces que habló, camuflado, por cierto, y dijo: "Muchas veces nos hacen creer que la migración merma los recursos del país, pero Steve Jobs era hijo de un inmigrante sirio. Apple es la empresa más rentable del mundo y solo existe porque un día autorizaron la entrada al joven de Homs".

Potente es también esa imagen de niña refugiada siria, ahogada por gas, que pintó frente a la embajada de Francia en Londres. Otro de sus murales ícono es "Chica con tímpano perforado", que cita y parodia el cuadro de Vermeer "Niña de la perla". Con sarcasmo cambió allí la joya por una alarma de seguridad y lo instaló en la fachada de un estudio de grabación en Hannover Place, Bristol. El mural causó conmoción, pues se habló de un supuesto arresto del grafitero en la misma ciudad donde habría crecido el artista.

¿Golpe al mercado del arte?

Banksy no pertenece a ninguna galería de arte y sus trabajos no los firma. Transita por museos de incógnito. Ingresó con barba postiza y sombrero al British Museum y tuvo el desenfado de instalar una pintura rupestre que mostraba un hombre corriendo entre animales salvajes y empujando un carro de supermercado.

El dice que "el arte que miramos está hecho por unos pocos elegidos. Un grupito crea, promueve y decide el éxito". Y enumera en su libro el tiempo que han permanecido sus obras en los museos. "El óleo modificado e instalado en el Museo de Brooklyn duro ocho días. La sopa con descuento en el MoMA estuvo seis días. El escarabajo arlequín con armas Airfix, en el Museo de Historia Natural de Nueva York, permaneció 12 días". Relata sobre un lienzo modificado (con prótesis de nariz y mentón) que él puso en el Metropolitan de Nueva York, el que estuvo dos horas. "Tras pegar esa imagen me tomé cinco minutos para mirar lo que ocurrió: un mar de gente caminó, miró y se fue confusa y un poco engañada. Me sentí un verdadero artista moderno".

Nada de ello celebra el comercio del arte, sino que le dirige fuertes críticas. Resulta extraño -insisten sus detractores, en medios como El País y el ABC de España- que Banksy siendo un vanguardista de la contracultura "habría vendido incluso varias obras en subastas y museos, bajo la asesoría de su agente, Steve Lazarides".

En la primera gran exposición de su obra en Madrid y que viene de Rusia -no autorizada por el artista- el público puede ver i n situ varias versiones de sus murales y acciones más emblemáticas (incluyendo sus series de ratas y otras), en las que aborda temas de hoy recurriendo a parodias y metáforas, de su ingenio creativo. "Y aunque alcance precios exorbitantes, el artista sigue destrozando con sus grafitis los nervios de figuras públicas y anónimas como él mismo", señala el investigador español Ernesto Cazal.

El periodista de ese país Antonio Jiménez, quien lo tiene bajo su lupa, lanza una llama: "Pinta para los pobres pero le compran los ricos. Bajo toda esa cosa maniquea, Banksy muestra su rostro artístico de protesta y sonríe como el gato de Cheshire, bajo la oscuridad del cielo al fondo del País de las Maravillas". La muestra en Madrid, en el Pabellón 5.1 de Ifema, busca justamente -señala su curador, Alexander Nachkebiya- "que cada visitante pueda resolver por sí mismo quién es Banksy: ¿un genio o un charlatán?, ¿un artista o un empresario?, ¿un provocador o un rebelde".

Lo que parece no estar en discusión es la genialidad de su estilo, la eficacia de su acción y el lugar que ocupa en la escena del arte. Y su compromiso con temas sensibles de la actualidad. El Times de Londres señala: "Banksy pinta sobre la línea entre estética y lenguaje, y después imperceptiblemente repinta en los lugares menos esperados. Sus obras -sean sus esténciles en la calle, los que se venden o los que astutamente cuelga en museos- están llenas de chispa y metáforas que trascienden las barreras del lenguaje".

"Hacer un grafiti es la manera más honesta de ser un artista", escribe Banksy

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