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Del arte a los datos

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Economía y Negocios Online


Arturo Herrera, Socio y Gerente General de INNSPIRAL

Por tradición y resultados, la industria del vino históricamente ha sido una de las más importantes de nuestro país. En términos de empleo, la industria genera más de 100 mil puestos de trabajo directos. Con más de US$2 mil millones en exportaciones, Chile pasó a ser el cuarto exportador global de vino (en valor). En menos de 12 años fuimos capaces de duplicar nuestras exportaciones. Nada de mal para un país que está sumamente lejos de los principales centros de consumo. La experiencia de nuestros productores y enólogos, sumado a condiciones climáticas únicas nos dan una ventaja enorme, sin embargo, como está pasando en prácticamente todas las industrias, la del vino no está particularmente blindada a la entrada de nuevos actores digitales.

Así como Netflix barre con la televisión abierta mediante la combinación del talento artístico y el uso magistral de los datos, en los últimos 2 o 3 años han surgido nuevos modelos de negocio que están haciendo exactamente lo mismo en la industria del vino. Por ejemplo, Winc, plataforma que comenzó como un club de vino con un sistema de venta directa por suscripción, está aprovechando magistralmente datos sobre los gustos y preferencias de consumidores suscritos a su plataforma. Con base en los datos desarrollan vinos con marca propia para luego encargar su producción a viñas establecidas, que finalmente venden de forma directa a su base de suscriptores. Estos nuevos actores desarrollaron un nuevo modelo de negocio digital que combina lo mejor del talento artístico de enólogos, con datos de consumo precisos y canales de venta directa.

Plataformas como Winc, conocen mejor al consumidor y, a través de algoritmos propietarios, les permite diseñar con un alto nivel de precisión vinos que se ajustan mejor a los gustos y preferencias de sus suscriptores e intermediar la relación entre las viñas y el consumidor final, transformando a viñas completas en simples “productores de vinos a pedido”. A la fecha, Winc ha recibido más de US$40 millones de inversión privada.

Otro ejemplo es la startup francesa Myoeno que desarrolló un dispositivo IoT y una aplicación que permite al consumidor medir el nivel de acidez, taninos e intensidad de un determinado vino, lo que ayuda al consumidor a entender qué es lo que está tomando. Además, la aplicación hace un set de preguntas que, mediante algoritmos de machine learning, permite que la aplicación “aprenda” sobre las preferencias del usuario. Pero eso no es todo, adicionalmente con solo escanear la etiqueta de un vino la aplicación informa al usuario si es probable que el vino le guste o no. Las posibilidades del uso de los datos serán infinitas. Si Myoeno escala y logra asociarse con una viña, ésta tendrá una ventaja insalvable.

La industria del vino también se verá afectada por la revolución digital. Sin dejar de lado la tradición y las prácticas que nos han llevado a ser uno de los principales exportadores de vino del mundo, llegó el momento de dar el siguiente paso. Adaptarse y cambiar hacia un modelo de negocio que incorpore nuevas tecnologías digitales y que permita combinar arte y datos en beneficio del consumidor.


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