Para muchos, el hecho de que el boxeo quede fuera de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 parece una utopía. Aunque la amenaza lanzada la semana pasada por el Comité Olímpico Internacional (COI), luego de la reunión celebrada en la capital japonesa, sacudió los cimientos de uno de los deportes más tradicionales en la cita de los cinco anillos y que en 1960 elevó la figura de Muhammad Ali al Olimpo, luego de que se colgara el oro en Roma en los semipesados. Pero el problema se agravó cuando el uzbeko Gafur Rakhimov fue elegido como presidente de la Asociación Internacional de Boxeo (AIBA) a principios de noviembre. Al dirigente se le vincula con la mafia rusa y es acusado por el gobierno de Estados Unidos de formar parte de una red criminal e incluso le congelaron las cuentas bancarias que tiene en dicho país. Obviamente, la AIBA ha negado las acusaciones y ha presentado sus informes financieros, pero el COI nombró una comisión que en junio próximo dictaminará el futuro olímpico del deporte. Y aunque Chile no tiene a ningún boxeador con reales chances de clasificar, sobre todo luego de que se disolviera la selección nacional hace unos meses, la situación sí preocupa en países de la región como Colombia, México y Cuba, que tienen tradición y presencia en el medallero de la disciplina. "Miguel Ángel Veliz era el último seleccionado que había, pero como perdió la beca Proddar se retiró, y ahora no queda nadie para tentar una clasificación. Recién la federación está armando una selección de cara a un pre-Panamericano en Tijuana", cuenta el dirigente Luis Valenzuela, respecto a la realidad del pugilismo nacional.