Dólar Obs: $ 897,11 | -0,49% IPSA -0,25%
Fondos Mutuos
UF: 37.354,68
IPC: 0,50%


Fotógrafas pioneras

viernes, 14 de diciembre de 2018

Por Michelle Martínez Collipal
Ya Colección
El Mercurio

El hito de Paz Errázuriz y su Premio Nacional de Artes Plásticas ha abierto la puerta hacia un mundo poco explorado: el de otras artistas que han marcado pauta en Chile entre 1950 y hoy.



En el año 2016, el Archivo Fotográfico y Audiovisual de la Biblioteca Nacional incluyó, por primera vez, el trabajo de una mujer dentro de su colección: cinco mil imágenes sacadas por Inés Paulino entre los años 70 y 80.

-Las cosas se van echando a perder, y yo creo que registré una época muy importante de la historia de Chile. Tengo más de 50 mil negativos, guardados e impecables, y es maravilloso que parte de ese trabajo se quede en un lugar en el que pueda estar para siempre -cuenta la fotógrafa, hoy de 74 años, al teléfono desde su casa en Curacaví.

Originaria de Sao Paulo, Brasil, Inés Paulino llegó a Chile durante los años 70 luego de estudiar Comunicación Audiovisual, en un tiempo en que el trabajo de las mujeres en fotografía aún estaba relegado a un segundo plano. Acá desarrolló una carrera de 12 años como editora fotográfica de la revista Apsi, y también formó parte de la Asociación de Fotógrafos Independientes (AFI).

-Ella lograba escabullirse y hacer tomas muy cercanas de las personas -cuenta Soledad Abarca, jefa del Archivo Fotográfico de la Biblioteca Nacional-. En su trabajo como reportera, fotografiaba eventos públicos, pero lograba una cierta cercanía, que te daba cuenta de una emotividad.

La fotógrafa estuvo casada con el pintor Óscar Gacitúa, y juntos vivieron en una casa en la comuna de Ñuñoa. Allí, durante años compartieron con personajes de la escena intelectual y artística chilena de los 80, como Nicanor Parra, Enrique Lihn y Raúl Zurita, además de Diamela Eltit y Paz Errázuriz. Todos pasaron por el lente de Inés.

Inés Paulino nunca volvió a Sao Paulo. Se enamoró de Chile, dice, por toda la gente que conoció gracias a su profesión. A principios de los 80 quiso llevar su trabajo con las personas a algo más grande y levantó el proyecto "Autorretrato", en donde fotografió a aproximadamente 200 personajes e hizo dos copias de cada imagen: una la enviaba a la persona fotografiada para que hiciese lo que quisiese sobre la foto. La única condición era que tenía que enviarla de vuelta.

-En su principio, Inés quería que estas personas se metieran en unas casetas que te sacaban fotos por 100 pesos, para que en la imagen el fotógrafo no se notara, que el protagonista fuese el retratado -cuenta Óscar Gacitúa, exmarido de Inés, a quien la fotógrafa le confío su archivo completo, más de 50 mil imágenes que hoy el pintor guarda en su casa en Ñuñoa.

"Autorretrato" se mostró en la Galería Sur en 1984. Posteriormente, ha continuado incrementándose en la cantidad de artistas participantes; también estuvo en 2011 en el Museo de Arte Contemporáneo. Y, en 2017, formó parte de una serie de fotografías inéditas en la muestra "La cotidianeidad de los 80" en la galería D21.

Luego de su trabajo en Apsi y un paso como profesora de la Escuela de Cine de Chile, Inés decidió retirarse de la fotografía e irse a vivir a una parcela. Allá no tiene celular, ni tampoco acceso a internet.

-Cuando hice clases me di cuenta de que con los avances se pueden hacer 100 fotos en media hora. Yo ni siquiera respiraba al momento de registrar una imagen. Ahora ya no quiero tener esas cosas en un negativo; ahora las quiero tener en mi cabeza -dice.

Dos décadas antes de que Inés Paulino empezara su carrera, la fotógrafa chilena Lola Falcón -nacida bajo el nombre de Aurora Emma- le envió en 1948 una carta al científico Albert Einstein, quien se encontraba en la comunidad de Princeton, Estados Unidos. Ella había arribado a Nueva York, luego de seis años viviendo en México y cuatro en España. La petición era simple: quería retratarlo.

Al principio, Einstein se mostró reacio y le respondió diciéndole que no le gustaban las fotos y solo le dejaría tomar tres. Sin embargo, una vez que conoció a Lola cambió de opinión, y terminó aceptando que su rostro apareciera en dos rollos enteros.

Nacida en Chillán en 1907, Lola Falcón tuvo la oportunidad de crecer entre vanguardias y revoluciones sociales cuando su familia se trasladó a París, durante los "locos años 20". Más tarde, recorrería gran parte del mundo gracias al trabajo de cónsul de su marido, el escritor y político Luis Enrique Délano. Presenció el inicio de la Guerra Civil Española, retrató el México de los años 40, las poblaciones callampas en Chile de los 50 y la China durante el régimen de Mao Zedong.

En Estados Unidos, durante los años que coincidió con Einstein, Lola estudió en la New School of Arts, y tuvo como maestro al fotógrafo surrealista Josef Breitenbach. Una vez de vuelta en Chile, se instaló con un taller en calle Merced y vivió en Santiago hasta 1957, en una casa en Ñuñoa. Años después, tras el golpe militar de 1973, fue exiliada a México junto a su familia, y volvió a Chile en 1984.

La mayor fuente de información sobre Lola fue su único hijo, el fallecido escritor Enrique "Poli" Délano, quien se mantuvo cerca de ella hasta el año 2000, fecha en que Lola murió en su casa de Ñuñoa.

"Ella va fotografiando estatuas, árboles enormes, mansiones, fuentes, el monumental Ángel de la Independencia. Pero también les dispara a las imágenes del lustrabotas que se afana sacando brillo a los zapatos de un tipo que lee el periódico, y a la mujer india que vende pepitas de calabaza en una esquina. Va con su pequeña cámara Kodak colgada al cuello como un collar que no se quita nunca. Yo la sigo".

Poli Délano escribió esas líneas para el libro "Lola Falcón, por las calles del mundo", editado por la subdirectora del Centro Nacional del Patrimonio Fotográfico (Cenfoto), Andrea Aguad, que incluye más de 300 fotos. El libro se enmarca en una investigación hecha por Poli y Andrea, en donde recopilaron la vida y obra de Lola, además de restaurar su archivo: 5 mil imágenes tomadas entre 1947 y 1974, que Poli guardó por décadas en su casa, en cajas sin clasificar. En julio de 2009, 30 de esas fotos fueron llevadas a una exposición en el MAC del Parque Forestal.

-Hay un valor histórico en su archivo que tiene que ver con los lugares que visitó, en una época en que no era común que una fotógrafa registrara con esa vehemencia todo lo que registró -comenta Andrea Aguad. Solo hay registro de una exposición, realizada en Santiago en el año 1949. -Ella se llamaba a sí misma fotógrafa, pero nunca le interesó ser conocida -dice.

"Me he preguntado si la fotografía es un arte. Sentí inclinación hacia ella desde muy pequeña. El año 1914, a la edad de trece años, tuve una cámara para placas de 9 por 12 centímetros en la que se regulaba la nitidez con un cristal opaco. La imagen estaba invertida. Para ver mejor se utilizaba un paño negro. Esto exigía paciencia por ambas partes", escribió Gertrudis de Moses en su libro "Caminata: memorias de una fotógrafa", publicado en 1989.

En ese texto, la fotógrafa nacida como Gertrudis Conitzer en 1901, en Brandemburgo, Alemania, cuenta su historia personal y profesional. Cómo fue su llegada a Chile en el año 1939, huyendo de la persecución nazi antisemita en Alemania. También relata su formación como fotógrafa, y su vida familiar con su esposo Ricardo Moses Rosenberg y sus cuatro hijos.

En Alemania estudió música, pero ya se había iniciado en la fotografía de manera autodidacta. Al poco tiempo de instalada en Santiago, levantó un estudio llamado Mignon, en Ñuñoa, donde se dedicó a sacar fotos de primeras comuniones y casamientos.

A partir de 1949, Gertrudis de Moses dejó de lado la fotografía social para comenzar una veta más personal. Junto a otros socios, fundó el Foto Cine Club de Chile, en donde sus trabajos comenzaron a tener un amplio reconocimiento en categorías experimentales como el uso de solarización, montaje de negativos, aplicación de texturas o separación de tonos.

En 1951, luego de morir su hijo mayor y también su marido, Gertrudis tomó una potente decisión: convertir la fotografía en el principal sustento de su familia. En 2013, uno de sus hijos, Denis Moses, recordaba ver a su madre encerrada por horas en el cuarto oscuro, experimentando con diferentes técnicas de fotomontaje, acercándose con sus obras a expresiones pictóricas, especialmente al surrealismo y al cubismo.

Sus obras mostraban un universo de ensoñaciones: mujeres desnudas o expuestas, acosadas por sombras; rostros femeninos fragmentados o atrapados en troncos de árboles. A través de fotomontajes y exposiciones simultáneas, De Moses lograba construir escenas inquietantes que le valieron importantes distinciones, como la medalla de bronce en la Kodak mundial de 1964 y el premio Ansel Adams del Instituto Chileno-Norteamericano de Cultura en 1992.

Gertrudis pasó sus últimos años viajando por Israel y Alemania, retratando paisajes y personas con su cámara Leica. En 1991, cinco años antes de morir, donó 2000 negativos a la Unidad de Fotografía y Medios Audiovisuales de la Universidad de Chile. Hasta marzo de este año, catorce de sus fotografías pudieron verse en la exposición "El cuerpo imaginado, 1964-1977", que tuvo lugar en el Centro Cultural Estación Mapocho, cuya curatoría estuvo a cargo de Andrea Aguad y Samuel Salgado, de Cenfoto.

-Siempre me sentí bruta, distinta, como si estuviese fuera de lugar. Siempre me sentí discriminada -relata la fotógrafa Zaida González (41) cuando recuerda su formación escolar en liceos públicos de la comuna de San Miguel. En ese entonces, la hermana menor del cantante Jorge González no tenía muy claro qué era lo que quería a futuro, pero tenía muchos pensamientos en la cabeza.

-Recuerdo haber sentido cómo nos imponían el comportarnos de cierta manera en la sala de clases. Tuve compañeras que vivían en muy malas situaciones económicas y sociales, compañeras que fueron abusadas, o algunas que llegaban sucias, con piojos. Presencié todos los prejuicios que se construían en torno a eso -relata.

La incomodidad que sentía la fotógrafa respecto a su entorno siguió creciendo y comenzó a plasmarla en dibujos y bosquejos, hasta que entró a estudiar Fotografía Publicitaria en la Escuela de Imagen y Comunicación, ALPES; luego de eso, entraría a la carrera de Medicina Veterinaria en la Universidad de las Américas, de la que egresó en 2008.

En paralelo, comenzó a forjar su carrera como fotógrafa, realizando su primera exposición, llamada "Primera Comunión", en el año 1999, en la 4ª Bienal de Arte y Fotografía de Liege, en el Museo Les Chiroux, en Bélgica. Luego de eso, ha presentado sus obras en países como Colombia, Argentina, Estados Unidos, Perú, España, Uruguay, Venezuela, Francia, Portugal, Lituania, Suecia, Inglaterra y México.

-En la fotografía encontré el lenguaje para transmitir eso que siempre estuvo en mi cabeza -dice Zaida, quien crea sus obras a partir de puestas en escena, que fotografía en blanco y negro y que luego colorea a mano. En sus fotos juega con estéticas populares, cargadas de erotismo e imaginería de diversos orígenes, sobre todo aquellas que vienen desde los sectores marginados o under de la sociedad chilena.

En el año 2005 realizó la muestra "Conservatorio Celestial" en la Galería Estudio AFA, que consistió en imágenes de 12 x 8 cm de fetos conservados en frascos para estudios médicos. Zaida los ambientó y fotografió, y luego, fiel a su estilo, coloreó estas copias dándoles una inusitada vida a los nonatos o "angelitos" como ella misma los llamaba.

La crítica chilena celebró la exposición: "El tratamiento que otorga Zaida González a estos 'angelitos' los convierte en seres que pueden ser mirados sin morbosidad. No asustan, pero llaman a la compasión", se lee en un artículo publicado en El Mercurio en enero de 2005. Esta obra también la llevó a ganar el Premio a la Mejor Artista Joven en la IV Feria Internacional de Arte Contemporáneo ArtVilnius 13 de Lituania.

En 2012, Zaida recibió el Premio Rodrigo Rojas de Negri, y ha obtenido en seis oportunidades la beca Fondart en el área de fotografía (2005, 2008, 2009, 2011 y 2015). Hasta la fecha ha publicado 4 libros de autor: "Las novias de Antonio" (2009), "Recuérdame al morir con mi último latido" (2010), "Zaida González de Guarda" y "Ni lágrimas ni culpa" (2015).

Lleva casi 20 años de trabajo, y cuenta que su línea ha sido constante: crea sus obras de manera independiente y estas siempre parten de temas que provoquen, incomoden o que se quieran esconder. Los modelos que posan para sus fotos generalmente son amigos cercanos. Su última obra, "Tarot Trans", del año pasado, nació luego de haber retratado a la poetisa y activista trans Claudia Rodríguez. Zaida dice que la imagen le recordó a la carta de "El Mundo" del Tartot de Marsella. Luego de eso, comenzó una pequeña investigación y sacó una serie de fotos inspiradas en los 22 arcanos.

-El tarot es algo súper popular, la gente suele ver lo bueno y lo malo de la vida a través de lo que dicen las cartas, y quería trabajar con esa dualidad -explica.

Su hermano, Jorge, también posó para su lente, inmortalizado como la carta de "El Diablo".

-Es la carta más creativa del tarot -dice Zaida.

 Imprimir Noticia  Enviar Noticia