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"Se arrienda mina de cobre": Tendencia toma fuerza por altos precios

domingo, 07 de septiembre de 2008

Mario Riveros Monsalve y M. Teresa Solinas Ivys
Economía y Negocios, El Mercurio

Pagando como renta un porcentaje de la producción extraída, que generalmente es el 10%, y gracias a los altos precios del metal, el número de interesados en explotar yacimientos ha aumentado de manera considerable.

En 2004, Maribel Evans (45) heredó de su mamá dos minas de cobre ubicadas en Vallenar. Como no tenía los cerca de $3 millones que necesitaba para empezar a explotarlas puso avisos en internet para arrendarlas. Desde esa época las ha alquilado tres veces, aunque no con la misma suerte, ya que cuenta que con sus dos primeros inquilinos no tuvo las mejores experiencias.

Según explica, el problema estaba en el contrato de arriendo, que estipulaba que ella se llevaba un porcentaje de la extracción del yacimiento, pero los arrendatarios no cumplían.

Frente a eso, tuvo que cambiar el tipo de contrato y en vez de arrendar la mina, ahora forma sociedades con los interesados: ella pone la mina y su "arrendatario" la mano de obra. De tal forma que las ganancias son repartidas en partes iguales.

Lleva tres meses con este tipo de "arriendo", y recién está viendo las primeras ganancias.

El caso de Maribel no es tan raro. En el último tiempo se ha venido dando un nuevo fenómeno, que surge para aprovechar la bonanza de los precios de minerales, como el oro y el cobre: el arriendo de minas. Por lo general, se trata de yacimientos cupríferas, los que principalmente son avisados a través de internet en blogs, páginas creadas para el corretaje o cadenas de mail, de los cuales se pueden obtener minerales casi sin ninguna inversión, sólo pagando un porcentaje de las ventas a sus dueños, el que usualmente llega al 10%.

Los emprendedores
Muchos de los arrendatarios cuentan que esto es una oportunidad para emprender. Carlos Manríquez (30) es uno de los que sucumbieron ante el precio del cobre. Antes fue ejecutivo de cuentas bancario, pero el alto valor del metal y la posibilidad de tener su propio negocio lo llevaron a querer aprovechar esta bonanza. Con este plan bajo el brazo, partirá a fines de septiembre con camas y petacas a la Cuarta Región. Deja en Santiago a su esposa -con la que se casó hace sólo unos meses- y parte a cometer "la locura de su vida", como dicen sus amigos.

Cuenta los días para llegar al Valle del Elqui, donde gracias a un cercano encontró una mina con buena calidad de producción. Buscó las ofertas en los diarios e internet, pero al final tuvo "suerte", según cuenta, porque el padre de uno de sus amigos arrendaba su mina y pagará el 10% de la producción. A 15 días de empezar las faenas, espera tener sus primeras ganancias. Según sus estimaciones, espera obtener alrededor de $ 10 millones al mes.

El "lado B"
Como Carlos Manríquez "hay muchos que optan por este camino, pero pocos logran salir adelante, debido a las dificultades que representa este trabajo", cuentan en la Asociación Gremial de Industriales Mineros (Asogemin).

Es el caso de Francisco Guerrero, quien partió de Santiago a arrendar una mina de cobre a la Tercera Región.

A poco andar se dio cuenta de que explotarla no era tan fácil como pensaba, que la inversión necesaria era mucho mayor a la que había estipulado y que las ganancias no eran tan altas como imaginó.

A pesar de que debía cumplir con un contrato de arriendo de cinco años (un tiempo mínimo usual en este sistema), pudo hacer término anticipado de éste, volviendo a Santiago a un año de embarcarse en el proyecto. En total, estima que perdió cerca de $8 millones.

Un corredor de propiedades especializado en minas (ver recuadro) señala que le han tocado muchos casos como éste.

"Nosotros les abrimos los ojos a los interesados, porque siempre quieren arriesgar todo el capital, pero no sacan cálculos, por ejemplo, de cuánto les va a costar el agua, cómo harán el relave, dónde instalarán la planta o cómo obtendrán electricidad", dice Óscar Manuel Rocha.

Al revés, también hay dueños de minas que han puesto marcha atrás y ya no arriendan sus propiedades.

Más y más
El furor de personas particulares por arrendar minas y explotarlas ha hecho que sólo durante el año pasado 4.165 pequeños productores vendieran -al menos una vez en el período- material a la Enami.

Esta cantidad es el mayor número de vendedores en 18 años, e incluso ha hecho que la empresa haya tenido que ajustar su rol comprador por, como dice oficialmente, "complicaciones financieras".

No es raro que esto suceda si se piensa que las compras a estos pequeños productores (en valor ajustado al tipo de cambio de cada año) crecieron 336% desde 2005, para superar los US$ 334 millones en 2007.

Y a menos que la ley (calidad) del mineral esté por debajo del estándar, no se pueden negar a comprar. En 2007 fue tanto lo que pequeños mineros les fueron a vender que, pese a implementar un sistema de cuotas (un máximo de 200 toneladas que cada productor puede vender mensualmente a la empresa), ésta terminó cerrando el año con un sobrestock de material que no alcanzaron a procesar.

"Corredores mineros": los especialistas en arriendos
Ante tanta oferta, también han aparecido los expertos en corretaje de este tipo de propiedades. Juan Johnson, de La Calera, es uno de los que están aprovechando esta bonanza. Su experiencia en el tema nació hace cuatro años, cuando a su corredora de propiedades (actividad a la que se dedica hace una década) llegó un interesado en vender una mina. Desde ahí no paró más.

Dice que el negocio se ha intensificado en el último año y que muchos santiaguinos y, sobre todo extranjeros están en búsqueda de un yacimiento. Los más demandados, obviamente son los de cobre, de los cuales la mayoría ya se ha arrendado. Aunque no revela cuánto gana por cada mina que arrienda o vende, asegura que todo depende del tipo de yacimiento.

Lo mismo cuenta Óscar Manuel Rocha, de Copiapó, quien es "corredor minero" hace cinco años.

Al igual que su colega, la comisión que gana Rocha es variable, pero explica que también obtiene un porcentaje de ganancia por dar un buen dato de alguna mina que se arriende o venda. Al igual que Johnson, cuenta que durante el último año han crecido mucho los interesados en arrendar minas, por lo que cada vez quedan menos yacimientos disponibles. De hecho, hoy sólo tiene minas para vender, siendo la más cara Caracha Pampa, un yacimiento en las cercanías de Copiapó, cuyo precio bordea los US$ 5 millones.



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